—Hola, amor —Anker estaba distraído viendo una pequeña caja, cuando Alaia lo sorprendió sacándole una sonrisa.
—¿Te había dicho lo hermosa que te ves?
Ella fingió pensarlo antes de negar. Anker iba a salir de viaje por una semana para reunirse con los Alphas bendecidos y ella estaría sola en esos días.
—No, pero hoy quiero tenerte toda la mañana para mí.
—¿Sabes qué te haría ver aún más hermosa? —ella negó, él la atrajó y la sentó en el escritorio de su despacho—. Que lleves a nuestro primogénito en tu vientre.
Enterró la cara en el cuello de ella haciéndola estremecer.
—Sabes qué todavía no estamos preparados para dar ese paso, ¿verdad? No cuando pasamos más como perros y gatos que como un matrimonio estable. Traer un niño en esas circunstancias es la peor decisión de una pareja, los niños no son objetos para que un matrimonio funcione, Anker. Ellos deben llegar porque son un regalo del amor que sus padres puedan sentir. ¿Cómo puedes pedirme eso cuándo hace una semana he peleado con Tania y tú le diste la razón a ella?
—Sabes qué si tenemos un hijo ustedes siempre serán lo más importante para mí, ¿verdad?
Para sorpresa del lobo ella negó con una triste expresión.
—No pienso utilizar a una criatura inocente para que mi marido saque a su amante de nuestra casa —ella hizo comillas con los dedos cuando pronunció lo último—. No soy una mujer perfecta ni la más hermosa Anker, pero sé que valgo más del valor que tú me has dado.
Ella bajo del escritorio arreglando su ropa y viendo hacia la puerta que era abierta sin permiso de ninguno. Hizo sus manos pequeños puños y se dispuso a salir antes de iniciar otra pelea con su marido. Anker cerró la mano en su muñeca negando.
—Aún no hemos terminado.
—¡Anker tengo excelentes noticias! —la perra exclamó feliz dirigiéndose sólo a Anker y dejándola de lado—. Necesito que hablemos en privado.
Ella levantó la mirada con el entrecejo fruncido, cuando los ojos verdes de Anker parpadearon a azul por una milésima de segundo. Ella lo atribuyo a la falta de sueño y al estrés. Tania entró sintiéndose la reina del lugar y simplemente se sentó.
—Te veré más tarde —Anker lo dijo como un robot sin mirarla—. Puedes ir de compras si te apetece.
—Un día de estos ya no tendrás esposa mi amor —pronunció tan bajo sólo para que él escuchara.
Salió a buscar a su primo Thomas Anker no sabía que ellos en realidad eran parientes. Tenía un pequeño problema y tenía que averiguar si era positivo o negativo.
—Tienes unos minutos.
—¿Ahora qué te hizo, Alaia?
—¿Podemos ir con Trevor? Necesito pedirle un favor y sé que puedo confiar en él.
Observando lo afectada que su prima estaba Thomas no dijo nada y tomó una chaqueta con las llaves de su auto. Todo el trayecto fue un sepulcral silencio, ninguno hizo algo o se atrevió a pronunciar una palabra.
—¿Señorita? —el doctor Trevor acomodó sus lentes como si no creyera lo que estaba viendo.
—Vengo por un pequeño favor —sonrió apenada—. El cual deseo mantener en secreto.
El médico le señaló una silla y esperó a que ella se sentará.
—Tiene mi palabra señora. Antes que un lobo soy médico y estoy obligado a mantener en secreto las consultas con mis pacientes.
—Como sabrá mi matrimonio es inestable en estos momentos.
El médico arrugó el entrecejo sin entender a dónde iba la conversación.
—No soy terapeuta para parejas —aclaró—. Me disculpo.
—No venía por eso, el punto es... —resoplo mirando sus manos entrelazadas encima del escritorio—. Creo que... Estoy embarazada...
Trevor acomodó sus gafas.
—Eso es bueno, ¿no? Es una bendición para ustedes dos siendo tan diferentes, es casi imposible una concepción. Ahora tenemos que confirmarlo.
—No en estos momentos, doctor Trevor. Anker y yo estamos en un punto donde estoy empezando a cuestionar si tome la decisión correcta al elegirlo.
—Sólo puedo decirle mi luna que de una u otra forma su hijo será una bendición si puede terminar con la gestación. Si es que está embarazada.
—¿Cómo lo hará?
—Podría hacerle una ecografía, pero considero que necesitará un poco de tiempo para procesar la noticia.
—Eso sería excelente doc —una pálida Alaia dijo parándose.
Una pequeña muestra de sangre fue todo lo que el médico necesitaba para darle la noticia del millón. Un mes de gestación fue lo que la ecografía mostró tres días después. Cuando todo se fue a la mierda pensando que iba a darle la mejor noticia del mundo a Anker. Incluso había comprado los estúpidos zapatos, para decirle con cena especial y toda esa basura. Anker le había estado engañando con Tania. Sospecharlo era una cosa verlo, con sus propios ojos era algo destructivo y doloroso. Tal vez tenía suerte por una vez en su vida, y el anillo de castidad que le había mandado a hacer a Anker le llegará y no pudiera tocar a otra mujer que no fuera ella, en su vida.
—¿Crees qué me asesine cuándo le diga lo estúpida que fui?
Thomas James tomó su mano entre las suyas. Alaia estaba aterrorizada.
—No, el no es un hombre tan cruel para lastimar a su futuro nieto.
Estaban sentados en el avión y Alaia era un mar de lágrimas. Dustin estaría furioso y decepcionado de su propia hija por dejarse engañar de esa manera para ser capaz de abandonar a su familia.
—¡¿Qué voy a hacer para criar a un bebé yo sola?! Soy un desastre y una completa estúpida para no ver las señales.
Thomas acuno su rostro entre sus manos y la hizo mirarlo a los ojos.
—Eres mi prima, sangre de mi sangre, no vas a criar a ese niño —antes de que ella pudiera decir algo aclaró—. Lo vamos a criar... Sé que apenas y puedo alimentarme a mí mismo y todo eso, pero vamos a aprender. Eres más mi hermana que una prima, ahora mantén la calma.
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Editado: 16.11.2019