Caza Zabat

Capítulo 20

¿Recuerdas el día que llegaste y yo me encontraba hablando con el director Rous?—asiento—ese día me detuvo para amenazarme de que no te dijera que lo vi haciendo lo que ustedes hacen con sus habilidades. Él se había tele-transportado y pensé que no me había visto, pero si. Ese día me amenazó de que si te decía algo iba a matar a mis padres y a Wako. Lo siento, quería decirte, pero mis padres estaban en peligro—comienza a llorar.

Tranquila, pero nosotros te hubiéramos ayudado, ese secreto acabó con tu vida.

Lo sé—se seca las lágrimas—y lo peor es que caí como una tonta—se acomoda para seguir hablando—ese día recibí la llamada de Wako diciéndome que quería decirme algo muy importante, creí que me pediría ser su novia. 

Comenzaron a pasar imágenes por mi mente.

Ella se reunió con Wako en la entrada del colegio.

¿Por qué aquí Wako? podíamos ir a un restaurante o...—la cayó poniendo su dedo en la boca de Grace, mientras sonreía con picardía.

Es una sorpresa—la tomó de la mano llevándola adentro, pero para cuando entraron la agarró con fuerza tapándole la boca y obligándola a caminar con rapidez hasta el salón de química donde se encontraba el director Rous. La amarraron y empezaron a golpearla.

Le ibas a decir a Lucia sobre mi—ella mira sorprendida a Wako que la mira con frialdad y desprecio—nos aseguraremos de que no hables—Rous pronunció un hechizo y Wako tiró la silla colgando a Grace.

Lloro desconsoladamente al ver como sucedió todo. Las personas están sufriendo por mi culpa y ya me harté.

No llores—me sonríe—yo estaré contigo siempre, no lo dudes, quiero verte ganarles a esas personas malas—asiento, secando la última lágrima que cae por mi mejilla.

Me levanto y voy a mi habitación en busca de la libreta que me dio Blake.

Esto se acaba porque se acaba.

///

Me estudié los planos y apuntes que hizo Blake. Estoy confiando en el nuevamente a pesar de todo.

Podrán llamarme estúpida, pero ya no tengo nada que perder moriré si confío en el al igual que si no confío, está predestinado a suceder.

Mi madre entra a mi habitación y cierra la puerta tras ella. La observo expectante durante esos segundos en los que ella no dice nada.

Hija hoy iremos a atender un caso—asiento entendiendo—pero hija...

¿Qué sucede mamá? —juega con sus manos e intento leerle la mente y no sé porque no puedo.

Es tu padre, ha estado raro últimamente—frunzo el ceño—si, no te das cuenta porque estás casi todo el día en la universidad, pero ya no atiende la agencia diciéndome que tiene cosas que hacer y se va casi todo el día.

Mamá...

Lucia, no dudaría si no hubiera realizado ese hechizo para que no le leyeras la mente—es cierto—claro que es cierto, no quiero creer que me está engañando, pero ya no sé que pensar, sé que no es sobre espíritus porque me lo contaría—asiento.

¿Quieres que hable con él? —asiente frenéticamente—está bien.

Gracias, Lucia—me besa en la frente a la vez que se levanta y mira su reloj—nos vamos en cinco—asiento y ella sale.

Vamos los tres sumergidos en un silencio abrumador, mi padre está enfocado en la carretera y mi madre mirándolo cada cinco segundos. No creo que mi padre se atreva a engañarla si se aman, están destinados a estar juntos y yo veo el amor que se demuestran.

Mi madre trata de entablar una conversación para romper el silencio y mi padre la corta cuando decide contestar el teléfono, mi madre se gira para mirarme e intento leerle la mente y no puedo, me estoy preocupando.

Mamá—ella se gira nuevamente—"no puedo leerte la mente"—abre los ojos sorprendida.

Ahora hablamos de eso—asiento y vuelve a mirar a mi padre por última vez hasta perder su vista en la carretera.

Llegamos a un supermercado y mi padre detiene el auto a la vez que suelta un suspiro cansino. Él nos mira indicando que nos bajemos, eso hacemos encontrándonos con dos señores.

Buenas noches señores, venimos de la agencia Caza Fantasmas—mi papá le da la mano a los señores.

Mucho gusto, mi nombre es Roberto Gutiérrez dueño del supermercado—se presenta el señor bajito, robusto, lleno de canas—y él es el gerente general Rafael Dal—presenta a un señor igual de bajo un poco más delgado y con algunas canas a los lados.

Mi nombre es Wesley, ella es mi esposa Aura y mi hija Lucia—estrechamos nuestras manos con los señores—díganos ¿Cuál ha sido el motivo de su llamada?

Hace unos meses hubo un robo en donde secuestraron al personal y a los clientes que se encontraban en ese momento, mataron a dos personas: un trabajador y un joven, además de eso cuando intentaron escapar, uno de los delincuentes le disparó a su compañero.




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