Cazador

Confesiones y regalos

Me senté a escuchar lo que mi amigo el traficante me decía mientras lloraba.

—Es simple, hay una banda nueva en la ciudad se hacen llamar "Kaiser".

—Y esta droga ¿qué es?

—No lo sé hermano, ya sabes cómo es esto—me respondió—yo solo la encuentro de donde me dicen.

—Está bien viejo ya sabes como es mi trabajo, no puedo dejarte ir sin consecuencias.

— ¿Qué? ¿De qué hablas?

—Tu producto es letal, ya causó la muerte de tres personas—le respondí mientras que sacaba un hierro para marcar ganado y lo calentaba al rojo vivo con ayuda de un pequeño hechizo.

—Viejo no tienes que hacer esto.

—Lo sé, pero quiero hacerlo—respondí mientras ponía el metal incandescente en su frente dejándola marcada.

A la hora que salí del almacén Karina me empujo y comenzó a reclamarme por mis métodos

— ¿Qué mierda te pasa? ¿Estas enfermo? No puedes ir por ahí sacándole información a la gente a base de tortura.

—Mira Karina-le agarre violentamente de los brazos—si tú crees que obtendrás algo de las personas sin hacerles nada así sea daño o favores déjame decirte que tú eres la loca.

En ese momento unos grandes reflectores nos interrumpieron con su luz, era la policía tratando de aprendernos.

Le avente una máscara a Karina. Dejarme atrapar no era opción así que saque mi revolver y abrí fuego contra ellos mientras me deslizaba por el capó de mi auto intentando subir, mate a dos de los patrulleros en el proceso y acelere en cuanto Karina entro.

Huíamos a toda velocidad de las múltiples patrullas que nos perseguían y disparaban por la carretera.

— ¡¡¡Haz algo!!! —me grito Karina.

—Tranquila—le respondí mientras derrapaba para poder entrar en un callejón.

— ¡Nos van a atrapar Gabriel!

—Mantén la calma, haz un muro detrás de nosotros.

— ¿Qué?

—Más adelante hay un portal que nos llevara a la salida de la ciudad y las patrullas no deben de vernos desaparecer.

— ¿Pero un muro?

—Eres una arquitecta ¿no? ¡Transforma las partículas que están flotando en el aire en partículas de plomo y haz un puto muro!

Karina se giró para atrás y creo el muro que le pedí haciendo que una de las patrullas se deshiciera contra él mientras cruzábamos el portal.

Nos estacionamos al lado de la autopista para tomar un poco de aire, revise las notificaciones de mi teléfono, me baje la bufanda y voltee a verla, lucía espantada por lo que acababa de pasar.

— ¿Estas bien? —le pregunte.

—Sí, solo...solo algo agitada.

—Bueno, creo que ya tenemos suficiente información por hoy.

—Tienes razón.

Maneje en dirección a mi casa y dejé a Karina frente al edificio donde estábamos.

— ¿No vienes? —me pregunto.

—No, no, todavía tengo cosas que hacer.

—Okey ten cuidado.

—Claro.

Arranque y conduje al bar de David, estaba cerrado y con las luces apagadas. Entre sin pensar en nada y luego me apresure hasta su oficina y ahí estaba el, tenía un tarro de pulque en la mano y miraba hacia la ventana.

— ¿Qué paso chico?

—Creo que ya lo sabes.

—No te lo preguntaba a ti perra—me respondió mientras volteaba y yo volteaba junto con él.

De entre la sombra salió un tipo alto y quizás más joven que yo.

—Lo que paso hoy no puede volver a suceder a David.

—Señor David—respondió—y me temo que eso no te interesa en lo más mínimo.

—Vine a ofrecerle mi servicio señor.

—Eso no va a ser necesario ahora lárgate de mi oficina.

—Señor...

—Dije largo—ordeno mientras que "Mitlan" (su depredador) se acercó peligrosamente a aquel tipo.

Me quede observando serio mientras se iba.

—Ahora sí, ¿qué tienes para mí? —me pregunto.

—Se hacen llamar kaiser y son nuevos en la ciudad.

— ¿Káiser? ¿Y la droga qué es?

—No lo sé.

—Estamos llamando demasiado la atención chico.

— ¿Vas a regañarme?

—Creo que aquel tipo ya dijo lo suficiente ¿no?, ven aquí tengo algo para ti.

— ¿Para mí? —pregunte mientras me daba un estuche con un pequeño porta balas de cuero y varias pociones— ¿qué son?

—Es una sorpresa, úsalos cuando estés en apuros, ahora vete.

Salí del bar y vi al chico que estaba con nosotros acercándoseme.

—Pensé que David tendría un mejor cazador a su servicio—exclamo.

Me puse frente a él y lo vi a los ojos.

— ¿Sabes? Soy ateo.

— ¿Ateo?

—Sí, porque me importan una mierda tus creencias. Te quiero fuera de mi territorio chico ¿entendiste?

No me respondió, nos vimos fijamente a los ojos por unos segundos y camino hacia el otro lado de la calle desapareciendo tras un bus que pasaba.

Entre a mi carro y me prendí un cigarrillo y voltee a ver un enorme Zeppelin que surcaba cielo estrellado, ese día entendí algo.

—Tal parece que no podemos dejar de cuidar lo que nos pertenece, aunque los de más sepan que no es de ellos.

 

 


 



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En el texto hay: misterio, humor negro, sangre y muerte

Editado: 31.05.2020

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