Llevaba tres días encerrado en un departamento lleno de armas junto a Karina, Ray, Tony y otros dos tipos que habían sido enviados por otros chamanes desde quien sabe dónde.
Estábamos observando un posible centro de distribución de "Polvo de hadas" del cual nos habíamos enterado gracias a un soplón de Ray.
La verdad es que quien vigilaba el lugar era yo, ya que Tony y los otros dos tipos parecían tener un grave problema con el alcohol y Ray y Karina se la pasaban viéndoles el trasero a los chicos que pasaban por la calle.
Todo parecía indicar que estábamos equivocados hasta que de la nada paso algo extraño.
—Oh dios mío ¿ya viste eso? —pregunto Ray.
—Yo me lo comería entero—le respondió Karina—espera un momento, entro en el edificio.
Pasamos los siguientes veinte minutos observando lo que pasaba y de un segundo para otro me encontré atendiendo una llamada de David diciéndome que había un gran tiroteo entre lobos y sanguijuelas.
Subí a Karina y a Ray al auto y acelere como un putisimo conductor de la fórmula uno.
— ¡Demonios Gabriel no quiero morir hoy! —me grito Karina mientras me aruñaba la cara intentando pasarse al asiento del copiloto.
— ¡¡¡OH DIOS MÍO, MI HERMOSO ROSTRO!!! —grite de dolor— ¡No veo! ¡No veo!
Después de conducir a ciegas durante cinco minutos terminamos llegando al lugar.
Una vez en el lugar (y con vista) me baje del auto y pegue un tiro al cielo para que todos se detuvieran. Y ustedes se preguntaran: Oh hermoso y sexy Gabriel ¿Como una sola bala tuya puede detener un tiroteo? Y yo les responderé: Oh es simple mi querida o querido amigo, es porque le puse magia a esa bala para que se oyera como un puto trueno.
Bueno la cosa es que un grupo de vampiros habían asesinado a un hombre lobo que le había dado una arrastrada de niveles más cósmicos que Galactus a un vampiro porque golpea a una humana amiga suya que casualmente era novia del vampiro y ya se imaginaran lo que paso.
Camine hacia ellos y uno de los lobos salió corriendo en mi dirección mismo al cual mande al piso de un golpe cuando estuvo a mi alcance.
— ¿Que paso aquí? —Pregunte con calma—olvídenlo no quiero oírlo de ustedes, más les vale hacer que su representante hable conmigo en diez minutos o les daré sus corazones al chaman para que haga sus rituales con ellos.
En menos de diez minutos tuve a Jorge y a Vladimir (el representante de los vampiros dándome explicaciones de lo que paso)
—No planeo escuchar más, quiero a esa bola de imbéciles aquí—exclame
Tony y los otros hicieron pasar a los idiotas y luego se pusieron detrás de mí.
Saque las cadenas de mi sombrero y se las lance a un vampiro que parecía sonreír dejándolas enrolladas en su cuello para luego arrastrarlo hacia mi ahorcándolo y luego con mi otra mano tome mi revolver y esparcí su cerebro entre el piso y la pared.
— ¡Este es solo el primero de ustedes! —Anuncie—he encontrado culpables a todos los vampiros involucrados. De acuerdo a las normas durante cuatro horas serán cazados por mí y los otros cazadores, se les dará una muerte rápida y si sobreviven son libres, pero si se les ocurre intentar escapar de la ciudad yo mismo me encargare de hacer que el infierno a donde los mandaré sean un campo de flores en comparación a lo que los haré sufrir.
Estaba acostumbrado a hacer este procedimiento sin sentir lastima y en todo lo que llevaba de trabajar como cazador nadie nunca había salido vivo de mi cacería.
Los chicos y yo buscamos a los idiotas, el primero fue encontrado y asesinado por Ray quien le puso tantas balas en el cuerpo que parecía más un panal de abejas más que un hombre.
El segundo lo encontraron los otros chicos y lo mataron a golpes usando nudillos de acero.
Tony y Karina encontraron al tercero, Tony le reventó el cráneo de un golpe con una degenerada mezcla entre un bate de béisbol y barras de metal.
—Por favor ten piedad de mi—me suplico uno de ellos mientras que se arrastraba por el suelo.
—La piedad es el trabajo de dios no el mío—le respondí antes de ejecutarlo y así seguimos hasta que uno a uno nos encargamos de cada uno de ellos.
De regreso a la casa segura me detuve frente al lugar que observábamos y a través del cristal note a un tipo extraño escapar a un cuarto y entonces tire la puerta y entre pero no había nadie.
— ¿Gabriel que pasa? —me pregunto Karina.
—Nada ¿nada?
—No entiendo.
— ¿En serio no lo ves? Karina no hay nada todo el lugar esta vació...no hay nada, no hay nadie.