Cazador de Maldad

11- El baile del demonio

Sabía qué hacía el demonio, más no lo que quería encontrar, el libro de los demonios de uno de los más peligrosos del mundo, no por nada fueron transformados en piedra con la esperanza de que solo los cazadores pudieran revertirlo con su sangre, solo leer ese libro te puede volver loco, no solo contiene toda la información conocida de los demonios con las maneras de invocarlos y secretos más oscuros (pactos, asesinatos que provocó o hizo, surgimiento, entre otras cosas), también incluyen los rituales prohibidos, no los que se usan para romper la protección o son de dominio público, son rituales malditos para crear criaturas inhumanas causantes de la destrucción y desesperación, la última vez que se usó este tipo de libro fue en la época de los mitos, se cree que las criaturas de las mitologías no eran ficticias o creaciones defectuosas de los dioses, eran el producto de los rituales malditos, Medusa  es el mayor ejemplo de lo que puede salir mal, algunos dicen que la contraparte cazadora de Afrodita la obligó a leer mal uno de los rituales a propósito para convertirla en lo que se conoce, otros que lo hizo por su cuenta, pero se equivocó y los demonios cobraron el precio de esa forma tan terrible condenándola a no poder mirar o amar a nadie. Si en manos de un experto ya es un peligro mayor, en manos de un marcado o demonio significa destrucción asegurada.

En cuanto al demonio, logro identificarlo ahora que ya no es una figura veloz, con ver su cara blanca con maquillaje rojo oscuro y negro exagerado llegando a ser grotesco por lo exagerado con una quijada de un modelo masculino de revista y su cuerpo con pechos enormes, brazos musculosos y con una cintura irreal por lo pequeña sé que se trata de KnamGam, el demonio de la perversión humana que proyecta lo grotesco que puede llegar el ser humano por tratar de ser atractivo, por suerte las alas con plumas filosas no lo hacen volar, un demonio jamás podrá elevarse o volar. Lanzo otro cuchillo oculto a su mano de tres garras con sangre seca en donde inician, indicando que es un demonio transformado (seres o caídos que por su maldad se convirtieron en demonios enteros), y termino evitando que el libro caiga en sus manos…o garras.

— N…ick —intenta pronunciar mi nombre sin mucho éxito, demostrando que Treen lo controla, también enseña que, en el fondo, muy, muy, muy, muy en el fondo tiene esencia humana, casi inexistente, pero si no tuviera no pudiera hablar sin ser un demonio mayor.

— Seas quien seas, púdrete —le grito a KnamGam antes de ir corriendo hacia él/ ella.

Está a dos metros de mí a la hora de sacar mi espada, diez apuñaladas y ahora no dirá mi nombre. Le corto la primera ala pensando en que puede ser una debilidad, o por lo menos así evito que me golpee con eso, muestran ser muy resistentes de lo que pensaba, obligándome a usar la espada de oro. KnamGam sigue intentando quitarse el cuchillo con sus tres grandes garras, por más letales que puedan ser no sirven para sacar un triste cuchillo encajado en piedra volcánica y mármol, dejando que sea atacado fácilmente. Descubro la debilidad del demonio entre el nacimiento de sus alas, entre las plumas y su cabello oscuro se ha formado un patrón destacando por no desaparecer por más que se derrita, estúpidamente se me ocurre encajar la espada ahí como si fuera su debilidad o un rasgo que le da poder, sí, le da poder, pero a cambio derrite mi espada en su totalidad, llega a derretir de alguna manera la piedra mecánica, quemando la piel de mis manos ahora roja y achicharrada. Suelto un grito de dolor, me duele mucho, no mucho, muchísimo, no quiero cerrarlas, me da miedo lo que eso pueda causar. Si quemar mis manos y esa espada no le fuese suficiente, emite un calor insoportable capaz de derretir mis armas sin llegar a matarme de calor o derretir otros objetos de metal en la habitación, no vuelvo a tocar ese maldito patrón. No fue lo único que se derritió, se ha librado de ese cuchillo tan simple que ahora es un charco metálico que mancha la estatua.

Debo utilizar mis manos, me dolerá como si no hubiera un mañana, pero es eso o terminar muerto, las armas son inútiles contra su habilidad atípica de un demonio. Cierro solo una mano, gritando de dolor, ah… no puedo hacerlo, no puedo hacerlo, ya lo hice, la cerré, puede que no vuelva a abrirla nunca, es otro error que he cometido por confiarme de más. Aguantando llorar enfrente del enemigo, pruebo mi habilidad en la pelea de contacto, sin espadas o arco y flecha, solo un puño, patada y que la defensa me ayude. En un reflejo de supervivencia, corre hacia las escaleras del segundo piso con los volúmenes de los míticos con transformación por mordida, lo persigo descalzo por la alfombra con manchas de quemaduras producto de la herida de KnamGam, también tengo que evitarlas, trata de esconderse en un ducto sin saber que no hay ductos aquí, quedando atrapado en el pasillo en forma de U, le doy un golpe fuerte en su cara grotesca que deforma su asqueroso rostro, de paso me mancha con su maquillaje de espesa y fría consistencia. Me devuelve el golpe con su garra fría que me manda al librero de atrás, ha provocado un corte superficial en el abdomen, no sangra tanto y no tiene rastros de segregación, luego lo curo. Vuelve a correr al otro lado de la biblioteca, haciendo perseguirlo por más que el dolor ha aumentado más de lo que pensaba en un inicio, si no hubiera sido tan estúpido de actuar impulsivamente ya lo habría matado, estoy cerca de alcanzarlo, podría arrancar la única ala que le queda, es muy veloz, eso queda claro, estoy perdiendo el aire solo para seguirle el paso. Hay un doblez en la alfombra que me hace caer fuertemente al piso, eh, me ha dejado más cerca, le jalo el pie al demonio como una de esas bromas de mal gusto.

— Da fortitudinem profligare hostem —invoco la fuerza extrema, una invocación tan fuerte que me dejará sin poder usar otras por unas cuantas horas.



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En el texto hay: venganza, demonio, cazademonios

Editado: 02.03.2024

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