Cazadora

Capitulo III

El lunes llegó. Desgraciadamente para mi. Menos mal que mis primeras dos clases me tocaron con Megara. Porque sino,no se como habría sobrevivido. Después del almuerzo, me dirigí a la biblioteca. Ni Megara ni Carla podían acompañarme. Megara tenia que acabar unos deberes para la hora siguiente y Carla tenia que entregar un trabajo de Biología. Así que fui sola.

Estuve toda la media hora del descanso escogiendo los libros que deseaba tomar prestados. La biblioteca era inmensa. Con unos miles de pasillos, estanterías y libros, te podías perder en ellos y no encontrar salida. Era, verdaderamente, un laberinto. Y resulta que, podías llevarte todos los libros que quisieras. Siempre y cuando los devolvieras. Eso me parecía grandioso. Además, seguro de que había alguno en el que hubiera información del pueblo y algún que otro suceso extraño. Incluso vi una novela que a mi hermano le hubiera encantado. Mi hermano. Hacía tres meses que no lo veía. Y a mi madre igual. Los extrañaba. Estaba tan metida en mis recuerdos de mi familia que no me di cuenta mientras giraba que alguien estaba en el otro lado revisando un libro. Por acto reflejo, me agarré a la estantería para no caerme. Segundos después, recogí los cuatro de libros que se me habían caído. Mientras, la persona con el que había chocado cogía el quinto que estaba detrás suyo. Noté como miraba el libro que le gustaría a mi hermano con mucho interés mientras se giraba hacia mi. Dejé la pila de libros en la estantería para cogerlo. Al verle el rostro, me quedé boquiabierta. El chico tenía ojos azules y cabello castaño. Y se parecía a mí. Era mi hermano. Nos quedamos un rato mirándonos como si no fuésemos reales. Como si de un espejismo se tratase. Una ilusión que se haría pedazos nada más emitir una palabra o hacer un solo movimiento. Finalmente, tras un minuto observándonos, mi hermano rompió el silencio.

-¿Freya? ¿Eres tú? -balbuceó como un pez. Quise reírme pero no pude. Tan solo llegué a sonreír y a asentir. Segundos después me arrojaba a sus brazos. Él me recibió, cálido como siempre, y como era más alto que yo por unos centímetros, me revolvió el cabello como si fuera una niña pequeña. Sonreí inconscientemente ante tal gesto.

-¿Que haces aquí?- pregunté al separarnos. Él dejó el libro en la estantería. Aún no me creía que estuviese de verdad allí. Pero como si de una jarra de agua fría se tratase, todo encajó. Megara quería que conociera un tal Liam. Mi hermano era ese Liam. Estaba segura de ello. Liam me llevó a una sección de la biblioteca más ocultada para que nadie nos escuchara. Lo seguí sin rechistar. Al llegar, él se giró y supe su pregunta antes de que la formulase.

-La pregunta aquí sería, que haces tú aquí?

-¿Yo? Estudiar, por su puesto. -él se rió a mi costa. Inflé un poco los mofletes como respuesta. -Tal vez papá me haya obligado. ¿Y cuál es tu excusa? -Liam puso cara de niño bueno. Lo miré desconfiada.- ¿Qué le has dicho a mamá para que te dejase venir? -yo había ido a la universidad por obligación, gracias a la insistencia de mi padre, pero a mi no me gustaba estudiar. Mi hermano, en cambio, era lo opuesto a mí. De niño le encantaba pasarse horas perdido en alguna biblioteca mientras yo jugaba con juguetes muy afilados. Estaba segura de que habría chantajeado, argumentado o insistido a mi madre para que lo dejase ir.

-Tal vez solo quiera ir de fiesta y pasarlo bien en mi último año... -una carcajada surgió de mi garganta. Aquello no se lo creería ni un niño de cinco años. Mi hermano era de todo menos un fiestero. Sabía que asistía a estas pero eran contadas. -¿Seguro? A mi me suena de que no ha sido así. Tal vez le hayas puesto tu carita de bebé para que cediese más fácilmente. Y a eso, añadiendo tus grandes argumentos, ha convencido a mamá. -solté. Al ver su tenue sonrisa, supe que había acertado de lleno.

-Me has pillado. -dijo levantando las manos en señal de rendición. De repente, su cara se oscureció y me miró preocupado. Al notar su cambio tan inmediato, pregunté:

-¿Qué pasa?- él suspiró.

-¿Segura de que no es alguna misión?

-¿Qué? -pregunté descolocada.- ¡No! ¡Por su puesto que no!

-Vale,entonces me quedo más tranquilo. Y dime, alguna novedad?- preguntó tras confirmar que aquello no era ninguna misión y que estaba allí porque “quería” . Negué ante su pregunta y tras unos minutos más poniéndonos al corriente, nos tuvimos que despedir. Él tenia clase y yo debía buscar a mis amigas. Había prometido que saldríamos un rato. Tras hacerlo, salí disparada hacia mi habitación. Cuando entré,vi a Megara tirada en la cama con su móvil. Parecía que estaba chateando con alguien. -¡Freya! -exclamó al notar mi presencia.

-¿Qué pasa?

-Mañana te presentaré a Liam. Hemos quedado para salir e ir a por un helado. Acabo de invitar a Carla también.-lo que ella no sabía era que acababa de hablar con él.

-Vale. -dije mientras asentía.

-Es guapo. -dijo desinteresada mi amiga. Le tiré una almohada de mi cama en respuesta. Ella se rió mientras yo cogía mi bolso y minutos después salimos en dirección a la habitación de Carla.




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