A las cuatro, Liam tuvo que irse mientras yo iba a buscar a Carla. Salimos de la ciudad para dirigirnos a la Kardia. Aparqué el coche a unos kilómetros del bosque en donde estaba la Kardia junto a la entrada a nuestro mundo.
-¿Una carrera? -le pregunté a Carla jocosamente. Ella bufó.
-Claro, supongo que estás preparada para ganar.
-Tómalo como un calentamiento.
-Lo que os haga feliz creer, alteza. -rodé mis ojos, tiempo suficiente para que mi compañera saliese disparada hacia la Kardia y estuviese por delante de mí varios metros.
Con un salto, también salí disparada. Los árboles se convirtieron en simples sombras, adelanté a Carla mientras sentía lentamente la adrenalina de poder correr libremente por el bosque. En cinco minutos, habíamos llegado al monte que constituía la Kardia, el corazón de los cazadores de la provincia. La puerta corrediza camuflada como una roca nos dejó pasar y entramos al edificio. Guié a Carla por los diversos pasillos hasta llegar a la sala de entrenamiento dedicada exclusivamente para la Élite Española. Al entrar, noté que faltaban cuatro de los siete que éramos.
-Alteza. -ambos hombres agacharon la cabeza en forma de respeto, asentí.
-Conrad, Eric; ella es Carla Swanne, de la Élite Inglesa. Se unirá a nosotros a partir de ahora.
-Un placer. Eric Garro, aunque me conocerás como el Colmillo de Lobo.
-Conrad Yashvir, Flecha Dorada. Bienvenida al grupo.
-Lauren Galov, Pantera Negra. -dijo mi amiga desde la entrada junto a otro de los cuatro restantes. -¿Y tú eres…?
-Carla Swanne, de la Élite Inglesa. También puedes llamarme Amanita Lily.
-Lindo, hace mucho que no me meto con una noble aparte de la aburrida y el rubiales.
-Algún día, te encontrarás a alguien que te patee el trasero, Galov.
-Y ese día nos reiremos.
-No creo que eso ocurra Conrad, no con la protección de la princesa.
-Eh, Abel, ¿acaso estás insinuando que Galov no es suficiente para patear a la mitad de traseros aquí?
-Garro, ¿a quién estás apoyando aquí?
-A nadie.
-Un placer, soy Abel López aunque muchos me llaman el Genio de Cristal.
-Oh, tú eres el creador del veneno de la crocidolita. Crear a partir de hierro, sodio y una aleación ígnea riebeckita es increíble y la…
-Tengo miedo. -susurró Eric. -¿Qué estudia ella? ¿Biología?
-Doble grado de química y bioquímica, igual que yo.
-Qué cosa más horrible.
-Nos compadecemos de usted, alteza.
-Dejad de burlaros. ¿Cuándo llegarán Elvira y Anders?
-Estaban en la cafetería tomándose un café, dijeron que volverían en veinte minutos hace media hora. De seguro que se están dando un festín.
-No quiero esa imagen mental, Eric.
-Eres un soltero y virgen de primera Conrad.
-Al menos no pierdo la cara delante de la realeza.
-Aburrido, Yashvir. -el de cabello castaño y ojos cafés rodó ojos ante su compañero francotirador. -Hablando de eso, están aquí. -el rubio señaló con la barbilla a la pareja que debía rondar por los cincuenta (llevábamos años intentando descubrir su edad sin avances).
-Con que integrante nueva… Eres joven y pareces del norte europeo… -habló suavemente Elvira. -¿Amanita Lily? O ¿Astronova?
-Amanita Lily, un gusto. Podéis llamarme Carla Swanne.
-El placer es nuestro, heredera de la Casa Idris. -rodé ojos ante el respeto que todos estaban exudando. -Somos Elvira y Anders Bravo, conocidos como Araña Púrpura y Carnero.
-Ya dejaros de bromas. Ya nadie se cree que de verdad respetais a la nobleza.
-Nos hieres alteza.
-Si me respetaras, ya me habríais dicho vuestra maldita edad hace tres años.
-Os ha pillado, Bravo. -dijo Eric jocosamente.
-Cierra el pico, Garro. No eres quién para hablar.
-Lo que tú…
-¿Vamos a hacer algo o seguiréis discutiendo como niños?
-Eso, yo quiero batirme en duelo con la nueva. Veamos cómo lo lleva la Casa Idris.
-Oh vamos, lo que quieres es probar sangre nueva.
-En el clavo, López.
Lauren le hizo una seña a Carla para que se acercase a la pared llena de armas. Ella frunció el ceño.
-Tengo mis agujas, no me hace falta. -noté como a mi amiga le crecía una sonrisa lobuna.
-Coge una espada por si acaso, Swanne. Galov es una de las mejores, a solo un paso detrás de su alteza. Tal vez tus agujas no sirvan a corta distancia. -fue Abel quién se lo advirtió, y era comprensible. Lauren lo había derrotado en su segunda ronda después de dos semanas de pertenecer a la Élite.
-Escucha a Abel, guapa. Necesitarás una. -mi amiga le tendió una espada. Carla asintió y después de que su oponente cogiese también su arma, ambas se dirigieron al centro de la sala. Me recosté en la pared, lista para evaluar un poco más en profundidad la habilidad de Carla. Era cierto que tenía una idea de su estilo de lucha con la breve pelea que habíamos tenido, pero la información era muy vaga e insuficiente. Con Lauren era probable que tuviese que esforzarse algo para seguirle el ritmo, pues mi amiga también era conocida por la fuerza y la precisión de sus ataques (aunque no eran comparados con los ataques a los puntos de acupuntura de Elvira) a parte de su manipulación psicológica, como acababa de hacer intentando disminuir la confianza de Carla.
-Tres, dos, uno, ¡empezad!
Carla fue rápida, más de lo que esperaba, demostrando que no lo había dado todo en nuestra pequeña carrera hacia aquí. Lanzó un tajo directo al rostro de Lauren, ésta rodó por el suelo esquivando mientras lanzaba una patada a la muñeca de Carla. Ella con gran agilidad, movió la muñeca para que el pie diese contra el metal. Carla le dió otro tajo, esta vez a la cadera, que mi amiga detuvo con su propio cuchillo a unos centímetros de su rostro. Como un rayo, su codo viajó hacia la mandíbula de la inglesa, pero ésta ya había saltado hacia atrás evadiendo el golpe. En respuesta, Carla sacó sus agujas (que no sabía con seguridad si estaban envenenadas o no) y lanzó tres en su dirección con solo una mano. Lauren las esquivó con gracia y como un borrón se acercó a Carla e intentó derribarla con una sucesión intercalada de patadas y cuchilladas. Ambas pelearon durante otros quince minutos, un tiempo increíblemente largo, pues Lauren solía acabar con sus oponentes en menos de doce minutos (a excepción de mi, por supuesto). Finalmente, con una distracción de Lauren, Carla recibió un giro de pierna de 180º que no funcionó, pero que la distrajo lo suficiente para que Lauren le diese un rodillazo directo en el estómago que no pudo evitar. Lauren no se detuvo y siguió moviéndose para abrumar a su oponente. Carla evitó las estocadas con maestría, pero su agotamiento se estaba empezando a notar ya que ambas habían estado peleando a máxima velocidad y potencia durante ya veinte minutos. El filo del cuchillo de Lauren cortó unos mechones del cabello rubio de Carla, aunque no llegó a su mejilla. Finalmente, Lauren logró mandar la espada de su contrincante a varios metros y, sin dejarla recuperar el aliento, siguió atacando. Observé como mi compañera de universidad hacía aparecer otras dos agujas y empezaba a bloquear con poca fuerza a mi amiga. Le eché una ojeada al reloj en la pared e hice una mueca cuando noté la hora, ya llevábamos casi treinta minutos y el resto de la Élite aún seguía boquiabierta ante el talento de Carla. Yo también estaba sorprendida, esperaba bastante de la hija de Njord Idris, la Bestia del Norte, pero no me esperaba que le pudiese seguir el ritmo a Lauren durante tanto tiempo. Parecía ser que la Casa Idris no estaba aflojando el nivel en Reino Unido para nada, mi padre podría relajarse entonces. Sonreí levemente ante el asombro de Conrad y Abel, ambos eran luchadores de larga distancia por lo que habían caído como moscas ante Lauren. No por nada era la Pantera Negra, quien se había ganado su apodo cuando había acabado con todo un batallón de magos en la frontera hace cinco años con solo catorce años.