El lunes, mientras salía de Química General con Carla y Megara, recibí una llamada de Lauren.
“Buenas, ¿qué pasa?”
“Adivina quién ha llegado a la universidad.”
“¿Ya? Pensaba que el papeleo tardaría unos días más.”
“Pues no, parece ser que la administración se ha dado prisa.”
“Me alegro entonces, ¿qué habitación te ha tocado?”
“Alégrate Charson, estoy en la 460; a un ascensor de la tuya.”
“¡Qué casualidad!”
“La verdad es que sí. Parece que invadiré mucho tu habitación.”
“Adelante, estás invitada a ver Riverdale con Megara y yo. Carla seguramente también se uniría.”
“Perfecto, ¿por qué temporada vais?”
“La segunda.”
“De lujo, me vi hasta la tercera. Bueno, ¿cuándo llegáis a la maldita cafetería?”
“Estamos a tres pasillos.”
“Por fin. He esperado ya diez minutos, Freya así que acelera.”
“Bien, bien. Ya llego.”
Terminé la llamada y les conté la situación a mis acompañantes. Las tres llegamos a la cafetería y vi a Lauren mirando el móvil con chupa chup en mano recostada en una pared. Fue fácil notar cómo notó nuestra presencia aunque nadie se hubiese dado cuenta y solo lo supiese por los años que llevábamos juntas. A un metro levantó la cabeza, simulando que se acababa de dar cuenta de nosotras. Sonreí y la saludé y las presenté, como si Carla y Lauren ni se conociesen ni tampoco se hubiesen pasado toda la tarde del viernes peleando sin parar en un entrenamiento bastante intenso que las había unido bastante.
Tuve que despedirme de ellas cuando Carla y yo teníamos Matemáticas. En ese momento, recordé que aún tenía que hablar con Lauren sobre Liam. Mierda, me había entusiasmado demasiado y lo había olvidado por completo. Oculté mis sombríos pensamientos de cómo contárselo a mi amiga más antigua y seguí charlando con Carla sobre asuntos triviales que no despertarían ni la más mínima sospecha a cualquiera que viese las cintas de seguridad.
Dos horas después, por fin podía salir del mundo de las funciones y la continuidad, y me iba a mi habitación para darme una ducha. Me encogí de hombros cuando noté que Megara no estaba y Lauren seguía en clase de lo que fuese que tuviese y Carla se hubiese ido a por algo a la ciudad. Cuando salí del baño, ya tenía planeado cómo decirle a Lauren sobre todo el asunto de mi familia; el baño era el sitio perfecto para pensar. En ese momento, me llegó un mensaje de Megara diciéndome que estaba en la habitación 510, con su hermano en una competición de Mario Kart y me preguntaba si quería unirme a ella. Como no tenía nada más que hacer y quería conocer más en profundidad al Heredero Escarlata (aquel que había incinerado a todo un pelotón de cazadores y asesinos hace dos años), pues cuando le había abierto la puerta no parecía ni por asomo uno de los hechiceros más peligrosos del Reino Brujo. Mucho menos el heredero de una dinastía tan antigua como la Casa Solaria, que se había formado a la vez que la Casa Idris, hace ya más de quinientos años. Además de que se decía que esa Casa tenía el favor de la Doncella, de la misma forma que mi hermano tenía la bendición de la Anciana. Pero claro, toda esta era información clasificada de los brujos que sabía gracias a mi madre, pues me había inculcado lo básico (aparte de la biblioteca andante que era Liam).
Subí los dos pisos y caminé dos minutos a paso rápido por el pasillo antes de plantarme delante de dicha habitación y me mentalicé ante la posibilidad de encontrarme con mi hermano, pues no sabía si estaba en clase o en la habitación de tres que los estudiantes de último año podían elegir.
Toqué la puerta e inspiré. Mentalizándome para encontrarme rodeada de brujos. Fue Megara quien me abrió la puerta con una sonrisa. Nada más entrar, noté el calor del interior y observé con sospecha la ventana abierta. Luego caí en cuenta, ese calor no era físico sino espiritual que mi parte mágica estaba sintiendo. Eso solo podía significar una cosa. Esa habitación estaba encantada con magia de fuego protectora.
-Buenos días. -saludé de vuelta al hermano de Megara que estaba tirado en su cama con consola en mano. Me ofreció una mientras su hermana volvía a sentarse a su lado. -¿Quieres jugar?
-Miraré. -me senté al lado de mi compañera de cuarto delante de la pantalla.
-Tú te lo pierdes igual que Meg.
La puerta volvió a abrirse y entró un chico de cabello rubio, ojos castaños y rasgos afilados acompañado por mi hermano y una bolsa de compra con bebidas.
-Sí que os habéis tardado.
-La cafetería estaba llena. ¿Supongo que debes de ser Freya? Megara ha hablado mucho de ti.
-Sí, no lo sabía.
-Soy Evander Hyres y él es Liam Amery. -asentí hacia ellos y me levanté para ayudarlos.
-Freya Charson, un gusto.
-Gracias. -dejamos las cosas en la mesa y nos acomodamos.
-Con que doble grado, ¿eh? Igual que Alex aquí.
-¿En serio?
-Sí. ADE y Derecho.
-Demasiada memoria.
-¡Lo que yo dije! Pero mi hermano tiene una memoria demasiado buena. -archivé ese dato a la vez que observaba lo bien que jugaban a Mario Kart gracias a unos buenos reflejos y conexión mano-mente. Por sus velocidades de reacción pude hacerme una idea de lo rápida que debería ser para dejarlos fuera de combate en un uno contra uno. Observé al Heredero Escarlata ser vencido por Evander e inconscientemente mis nervios se pusieron a flor de piel. Eran pocos los que estaban a su nivel y de ellos los únicos que pudiesen tener nuestra edad eran sumamente peligrosos, clasificados en un rango A hacia arriba siendo Alexander un sólido S. Estudié de arriba a abajo a Evander en un intento de descubrir la naturaleza de su magia.
No sirvió de nada.
No descubrí nada, solo pude reducir las posibilidades a tres brujos.
El Cuervo de Medianoche, el Fantasma Gris o el Titiritero.
Cada opción era peor que la anterior siendo el Fantasma Gris un S y el Titiritero un S+.