Asentí hacia las chicas en cuanto se acercaron.
-¿Y este se supone que es un hechicero de rango A+? Un poco decepcionante. -se burló Lauren.
-Pues casi te convirtió en cenizas. -devolvió Carla el golpe.
-Lo tenía controlado. -murmuró ella.
-Seguro que sí. -murmuré de vuelta con una sonrisa bajo la máscara.
Tras la gran cantidad de años juntas, Lauren supo a la perfección que estaba sonriendo por lo que su codazo ni me sorprendió.
-Lo llevaremos a la Casa Kairos. Ellos se encargarán de él.
Con eso, la cacería se dio por terminada.
✪✪✪
Sonreí cuando las clases por fin terminaron y pude volver a mi habitación.
Tras pasar la tarjeta para entrar, me encontré al hermano de Megara acostado en su cama mirando el móvil. Encarnando una ceja dejé mi mochila encima de mi escritorio antes de preguntar:
-¿Megara sabe que le has vuelto a robar la tarjeta?
-Tomar prestada.
-Pues eso.
-Por supuesto que no. -apartó el móvil y me lanzó una mirada que lo decía todo. Rodé los ojos.
-¿Entonces? ¿Qué haces aquí?
-Venía a buscar a Megara, pero veo que no está aquí. -dijo lo obvio. Enarqué una ceja. -Y tal vez también vine a robar su suministro de dulces. -asentí, eso tenía más sentido.
- Ya los has encontrado, supongo. -después de la segunda vez que Alexander vino a robar dulces, mi amiga cambiaba cada vez el lugar donde guardaba sus aperitivos.
-En serio se está quedando sin ideas. Osea, ¿debajo del colchón? ¿En serio? -me encogí de hombros.
-Lo mismo le dije la semana pasada, pero está desesperada.
-Son solo dulces.
-Pues compratelos tú mismo.
-¿Y dejar de molestar a mi hermana? Nah. -bufé mientras me recostaba en mi cama para coger mi pijama.
-Mientras no me arrastréis a mi, haz lo que quieras. -con eso, me dirigí hacia el baño para tomarme una ducha.
Cualquiera pensaría que me preocuparía el tener a uno de los 8 brujos de rango S en la misma habitación que yo sin vigilancia, pero sabía que Alexander no se pondría a buscar armas debajo de la cama. Además, tampoco sería tan estúpido como para enfrentarse a mi en medio de la habitación.
Tarareando, me di mi preciada ducha bajo agua caliente. Mis músculos pronto se relajaron y suspiré de alivio. El viernes pasado había sido un día más agotador de lo normal. A parte de que el cansancio de la cacería de hace dos semanas aún no se había ido, el viernes pasado los Bravo habían estado de un humor terrible por lo que su estilo de lucha había sido mucho más agresivo de lo habitual. Ni siquiera yo había podido salir completamente ilesa.
Bostezando, ignoré la presencia del brujo al otro lado de la habitación y me sumí en un ligero sueño. Aunque confiaba en que no me descubriría, no estaba lista para darle la espalda a un brujo S. Alerta del sonido tranquilo de la respiración de Alexander y los pasos del exterior, no pude relajarme completamente hasta que Megara llegó y echó a su hermano.
Con el sonido del agua corriendo mientras mi compañera se daba una ducha, me quedé dormida.
El olor a humo me hizo abrir los ojos.
Me levanté de golpe, consciente a medias de mi entorno.
Por segunda vez en mi vida, no fui lo suficientemente rápida.
El humo debió embotar mis sentidos ya que sentí demasiado tarde cómo un pañuelo me tapaba la nariz y boca.
No fui tan estúpida como para respirarlo, pero no pude evitar el hechizo durmiente.
Caí inconsciente al suelo, completamente ignorante sobre mis oponentes.
La segunda vez que me desperté noté de inmediato las ataduras que restringían mis manos y pies. La cinta en mi boca ni me preocupó.
Agudicé mis sentidos y seguí respirando tranquilamente, con mis latidos completamente calmados.
Sin dificultades, pude oir la voz de tres hombres junto a los pasos en el techo.
La humedad era notable y el cemento estaba duro y frío.
El olor a moho y madera vieja era obvio.
Eso sumado a la poca cantidad de luz entrante en el lugar hizo que la conclusión fuese bastante obvia.
Me habían secuestrado y estaba en algún viejo edificio abandonado por Dios.
Bueno, al menos habían pasado cuatro meses antes de que me secuestrasen.
Mi padre no se podría quejar.
Inspiré el húmedo aire y me preparé para escapar.
Eso fue antes de que notase como uno se acercaba a mi posición.
-Oye, despertemos a la bastarda de Solaria ya.
Maldije internamente cuando me di cuenta de que el objetivo era Megara y no yo. Entonces era probable que todos esos captores fuesen brujos de alto nivel, simples hechiceros no tenían la capacidad suficiente para enfrentarse a una casa como Solaria. A menos que fuesen suicidas, por supuesto.
Mi respiración se mantuvo superficial en cuanto alguien se agachó a mi lado y comprobó si seguía desmayada. Mi actuación la convenció por completo.
Me mantuve con calma cuando Megara jadeó en el momento en el que le lanzaron agua.
-Ya era hora, pequeña Solaria. -mi amiga debía de tener los pies y manos atados como yo. Solo que en vez de acero, seguramente sus cadenas fuesen de hierro con arsénico.
-Tenemos un par de preguntas. Esperamos que cooperes o de lo contrario lo que seguirá me gustará tan poco a mi como a ti.
-Eres una cobarde, Soraya. -bien, ya tenía un nombre. Solo me faltaban el resto.
Magnífico.
Simplemente genial.
-Silencio, Garrapata. Y ya quedamos en no decir nada.
-¿Y qué? No es como si alguna de las dos fuese a salir viva. -el tono de desdén de ese hombre no me gustó ni un ápice. Mi mente se agudizó en busca de vías de escape.
-Supongo que lo decís por vuestra parte. -escupió Megara con un tono venenoso que nunca había escuchado en ella. Solo en ese momento pude notar que realmente se parecía a alguien de la casa Solaria. -Porque una vez me libere o encuentren seréis menos que cenizas.