Cazadores de Almas Oscuras - Nina

CAPÍTULO V - TODO ES TAN COMPLICADO

Ya era domingo por la tarde y, después de todo lo ocurrido la noche anterior, tenía una conversación pendiente con Azazel. No me iba a resultar nada fácil, puesto que se había pasado la mayor parte del día dándome esquinazo, o eso me parecía a mí, ya que todavía no lo había visto por ninguna parte.
Me dirigía a la sala de entrenamiento a intentar sacar mi potencial, como decía Cam, pues aún no mostraba ningún poder o habilidad como el resto de los Nefilim. Se suponía que al ser medio ángel y medio mortal tendría que haberlos desarrollado hace tiempo, pero con lo de mi hechizo de encubrimiento nadie me pudo
rastrear para darme el entrenamiento adecuado. Tenía que ponerme las pilas si quería estar preparada lo antes posible para poder bajar al infierno. Dios, solamente de pensar que tenía que ir a ese lugar, se me ponían los pelos de punta.
Iba sumida en mis pensamientos y escuché las voces de Azazel y de Raziel que provenían de la sala de reuniones, que tenía la puerta entreabierta.

—No veo qué hay de malo, Azazel. Creo que estás exagerando. Ella no es una mortal, con lo cual vuestra relación no es complicada. ¿Qué problema hay?

—No se trata de eso, sabes que desde Lilith no ha habido otra y debe seguir así —pude oír cómo su voz sonaba apenada, pese a la gran puerta que nos separaba.

—¡Estás mal de la cabeza! ¿Acaso aún sientes algo por esa bruja sin escrúpulos? No lo puedo creer. Después de todo lo que te hizo, ¿sigues pensando en ella? —Raziel no daba crédito a lo que escuchaba.

—Claro que no siento nada por ella, aun así, comprende que pese a todo fue la madre de mi hijo y tengo parte de culpa por lo que ocurrió.

No lo podía creer. ¡Azazel tenía un hijo! ¿Dónde se encontraba? ¿Quién era? ¿Qué es lo que le había ocurrido? Todas esas preguntas se amontonaban en mi cabeza, aunque sabía que las respuestas las tendría que encontrar por mí misma. Más tarde iría a la biblioteca de la Catedral. Quizás allí encontraría alguna respuesta.

—No te sigas culpando, Azazel. Tú estabas luchando por los tuyos cuando todo pasó, no podías hacer nada —hablaba Raziel, con su voz más calmada—. Dale una oportunidad, a lo mejor sale bien o no. Si no lo intentas nunca lo sabrás.

—No voy a seguir con esto, no quiero hacer sufrir a nadie más. Ella no se lo merece y ya tenemos bastante con todo lo que se nos viene encima.

—Yo no lo veo tan complicado —se reiteró Raziel—. ¿Qué sentías mientras la besabas? —la cara de Azazel, debía ser un poema—. Quiero decir, ¿solo fue un beso?

¡Joder! Estaban hablando de mí y tal vez lo que Azazel iba a decir a continuación no me haría mucha gracia. Pensé que lo mejor sería marcharme, pero mi lado alcahuete no me lo iba a permitir y no pude hacer otra cosa que quedarme allí parada, con la oreja pegada literalmente a la puerta.

—Creo que hubo algo más... No sé, tal vez fue por el angustioso sueño y el sentir que la perdía, o porque he pasado tanto tiempo encadenado a ese maldito árbol que no pienso como es debido —sonaba dolido—. Sabes que en otras circunstancias ni me lo hubiera planteado, aunque te puedo asegurar que me hizo sentir
algo. La cuestión es que es mejor dejarlo así.

—Hermano, si lo tienes tan claro, es cosa tuya. Tomes la decisión que sea siempre puedes contar conmigo, lo sabes. He echado de menos nuestras conversaciones y el poder contarte lo que fuera cuando fuera —le dijo Raziel, dándole palmaditas en la espalda a modo de consuelo.

—Yo también, ni te imaginas cuánto —habló melancólico—. Una de las cosas que hacía para mantenerme cuerdo mientras estaba encadenado era recordar nuestras charlas. ¡Lo he echado todo tanto de menos! Hasta las cosas más banales se echaban en falta allí —la voz se le acabó de quebrar.

—Lo importante es que estás aquí y no le des más vueltas. Sé que te resulta difícil, aun así entre todos vamos a ayudarte. No te quepa la menor duda. Ahora me tengo que ir. Brian y Chester han seguido un rastro hasta Beverly Boulevard, y Matt y Samyaza ya están de camino. No te preocupes, nosotros nos encargamos, tú solo descansa y recupérate.

Mientras le decía todo eso, oí sus pasos acercarse hasta la puerta. ¡Mierda! Salí disparada como un rayo hasta la sala de entrenamiento, donde Cam me esperaba ya preparado. Con todo lo que acababa de escuchar, no sabía si podría mantener la concentración en el entrenamiento. Lo único que quería era ir a investigar. Pese a ello debía de seguir con lo mío y si él prefería actuar como si nada, yo haría lo mismo.

—¡Eh, guapa! ¿Sabes que llegas tarde? —apuntó Cam mientras se dirigía a mí con su mirada perversa, sacándome de mis reflexiones. ¿Qué estaría pensando?

—Lo siento, es que me entretuve un poco. No volverá a pasar, te lo prometo, sé que tu tiempo es demasiado valioso —bromeé al pasar por su lado.

—Eso espero o la próxima vez tendré que castigarte —me amenazó dedicándome una sonrisa ladina mientras me acariciaba el hombro lentamente cuando pasaba junto a él. Descarado.

—¡Uff! ¡Qué miedo me das! Estoy temblando —le vacilé en su cara. ¿Pensaba que podía intimidarme? ¡Ja!
Inesperadamente la puerta de la sala se abrió de golpe y un Azazel enfadado entró como un caballo desbocado arrasándolo todo a su paso.

—Así no adelantareis mucho con el entrenamiento —gruñó este—. Puedes retirarte, Cam, hoy no harás falta por aquí. De momento yo seguiré con el entrenamiento de Nina. Gracias por tus servicios —concluyó algo seco, parecía cabreado.




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