"Nunca cazo por placer. Lo hago porque es mi deber."
Lev Volkov
El filo de mi daga gira entre mis dedos, reflejando la luz tenue de la vela que parpadea en la mesa. Es un gesto automático, aprendido tras años de entrenamiento, una costumbre que me mantiene en calma.
Observo el mapa frente a mí, cada línea marcada con tinta oscura representa una cacería, una batalla, una victoria. Pero hay un punto que aún no ha sido tachado, un nombre que sigue escapando a su destino.
Astrid Delysarc.
Su hermana ha sido la espina clavada en mi costado durante años. Selene fue quien nos humilló, quien destruyó nuestro refugio en Praga, quien robó información de la Hermandad y nos dejó vulnerables. Una bruja astuta, letal, experta en ilusiones y manipulaciones.
Pero no es ella a quien cazamos primero.
No.
Golpear directamente a Selene sería una victoria limpia, y yo no quiero algo limpio. Quiero que sufra. Quiero que vea cómo todo lo que ama se desmorona frente a ella.
Astrid es la clave.
La menor de las Delysarc, la bruja del hielo, la que aún no comprende lo que significa estar en nuestra lista. No es tan letal como Selene, pero eso la hace más peligrosa. Porque aún tiene algo que su hermana perdió hace mucho: esperanza.
Y la esperanza es el error más grande de cualquier bruja.
—La tenemos —la voz de Viktor rompe el silencio de la habitación.
Levanto la mirada. Mi hermano menor está de pie frente a la puerta, con su chaqueta oscura cubierta de polvo y el cabello desordenado por el viaje. Sus ojos grises me observan con esa mezcla de duda y lealtad que siempre lleva consigo.
—Habla.
—Astrid está en Londres. Ha estado escondida con Selene los últimos meses, pero se han separado. Tenemos una ventaja de tiempo antes de que su hermana la encuentre de nuevo.
Sonrío apenas. No porque me cause placer, sino porque todo está saliendo exactamente como lo planeé.
Separarlas era el primer paso.
—¿Dónde está ahora?
—En un apartamento en Whitechapel, zona vieja de la ciudad. La magia de Selene aún cubre el lugar, pero es débil. Podemos romperla.
Asiento, satisfecho.
—Entonces nos moveremos esta noche.
Viktor no responde de inmediato. Se cruza de brazos, dudando. No necesito que hable para saber lo que piensa.
—¿Tienes un problema con la misión? —pregunto, observándolo con atención.
—No. Pero... No entiendo por qué no simplemente vamos tras Selene. Ella es la que nos jodió.
Me inclino hacia adelante, apoyando los codos sobre la mesa.
—Porque quiero ver cómo Selene se rompe. Quiero que sepa lo que es perder a su hermana, igual que ella nos hizo perderlo todo.
Viktor no lo dice en voz alta, pero lo sé. Aún cree que hay otra forma. Aún cree que Astrid es diferente.
Qué ingenuo.
Él no entiende que todas las brujas son iguales.
Levanto la daga del mapa y la clavo sobre el nombre de Astrid Delysarc.
—Esta noche, la caza comienza.
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Editado: 10.03.2025