Cazadores de Brujas

CAPÍTULO 5

"Nunca me ha gustado sentirme atrapada. Pero esto... esto es peor"

Astrid Delysarc

Despierto con un dolor punzante en la cabeza.

El aire es frío, pesado. Tiene un olor metálico, una mezcla entre humedad y óxido, como si este lugar hubiera sido olvidado por el tiempo.

Intento moverme, pero algo aprieta mis muñecas y tobillos.

Ataduras.

Mis párpados están pesados, pero logro abrir los ojos.

Oscuridad.

Es lo único que me rodea.

Parpadeo varias veces, intentando acostumbrarme, pero la penumbra es casi total. Solo puedo ver un tenue resplandor filtrándose por lo que parece ser una puerta de metal.

¿Dónde carajo estoy?

Mis pensamientos son lentos, confusos. Me drogaron. Lo sé por la sensación de aturdimiento que aún corre por mis venas.

Intento respirar hondo, calmar mi corazón, pero hay un problema más grande que el dolor de cabeza y la falta de luz.

Mi magia.

No la siento bien.

Cierro los ojos e intento empujarla hacia afuera. La llamo, la provoco, la exijo.

Nada.

Nada.

Es como si algo invisible la estuviera bloqueando, como si este lugar me estuviera sofocando desde adentro.

El miedo comienza a deslizarse por mi columna.

Intento mover mis muñecas, forzar las ataduras, pero son gruesas y firmes. No hay forma de que las rompa sin mi poder.

Mierda.

Empiezo a jadear sin darme cuenta. El silencio es demasiado absoluto.

No sé cuánto tiempo pasa antes de que escuche los pasos.

Firmes. Seguros.

El sonido rebota en las paredes de piedra, como un eco que se acerca con cada latido de mi corazón.

Alguien está viniendo.

La puerta chirría al abrirse, y la luz del pasillo se filtra en la celda.

Veo su silueta antes de ver su rostro.

Viktor Volkov.

Su presencia es una sombra fría que se desliza hasta quedar de pie frente a mí.

Su chaqueta negra parece formar parte de la penumbra, su postura es relajada, pero hay algo peligroso en su calma.

Los ojos grises se clavan en mí, analizándome en silencio.

Yo también lo miro.

Porque aunque mi corazón late con fuerza y el instinto me grita que estoy en peligro, lo último que haré es dejar que lo vea.

—¿De verdad? —mi voz suena áspera, pero logro sonreír con burla—. ¿Otra vez con esto?

No responde.

Solo me observa.

Y por alguna razón, eso me pone más nerviosa que cualquier amenaza que pudiera haber dicho.

Desvío la mirada hacia mis muñecas atadas y hago un gesto de fastidio.

—Esto es ridículo, Viktor.

—¿Ah, sí?

—Sí. Todo este teatro. Encerrarme en un sótano. Atarme como si fuera un animal. Pensé que ustedes los Volkov tenían más clase.

Él suelta un leve suspiro, como si estuviera cansado.

—Despiertas y ya estás hablando de más.

—Es un don.

Por primera vez, se mueve.

Camina lentamente alrededor de la habitación, como si la estuviera inspeccionando, como si yo no fuera más que un objeto sin importancia en el centro de todo.

Mi piel se eriza.

—¿Cómo te sientes? —pregunta, con un tono que es casi casual.

Río sin humor.

—Oh, fantástica. Me encanta despertar atada en un sótano, sin magia y con compañía de cazadores asesinos.

Viktor inclina ligeramente la cabeza.

—¿Sabes por qué estás aquí?

—Déjame adivinar... ¿porque ustedes los Volkov tienen una extraña obsesión conmigo?

—No juegues, Astrid.

Me tenso.

Su voz es más grave ahora. Más peligrosa.

Decido no responder.

Viktor se acerca un poco más, cruzando los brazos.

—No pareces tener miedo.

Fuerzo una sonrisa arrogante.

—¿Debería?

Sí.

Sí, Astrid, deberías.

Pero no lo diré.

No lo mostraré.

Él ladea la cabeza, observándome con algo que no puedo descifrar.

—Eres una Delysarc —dice finalmente—. Sabes que tarde o temprano, esto iba a pasar.

Mis labios se curvan.

—¿Que me iban a secuestrar?

—Que tu hermana nos iba a llevar hasta ti.

Mis músculos se tensan antes de poder evitarlo.

Y lo noto.

Viktor también lo nota.

—¿Qué quieres decir? —pregunto, con la voz un poco más baja.

Él se inclina un poco, suficiente para que su sombra caiga sobre mí.

Por primera vez, siento que me está observando como un depredador observa a su presa.

—Lo que buscamos no eres tú, Astrid.

Mi garganta se seca.

—¿Entonces qué?

—Queremos a Selene.

El aire en la habitación se vuelve más frío.

Mi estómago se hunde.

—¿Para qué?

Viktor no duda.

No sonríe.

No disfruta esto.

Solo me dice la verdad con una calma absoluta que me hiela la sangre.

—Para destruirla.

El miedo me atraviesa el pecho como una lanza, pero no me da tiempo de procesarlo antes de que siga hablando.

—Y no solo a ella.

Su voz es un susurro afilado contra mi piel.

—Todas las brujas que la siguen... todas las que aún creen en su legado... todas las que han estado escondidas en las sombras.

Hace una pausa.

—Las vamos a matar a todas.

Mi cuerpo entero se congela.

No por mi propio poder.

Sino por el terror puro que se desliza por mis venas.

Viktor me mira, esperando mi reacción.

Y yo...

No sé qué decir.

━━━━━━ ✦ ━━━━━━




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.