"Nunca he sido frágil.
Pero todos tienen un punto de quiebre. El truco es no dejar que lo encuentren."
Astrid Delysarc
Día 1
Despierto con la boca seca y un dolor punzante en la cabeza.
Ya no me sorprende.
Mis muñecas están entumecidas por las ataduras, mi cuerpo está frío por la humedad de este lugar.
Pero lo peor es el silencio.
Ese maldito silencio que me envuelve desde que abrí los ojos aquí.
No hay ventanas, no hay relojes. No tengo forma de saber cuánto tiempo ha pasado desde que fui atrapada.
Lo único que sé es que me quieren viva.
Y eso es peor que quererme muerta.
Porque si me querían muerta, ya lo habrían hecho.
Pero lo que quieren realmente es hacerme hablar.
Y no voy a hacerlo.
Cuando la puerta de metal se abre con un chirrido oxidado, no me sorprendo.
Sé quién es antes de verlo.
Nikolai.
El menor de los Volkov.
Siempre sonríe, pero su sonrisa nunca es un buen augurio.
Viene con un cuchillo en la mano, haciéndolo girar entre sus dedos como si fuera un simple juguete.
—Buenos días, princesa.
Su tono es ligero, casi divertido.
Como si esto fuera un maldito juego.
—Buenos días, psicópata.
Él se ríe.
—Espero que hayas descansado. Porque este será un día largo.
Día 2
No me han dado comida.
Solo un poco de agua. Lo suficiente para que no me muera.
Nikolai sigue con la misma rutina: insultos, golpes, cortes superficiales en la piel solo para hacerme gritar.
No lo hago.
No le doy ni un solo maldito sonido.
Pero mi cuerpo siente cada herida.
Cada vez que mi piel se abre, cada vez que la sangre gotea al suelo, siento que estoy perdiendo algo de mí misma.
Me aferro a lo único que me queda.
Mi boca.
—Nikolai, si querías verme sin ropa, solo tenías que pedírmelo.
Él sonríe.
Y entonces su bota impacta contra mi costado.
No grito.
No grito.
No grito.
Día 3
Estoy en el suelo.
No sé qué hora es. No sé cuánto he dormido.
Mi cuerpo entero es un dolor constante.
Pero entonces...
Siento algo suave rozando mi labio.
Abro los ojos.
Viktor está arrodillado frente a mí, sosteniendo un vaso de agua.
Parpadeo, confundida.
—Bebe —dice, su tono bajo, casi cuidadoso.
Lo observo, tratando de descifrar su maldita intención.
No hay burla en su rostro.
No hay placer en mi sufrimiento.
Solo calma.
Tensa, pero calma.
Con desconfianza, dejo que incline el vaso contra mis labios.
El agua sabe como un maldito milagro.
Bebo rápido, con desesperación, sintiendo cómo la humedad me devuelve un poco de energía.
Cuando termino, Viktor saca un pequeño pedazo de pan envuelto en una servilleta.
Mis ojos se entrecierran.
—¿Por qué estás haciendo esto?
Él no responde de inmediato.
Me observa.
Luego, con voz baja, dice:
—Porque no soy como Nikolai.
Día 4
Hoy no hay golpes.
No hay insultos.
No hay cuchillos.
Solo Viktor.
Él se sienta frente a mí, en la oscuridad.
No dice nada por varios minutos.
Yo tampoco.
Hasta que finalmente, su voz rompe el silencio:
—Sabes lo que queremos.
No respondo.
Él suspira.
—No queremos matarte, Astrid.
Me río, seca.
—¿Ah, no? Pues qué detalle.
Él ignora mi sarcasmo.
—Solo queremos a Selene.
Mis músculos se tensan.
Viktor lo nota.
—Si nos dices dónde está, todo esto se acaba.
Todo esto se acaba.
Mis labios se curvan en una sonrisa rota.
—Si crees que voy a traicionar a mi hermana, entonces no has prestado atención.
Viktor exhala, como si ya esperara esa respuesta.
Se pone de pie.
—Eso pensé.
Y entonces, la puerta vuelve a abrirse.
Y esta vez, Nikolai está de vuelta.
Día 5
Hoy filman todo.
—¿Ves esto, princesa? —Nikolai sostiene el teléfono frente a mí, enfocándome—. Todo esto se lo enviaremos a tu hermana.
Mi corazón se detiene.
—¿No quieres hacerla sufrir, verdad? —susurra él, con una sonrisa perversa—. Pues imagina cómo se sentirá cuando te vea así.
Mi respiración se vuelve errática.
Pero no es miedo.
Es furia.
Porque no solo quieren quebrarme.
Quieren quebrarla a ella.
Y eso, no lo voy a permitir.
Día 6
No duermo.
No porque no quiera.
Sino porque no puedo.
Cada vez que cierro los ojos, espero el siguiente golpe.
La siguiente quemadura.
La siguiente burla.
Pero entonces, cuando todo está en silencio...
Siento unas manos cálidas tocando mis muñecas.
Abro los ojos con un jadeo.
Es Viktor.
Me está... curando.
No con magia. No con pociones.
Con vendas.
Con compresas frías.
Con sus propias manos.
Mi cuerpo quiere alejarse de él.
Pero estoy demasiado débil para resistir.
—Duele —susurro, sin querer.
Viktor no responde de inmediato.
Pero cuando lo hace...
Su voz suena más cansada de lo que nunca la había oído.
—Lo sé.
Día 7
Hoy Nikolai me corta.
No es un corte profundo.
Pero sí lo suficiente para que duela.
Y cuando Viktor ve la herida, su mandíbula se tensa.
#1471 en Fantasía
#257 en Magia
#448 en Joven Adulto
caza. magia. sangre, presa. hechizo. venganza., cazadores. brujas. sombras
Editado: 10.03.2025