Cazadores de Demonios

CAPÍTULO 6

JENNA

 

- Como sea- exclamó Lydia, después de haber estado parloteando de tantas cosas distintas que había perdido la cuenta. Estábamos en el laboratorio de biología, en unas prácticas en las que el objetivo era ver en el microscopio las dichosas células de una planta. La sala entera olía fuertemente a cebolla, pero al profesor no se le había ocurrido la ingeniosa idea de abrir la ventana. Poniendo la plaquita de vidrio bajo el microscopio, la pelirroja se giró hacia mí con una sonrisa peligrosa.- Este viernes habrá una fiesta en casa de Ethan Marshall.

 

- Umm, sí… Me lo ha dicho antes.

 

Decir no sería la palabra más correcta; más bien, el muchacho de cabellos revueltos había parecido de la nada detrás de la puerta de mi taquillero, dedicándome esa sonrisa provocativa y soltándome un ‘te veo en la fiesta de este viernes, Jenna’. No sabía muy bien qué era, pero había algo en ese chico que me hacía rabiar.

 

- Todos estamos invitados- siguió parloteando, emocionada, y de pronto, alzó la mirada hacia mí con atención.- Irás, ¿no?

 

Mi ceño se frunció ligeramente mientras tomaba el bolígrafo entre mis dedos, rodando los ojos.

 

- No soy mucho de fiestas- confesé, y ella me dio una mirada indignada, abriendo mucho los ojos.

 

- ¡Vamos, Jenna! Será tu primera fiesta en Greenwoods. ¡Además, irán todos! Tienes que venir… - me señaló con el dedo índice, como si estuviese planeando alguna cosa maquiavélica en su mente.- Y dile a Kyle que venga también, parece que os llevéis bien.

 

- ¿A Kyle?- dediqué una mirada a la derecha, donde el muchacho se encontraba sentado con otro chico de clase, y se me escapó un suspiro. Habíamos pasado la noche entera en vela, después de cenar la lasaña recalentada en el microondas, rebuscando de nuevo en los libros en busca de algún apartado que tratase humanos con una parte demoníaca en su interior. Había pensado que teniendo un hilo del que tirar las cosas serían más sencillas, pero había amanecido sin que encontrásemos nada de nada, y sabía lo preocupado y asustado que estaba.

 

- Bueno, lo pensaré- le respondí al fin a Lydia para que dejase de taladrarme con la mirada, y ella soltó un chillido emocionado que hizo que nos ganásemos una mirada fulminante por parte del profesor de biología.

 

- Es un amargado- murmuró entonces la pelirroja, devolviendo la mirada al ocular del microscopio.-Diablos, ni siquiera puedo ver nada en este cacharro.

 

- Deja que lo intente- me moví un poco en el taburete, apoyando un codo en la mesa del laboratorio, y con el ojo en el ocular, giré la ruedita para tratar de enfocar la fina capa de cebolla que debíamos mirar. Estuve a punto de exclamar con emoción que había encontrado algo que podría ser la pared celular que el profesor Philips había dibujado en el tablón de la pared, pero un sonido a mi derecha me hizo alzar la cabeza; de hecho, todos la alzamos.

 

Me puse en tensión cuando vi que Kyle se había puesto en pie, tropezando con el taburete. Balbuceó algo incomprensible, comenzando a caminar hacia la puerta, e ignoró el frío ‘¿A dónde vas, Mayers?’ que el profesor Philips le exclamaba por detrás.

 

- Ay, Dios, ¿está bien?- murmuró preocupada Lydia, y dejando mi bolígrafo en la mesa, me puse en pie rápidamente.- ¡Jenna!

 

- ¡Emerson!- me exclamó el profesor, y enrojecí cuando las miradas de todos se clavaron en mí, después de que Kyle abandonase la clase.

 

- Y-yo… disculpa, profesor Philips.

 

Salí corriendo de la clase, captando al último momento el cuerpo de Kyle, que se había metido en el baño de los chicos que se encontraba al final del pasillo. Me lo encontré apoyado en el borde del lavabo, con la mirad clavada en el suelo, respirando aceleradamente.

 

- Kyle, ¿estás bien?- susurré, acercándome. Busqué su mirada en el cristal, sintiendo alivio cuando vi que sus ojos seguían siendo grises. Asintió con la cabeza, abriendo el grifo para refrescarse la cara.- ¿Qué ha pasado? Casi me muero del susto, maldito.

 

Le puse una mano en el hombro, consciente de lo asustado que estaba.

 

- Creo que me estoy volviendo loco- admitió, mordiéndose el labio.- Había… algo, o alguien, controlándome. Sólo ha sido por un momento, pero ha sido como si perdiese control de mis actos.

 

- ¿Como ayer a la noche?- murmuré, confusa. Él asintió, pasándose una mano por el rostro.

 

- Hoy había una nota en mi taquilla- me dijo entonces, volviendo a hacer contacto visual conmigo a través del cristal.

 

- ¿Una nota?- me sobresalté, frunciendo el ceño.- ¿Qué decía?

 

En lugar de responder, rebuscó en su bolsillo trasero, pasándome un papel. Lo desdoblé sin poder evitar el nerviosismo que se había posado en mi estómago, y perdí algo de color en mis mejillas cuando llegué a la parte escrita.

 

¿Pero qué…?

 

‘25 de noviembre’, ponía, pero necesité un momento para descifrarlo. Parecía que un niño de dos años lo había escrito, tomando un lápiz de color azul y garabateando en el papel. Debajo de esa fecha, una palabra más aparecía representada, pero imposible entender qué decía entre tantas líneas que se entrelazaban y sobreponían.

 

- ¿25 de noviembre?- murmuré, confundida.- ¿Qué pasa el 25?

 

- Es la fecha en la que mis padres murieron.

 

Mierda.

 

- ¿Entiendes qué pone abajo?- me preguntó, aún apoyado en el borde del lavabo.- Parece ‘peligro’, pero… no tiene ningún sentido.

 

Estudié mejor aquel mamarracho, buscándole forma a las letras.

 

- Sí, ahora que lo dices…- me mordí el labio, preocupada.- ¿Sabes de alguien que podría dejar una nota así?




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