JENNA
El cartel de ‘Peligro, no pasar’ no ayudó a tranquilizar nuestros nervios. Sabía que estaba puesto ahí porque un edificio en ruinas, después de sufrir un incendio, según las noticias, por un escape de gas, era propenso a seguir rompiéndose en cualquier momento, poniendo en peligro cualquiera que estuviese dentro. El peligro sobre el que avisaban era la infraestructura de la iglesia, no la presencia demoníaca. Pero, aún así, aquellas palabras pintadas en rojo solo consiguieron que un escalofrío me recorriese la espalda.
La vieja iglesia de Greenwoods estaba a las afueras de la ciudad, en una zona apartada rodeada de árboles, lo que la hacía un lugar magnífico para invocar demonios y que nadie te viese. Por un segundo, pensé que debía haber dejado una nota sobre mi almohada, por si algo nos pasaba. Pero ya era tarde.
La puerta principal estaba entreabierta, y chirrió cuando la empujamos. El interior estaba en la penumbra, pero algo de luz se filtraba por las ventanas de vidrio de diversos tonos, muchas de ellas rotas tras el incendio. El suelo era blanco y negro, a cuadros, imitando el tablero de un ajedrez gigante, y estaba en su mayoría cubierta de cenizas y polvo. Había escombros y vigas quemadas por doquier, haciendo que tuviésemos que avanzar con cuidado para no tropezar.
- Esa cruz da mal rollo- comenté, señalando al fondo de la estancia, donde el enorme crucifijo, con Jesús clavado en él, presidía la estancia. Pensé que, incluso antes de incendiarse y relacionarlo con rituales demoníacos, aquel lugar igualmente debía ser algo aterrador.
- Todo en general- corroboró él, caminando muy junto a mí, sosteniendo un bate de béisbol con fuerza; debía admitir que era algo gracioso verlo sostener aquel pedazo de madera como si fuese un arma de verdad.- Es como en mi sueño, la cruz, el suelo, aquellos bancos contra la pared…
- Y allí está la marca- acabé, señalando con la mano. Él asintió, siguiendo la línea de mi mano.
- Mmm… ¿no… no deberíamos llamar a tus hermanos?- murmuró mientras me seguía, jugando con sus manos con nerviosismo.- Ellos parecen… mm… la clase de persona que sabría encargarse de esto.
Miré a mi alrededor, observando aquel signo demoníaco dibujado en rojo sobre la vieja pared de la iglesia.
- Mm, definitivamente no- respondí. Avisar a mis hermanos significa avisar a Whittemore. Lo siento, pero no.
- P-pero… ellos… saben pelear contra demonios.
- Te recuerdo que yo también soy una cazadora- repliqué, algo molesta.- Mira, tú has soñado con esta iglesia varias veces. Esta iglesia se quemó al mismo tiempo que empezaron los suicidios. Y, además, dices que puede que fueses tú, o tu forma demoníaca, quien invocó a los Shinigami. Obviamente todo está relacionado… sólo tenemos que encontrar el cómo.
Agarrando el bate con más fuerza, Kyle asintió.
- En mis sueños… yo dibujo la estrella. Y la dibujo con mi sangre…
- Y la estrella está dibujada con sangre- apunté, acercándome para ver mejor la marca de la pared.- Tú no podías saberlo, no habías venido aquí nunca antes. Lo que significa que tus sueños tienen algo de cierto.
- Pero no soy yo- insistió.- Me veo a mi mismo en el suelo, en el accidente. No soy yo, soy… otra persona. Otro cuerpo distinto.
- O a lo mejor podrían ser los recuerdos de otra persona- me encogí de hombros, consciente de que lo que decía no tenía mucho sentido. Sin embargo, la explicación que Kyle daba tampoco tenía ni pies ni cabeza.- Tal vez son los recuerdos de la persona anterior a ti en la que el demonio estuvo.
- ¿Eso es posible? ¿Los demonios guardan recuerdos?
- No lo sé. No lo había oído nunca… pero tu caso tampoco lo había oído, así que, quién sabe.
- Pero- Kyle se detuvo en medio de la frase, pensativo- si son los recuerdos de otra persona, esa persona estuvo presente en el accidente. Estuvo allí, en ese mismo momento en el que mis padres murieron y yo estuve a punto de hacerlo.
- Bueno, tal vez fue entonces cuando te pasó el demonio- le dije entonces.- ¿No recuerdas nada más estando aquí?
- No estoy seguro- respondió, dejando el bate de beisbol en el suelo. Caminó entonces hacia la pared, y vi algo que cambiaba en su expresión, pero que en aquel momento no supe describir.
Pasó un dedo sobre la marca roja, lentamente, dibujando la estrella por completo. Se había concentrado tanto que tuve miedo incluso de respirar demasiado fuerte, y yo misma sentí como si entrase en una especie de trance al ver su mano recorriendo lentamente el dibujo.
- Yo lo hice...- murmuró, pero parecía hablar más para él que para mí. Dejó la palma extendida sobre la pared, cerrando los ojos, y permaneció ahí. Me aparté un poco, dejándole espacio, pensando que tal vez estuviese tratando de recordar algo de sus extraños sueños, pero él ni siquiera parecía estar allí, conmigo.
- ¿Kyle?
Él apretó los párpados, clavando con más fuerza las yemas en la pared.
- Kyle- avancé hacia él con preocupación, poniendo una mano en su hombro.-Kyle, ¿estás bien?
Unos ojos negros me devolvieron la mirada. Solté un grito, echándome hacia atrás, y buscando con manos temblorosas la daga en el bolsillo, pero él no parecía tener intenciones de atacarme, como ocurrió aquella noche en mi casa. Volvió a regresar la atención a la pared, como quien mira con adoración un cuadro en un museo.
- Kahla- dijo, entre dientes, y, al principio, no entendí lo que decía.- Kahla hizo esto. Devoradora de muerte…
- ¿K-kyle?- susurré, con el corazón a mil por hora. Tuve miedo de volver a tocarlo, pues, si llegase el caso de que me atacase, no sabría que hacer. No podía matarlo. Pero tampoco podía dejar que él me matara.