LUNES 21
JENNA
En el silencio de la casa, el timbre resonó como un fuerte estruendo. Cerré el libro de demonología que había estado leyendo, y me puse en pie, calzándome las zapatillas de casa. Llevaba el día entero encerrada en casa, abriendo y cerrando libros de manera compulsiva, en busca de algo, cualquier cosa, que me diese una pista de cómo sacarle ese ente oscuro a Kyle.
No había vuelto a hablar con él desde la noche anterior, cuando le llamé para decirle que me había convertido en una cazadora de sangre de verdad. Colgué con una promesa, la promesa de que no me iba a rendir. Sabía que, en el fondo, la muerte de mi hermano lo había aterrado, pues debió de pensar que el dolor que sentía me impediría seguir ayudándolo.
Pero eso no iba a pasar. Iba a destruir a Kahla, costase lo que costase. Le haría pagar por todo lo que había hecho.
Kyle y Mara habían tenido que irse al instituto esa mañana; pese a que fuese difícil, y muy injusto, no tenían otro remedio que seguir con sus vidas de estudiante si no querían que la gente se enterase de que algo iba mal. No había vuelto a saber nada de ellos, por lo que estaba bastante en blanco cuando abrí la puerta.
Y, desde luego, no esperaba a la persona que apareció en el umbral.
- Lydia- aturdida, me hice a un lado para hacerle sitio y dejarla pasar, pero ella dudó, quieta en la puerta.
- Yo… siento mucho lo de tu hermano, Jenna- dijo en voz baja, jugando con la correa del bolso que llevaba colgando del hombro.- No quería molestar, pero… quiero hablar contigo.
- Pasa- le invité, y me obligué a dibujar una sonrisa para ella.
Ella me siguió hasta el sillón, y con un gesto rígido, tomó asiento en el borde del sofá. Cruzó las manos en su regazo, y sus ojos viajaron hacia todos lados, mirando todo menos mi rostro, aturdida con las montañas de libros que se apilaban aquí y allá en el suelo. Sin embargo, no hizo ningún comentario al respecto.
- ¿Quieres… algo, para beber, o…?
- Umm, no- negó rápidamente con la cabeza, y al fin sus ojos se alzaron hasta el sillón que quedaba a su par, donde yo me senté.- Mira… sé que… debes estar pasándolo mal… y que puede que no sea un buen momento, pero…- sacudió la cabeza, acomodándose los cabellos pelirrojos con unos dedos que temblaban ligeramente.- Le pregunté a Kyle, pero él… me dijo que hablase contigo. Esta incluso más raro que… bueno, que tú.
Lentamente, asentí con la cabeza. Sí, Kyle estaba raro, claro que lo estaba. Apenas quedaban dos días para que el 25 de Noviembre llegase, y no habíamos encontrado nada.
- Yo… necesito saberlo. Necesito que me digas la verdad.
- ¿Qué es, Lydia?- suspiré, esperando su pregunta, aunque, en realidad, podía imaginarme cuál sería.
- Necesito que me digas si lo que pasó en el ‘Hostal Reina’ tenía que ver con ese hombre que nos atacó en el instituto- escupió al fin, agarrando con fuerza el borde de la falda de cuadros que vestía. Su rostro había palidecido, y sus labios temblaron.
- Lydia…
- Tu hermano y tú os ‘caísteis’ desde un tejado, Jenna- hizo una mueca cuando pronunció la palabra ‘caísteis’, como si se le atragantase en la garganta.- Casi… casi te mueres- soltó un jadeo, tratando de controlar su voz.- Necesito la verdad, necesito una explicación, yo…
- Sí- suspiré.- Sí, Lydia, tiene que ver.
Las advertencias de mis hermanos regresaron a mi mente. La fina línea que separaba nuestro mundo del de los demás, los riesgos y las catástrofes que ocurrían cuando la cruzábamos. Pero, ¿realmente importaba ya que una catástrofe ocurriese? ¿Realmente nos quedaba, me quedaba, algo que perder? Kaleb muerto. Kyle, a punto de completar un ritual demoníaco del que nada sabíamos, el cual no teníamos ni medios, ni tiempo, ni fuerzas para detener. ¿Realmente merecía la pena que la que fue mi mejor amiga enloqueciese con todas aquellas sombras que se alzaban a nuestro alrededor?
- ¿Sabes? Creo que te lo contaré- le dije, cruzando una pierna sobre la otra y apoyando la cabeza en el respaldo del sillón.- ¿Qué clase de amiga sería si te mintiese, otra vez?
- Jenna…
- Esos hombres son demonios, Lydia. O, mejor dicho, lo eran. Lo eran, porque los cinco están muertos.
- ¿Qué?- la muchacha alzó una rojiza ceja, sacudiendo la cabeza.- No me trates como a una idiota, Jenna.
- Te aseguro que es lo último que pienso de ti, Lydia- le aseguré.- Pero querías la verdad, ¿y quién soy yo para negártela?- mi voz sonó más amarga de lo que pretendía, pero un nudo que llevaba demasiados días apretando en mi pecho comenzaba ya a soltarse.- El hombre que nos atacó en el instituto era un demonio. Y, su objetivo, era yo. Deseaba matarme, porque yo había matado a dos de los suyos.
- ¿Q-qué…?
- Porque soy una cazadora- le dije, apretando mucho los dientes. Una cazadora. ¿A dónde nos había llevado eso? ¿Qué tenía yo de cazadora, si había dejado a mi hermano morir, si no era capaz de salvar a mi mejor amigo?
- Jenna, basta- Lydia entrecerró los ojos, mirándome con molestia.- Si no vas a decirme la verdad, si quieres que me vaya, sólo dímelo, pero deja ya de…
- ¿Y Kyle?-le interrumpí, ignorando su voz.- Kyle controló al demonio en el instituto, ¿recuerdas? Lo controló, porque en su interior habita la mitad del demonio que invocó a los cinco hermanos. Y la otra mirad habita en el cuerpo de Gabriel Sharman, el profesor de literatura. ¿Pero cuál es el problema? Que la mitad de Gabriel desea unirse con la mitad de Kyle, así que, este jueves a medianoche, lo matará para conseguirlo.