Cazadores de Demonios

CAPÍTULO 29

JUEVES 24

 

JENNA

 

Era difícil ignorar las miradas que recibía cada vez que daba un paso por el pasillo. Había ido a clase por dos razones principales, porque no quería quedarme en casa sola otra vez, mirando aquellas paredes que cada vez se acercaban más, y porque tenía que mantener un ojo puesto en Kyle.

 

Todos hablaban de que mi hermano y yo habíamos caído desde una azotea. Ahora que los días de luto habían acabado, también lo hacía el respeto, y susurraban respecto a la razón por la que nos encontrábamos allí, y lo que verdaderamente había ocurrido para que ambos nos precipitásemos al vacío de esa manera tan trágica.

 

-Tenemos literatura- comentó con una alegría fingida Mara, apareciendo junto a las taquillas.

 

-Podríamos saltárnosla- Lydia se mordía las uñas con nerviosismo.- ¿Y si decide hacer algo? ¿Y si se transforma en un demonio, y…?

 

- Sí, y le salen cuernos y cola- ironizó la muchacha de cabello negro, rodando los ojos, y Lydia le fulminó con la mirada, para después girarse hacia mí como si yo tuviese las respuestas a todos los problemas del mundo.

 

- No creo que vaya a transformarse en un demonio- murmuré, levantando la vista de mi teléfono. Sin embargo, no me sentía tranquila.- ¿Dónde está Kyle, por cierto?

 

-Creo que ha ido al baño.

 

-Voy a ir a ver.

 

Pero Mara me agarró del brazo, rodando los ojos hacia un lado.

 

- Tía, déjale algo de espacio personal. Igual sólo quiere estar sólo.

 

- Nuestro profesor de literatura pretender hacer un ritual demoníaco esta noche para matarlo, Mara- fue mi turno de rodar los ojos.- Entenderás que esté preocupada…

 

- Una cosa es estar preocupada, y otra…

 

-Shh- Lydia nos mandó callar a ambas.- Ya viene.

 

Las tres nos giramos, para descubrir que no sólo Kyle se acercaba, si no que Gabriel también. Ambos se cruzaron por el pasillo, y hubo un momento tan tenso que sentí como el aire me faltaba y el corazón se me detenía. Ambos intercambiaron miradas, y una escalofriante sonrisa se posó en los labios de los dos, como si hablasen un idioma que nadie más comprendía.

 

El hombre entró al aula donde nos tocaba dar clase, y Kyle no tardó en seguirlo, mezclándose con otros alumnos.

 

-¿Qué coño ha sido eso?

 

-Vamos a clase- siseé, en respuesta.

 

***

Ver a Kyle asustado era algo que siempre me producía angustia en el interior, como un puño que te apretuja el pecho y te impide respirar. Siempre pensé que no había nada peor que eso, pero me equivocaba: era mil veces más espeluznante ver a Kyle calmado, incluso sonriente, mientras el profesor Sharman daba su clase.

 

Aquella tranquilidad ni siquiera varió cuando el hombre se dirigió a él, reprendiéndolo por no estar prestando atención -cosa que nunca, ningún profesor había hecho-, y le impuso un castigo por la tarde. Miré hacia Kyle, intentando buscar algún signo de duda, incluso de preocupación, pero él continuó garabateando en su cuaderno como si nada hubiese ocurrido.

 

‘Esto es malo’, le escribí a Mara, y me llevé un sobresalto cuando el mensaje se escuchó en alto. La muchacha había sacado el teléfono sobre la mesa, y, al parecer, lo tenía a todo volumen, pues el ‘tlin’ que avisaba de una nueva notificación hizo a todos los alumnos callar de golpe.

 

- Mara, sabes que el uso de los teléfonos móviles está prohibido en clase- Gabriel se detuvo frente a la mesa de la muchacha, apoyando una mano en el borde. La clase volvió a sumirse en el silencio, todos mirando hacia la primera fila, donde estaba ocurriendo la escena.

 

- Sí, lo sé- asintió ella con calma, echándose hacia atrás en la silla. Sin embargo, no ocultó el aparato, si no que continuó utilizándolo como si nada.- Pero estoy haciendo algo importante.

 

Habló con una chulería que no era típica ni siquiera de ella. Fui repentinamente consciente de que me estaba mordiendo las uñas con demasiada fuerza, pero es que notaba la ansiedad creciendo en mí, a pesar de entender cuál era el plan de la chica. No era capaz de verlo desde mi asiento, pero estaba casi segura que los ojos de Gabriel eran ahora dos pozos oscuros, mientras se agachaba sobre la mesa y miraba a la joven fijamente.

 

- Estoy seguro de que puede esperar a más tarde- pronunció el hombre con calma. Era obvio, al menos para mí, que Mara quería ser castigada junto con Kyle, y que Gabriel estaba haciendo todo lo posible evitarlo.

 

-No- negó entonces Mara, con altanería, y los comentarios susurrados comenzaron a llenar el aula otra vez. ‘¿Pero qué hace?’, ‘¿Es que se le ha ido la pinza’?, ‘No entiendo qué está ocurriendo’, y frases similares sonaban a nuestro alrededor.

 

- Entonces sal del aula, y regresa cuando termines- se notaba que la paciencia de Gabriel se estaba acabando; al fin y al cabo, como profesor tenía la obligación de castigarla, y los alumnos hablarían sobre ello si no lo hacía.

 

Mara alzó la cabeza de la pantalla de nuevo, y vi desde mi sitio que una sonrisa petulante cubría su rostro.

 

- Estoy bien aquí. Puede seguir con la clase, profesor Sharman, a mí no me molesta.

 

El hombre apretó la mandíbula, se enderezó, y arrancó de las manos de la muchacha el teléfono móvil.

 

- Parece que tú también te has ganado unas horas de detención, señorita Fox. ¡Bueno, es suficiente!- se giró hacia la clase, que calló de golpe al notar el tono enojado del profesor.- Poneos a hacer los ejercicios del libro, ¡en silencio!

 

Agarré el bolígrafo, consciente de que la mano me temblaba incontrolablemente. Cuando alcé un poco la mirada, los ojos de Gabriel Sharman estaban posados sobre mí, con una advertencia asesina que heló mi cuerpo desde la cabeza a los pies.




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