Cazadores de Demonios

CAPÍTULO 37

 

JENNA

 

La taza de té calentaba mis manos, y, pese a que no le había dado ni siquiera un sorbo, era reconfortante ver el humo saliendo de la oscura superficie. Frey se había marchado, alegando que tenía que ir a hacer unos recados, aunque tenía la sospecha de que se había marchado porque no soportaba seguir sintiendo mi mirada sobre él. Y es que no podía evitar sentir una profunda rabia cada vez que recordaba que se había marchado, dejándome sola.

 

- Escucha...- la voz de Kyle sonó vacilante, y cuando regresé la mirada hacia él, me lo encontré observando fijamente el suelo. Llevábamos un buen rato en silencio, sentados en el sofá.- Yo… siento lo que hice cuando… cuando Kahla me poseyó. Sé que dije cosas horribles… sobre ti, y sobre Kaleb, y…

 

-Kyle, no te disculpes- le pedí, notando que algo se me removía en el pecho al rememorar aquella conversación.

 

-Debo hacerlo- suspiró entonces, y cuando alzó el rostro hacia mí, vi sus ojos grisáceos brillando con fuerza.- Sé que vas a decir que no fue mi culpa, porque estaba poseído y Kahla me controlaba.

 

-Es exactamente lo que pienso.

 

-Lo sé- continuó.- Pero pese a eso, recuerdo la mayoría de cosas que ocurrieron… y aunque no podía controlar lo que hacía o decía, sigo recordando que fui yo quien lo hizo. Así que… lo siento mucho, Jenna.

 

Con duda, sus manos se acercaron hasta las mías y las sostuvieron. El tierno gesto me removió el estómago, y las apreté con fuerza, con cariño.

 

- Bien, si es lo que quieres...-acepté- te perdono. Perdono lo que dijiste, Kyle. Y yo… siento no haber llegado a tiempo a la iglesia. No pude detener el ritual…

 

-Pero luego me salvaste.

 

-Sí, pero...-logré callarme a tiempo. Podía ver en el rostro de Kyle que aquella no era una conversación agradable, y, pese a que deseaba saber todo sobre lo que ocurrió, preferí no preguntarle nada sobre el momento en el que el ritual se llevó a cabo. Sacudí la cabeza, mordiéndome un poco el labio.- Respecto a eso… ¿qué hay de Gabriel?

 

Debo admitir que me costó muchísimo dar el paso y sacarlo en la conversación. Apenas podía recordar lo que ocurrió en la parte trasera de la iglesia, y la respuesta que Kyle pudiese darme me aterraba hasta lo más profundo.

 

-Gabriel está bien-me informó Kyle.- Frey se encargó de contarle todo lo que ocurrió… él prácticamente no recuerda nada de lo que ha ocurrido este último año.

 

-Pero está… ¿sano?

 

Él asintió con la cabeza.

 

-De alguna manera, lograste sacar a Kahla de su interior, y lo salvaste.

 

Me quedé en silencio, mirando mis manos. Sí, saqué a Kahla… y la absorbí, con mis propias manos. Eso ni siquiera debería ser posible, una de las primeras reglas, lo más básico que un cazador aprendía cuando comenzaba con su educación, era que los demonios se mataban con dagas de plata. Pero en aquella pelea, yo no había tenido ninguna.

 

-Escucha, no te preocupes demasiado- Kyle se había puesto en pie, y tuve un momento de terror al darme cuenta que tenía intenciones de marcharse.- Poco a poco recordarás lo que ocurrió… Ahora lo importante es que descanses y te recuperes.

 

-Ya...- me obligué a asentir con la cabeza.- ¿Te… vas?

 

-Debo irme-asintió.- Mi tía cree que estábamos haciendo los deberes. Ha sido realmente difícil esconderle todo esto…

 

-Ya, supongo que sí.

 

-Te llamaré a la noche, ¿de acuerdo?-me dijo, viendo que me oponía a soltar su mano.-Descansa mucho, Jenna.

 

-Sí…

 

-Y...- se mordió el labio, como si pareciese indeciso.- Habla con Frey, ¿de acuerdo? Él… bueno, está muy… arrepentido de lo que ocurrió.

 

-Ya-esta vez sí, solté su mano y aparté la mirada.

 

-Jenna, es en serio-me dijo él con paciencia.- Deja que se explique, ¿vale? No seas tan cabezona.

 

-No soy cabezona.

 

-Lo que tú digas...-Kyle rodó los ojos, y yo imité su gesto.- Nos vemos mañana, ¿vale?

 

Asentí con la cabeza, viendo cómo se alejaba. Y, cuando ya llegó a la puerta de la entrada, no pude evitar llamarlo.

 

-Kyle...-él se detuvo, girando la cabeza.-No sabes cómo me alegro de que estés vivo.

 

***

 

El suave golpeteo en la puerta hizo que abriese los ojos. Por un momento me paré, confusa, hasta que comprendí que me encontraba en el sofá de mi salón. Al parecer, me había quedado profundamente dormida después de que Kyle se marchase.

 

Caminé, descalza, hacia la puerta de la entrada, preguntándome quién podía ser. Al pensar en Lydia y Mara, recordé que aún no les había llamado para preguntarles cómo se encontraban. Me prometí que lo haría en cuanto atendiese a quien había llamado a la puerta.

 

-¿Sí?- al abrirla, me quedé momentáneamente petrificada al ver a Kyle frente a mí.-¿Te has dejado algo?

 

Él no respondió. Se quedó parado ahí, frente a mí, y, cuando alzó el rostro, lo vi.

 

Sus ojos eran completamente negros.

 

Estoy en una pesadilla.

 

-Con qué facilidad te lo has creído todo, ¿eh?- se burló él. Su voz ya no era la de Kyle, si no la de Kahla, esa que tantas veces había oído en los últimos días. Di un paso hacia atrás, sintiendo que todo mi cuerpo empezaba a temblar de manera incontrolada.

 

Estoy en una pesadilla, me intenté convencer.

 

-No eres real. Kahla está muerta.

 

Los labios del muchacho se alzaron en una sonrisa fría. Entonces, reparé en que en la mano derecha llevaba una daga de plata.

 

- Venga, Jenna...- suspiró, pasando el arma de una mano a la otra.- Sabes que no es cierto. ¿Cómo piensas que me mataste, si ni siquiera usaste una de estas?




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