Cazadores de Deregron: El lobo y el vampiro

7- Dragón de piedra

Sakharov.

Mi plan de llevarla con los vampiros, en cierto modo, resulto muy diferente; pero parece que el golpe que se había dado Cath en el suelo cuando se desmayó, hizo que algo de su mentalidad cambiara y la hacía cooperar para que yo pueda llevarla con los vampiros.

De seguro pensaba que los podía destruir, pero apenas levantara un dedo la matarían, como ella hizo con algunos vampiros hace tiempo, debía mantenerla bien vigilada para que nadie salga herido, inclusive ella, creo que iba a hacer lo más difícil que vaya a hacer en años.

Luego de unas increíbles largas horas (en las que me volteaba para verificar que Cath aún me seguía, y no estaba a punto de matarme), llegamos al límite este del Territorio Escamoso, famoso por sus letales dragones.

- ¿Por dónde exactamente iremos? Pensé que los vampiros se encontraban en algún lugar en el sur.

-Te equivocas, están hacia el oeste, en el confín del continente exactamente- no me preocupaba en lo absoluto darle información tan valiosa, ya que sabía que ella lo iba a olvidar en cuanto saliera nuevamente del Territorio de los Vampiros, también sabía que en su pequeño cerebro humano ya estaba trazando un plan para matarme o algo así, pero, pero para solucionar eso estaban los vampiros y se podían encargar de eso tranquilamente.- Rodearemos el Territorio Escamoso- proseguí- entraremos al Bosque Oscuro por unos cuantos metros y después lo bordearemos hasta llegar al Territorio de los Lobos y finalmente llegar al Territorio de los Vampiros- Cath no me contesto por lo que me di vuelta.

Ella se había detenido a unos metros observando algo.

- ¿Qué sucede? - le pregunte.

- ¿Es real?

Mire lo que ella estaba observando. Era una estatua, una gigantesca, pero solo se veía la cabeza, el resto estaba oculto detrás del denso follaje.

Era un dragón.

La estatua tenía la boca abierta, así que se le podían ver los grandes y filosos dientes; sus ojos estaban abiertos de par en par y se podían ver claramente todas sus escamas, hasta las más pequeñas.

-Si- le respondí con cierta tristeza en la voz.

->>Cuando era pequeña, mi madre me contaba historias de dragones- me conto- me había contado que los dragones estuvieron en guerra por algunos siglos por un motivo tan antiguo que se ha olvidado, esto fue así hasta que el dragón más grande de todos se cansó e intento poner orden; sin embargo todos estaban en desacuerdo y prosiguieron con estos enfrentamientos que destruía todo a su paso, así que el gigantesco dragón en una avalancha de furia transformo a todos los dragones que se negaban a realizar la paz, en piedra para que se mantuvieran así como castigo por el fin de los tiempos. Paro de hablar un momento- Las historias y las leyendas, ¿son ciertas? - me miro con algo parecido al asombro en su cara.

-Lamentablemente, son ciertas- me acerque hacia el dragón congelado en el tiempo- ¿Recuerdas cómo se llamaba el gran dragón? - se quedó callada observando al reptil gigante.

-Deregron- dijimos al unísono.

-Así es, Deregron, como el continente- seguí observando todos los detalles del animal, memorizándolos- Aunque murió hace muchos, muchísimos años, algunos creen que sigue durmiendo bajo la tierra y que cada roca que sobresale es una de sus escamas.

Levante la vista y la mire, ella aun observaba sorprendida al dragón, tal vez procesando la realidad pasada. Aunque la guerra de los dragones había sucedido mucho antes de que yo naciera, por algún motivo, tenía algo así como algún “recuerdo” de lo sucedido, recordaba fuego, mucho fuego, quemando todo alrededor, la verdad, no tenía idea de donde provenían esos recuerdos, tal vez fui un dragón en mi vida pasada, pero lo dudo mucho y es algo tonto de pensar, aun así, es algo que no le conté nunca a nadie.

-Debemos seguir- le dije y me di vuelta para seguir caminando. No estábamos muy lejos del Bosque Oscuro, pero teníamos mucho que recorrer, sobre todo si uno no tenía cuatro patas, y estar en ese bosque de noche no era buena idea.

-Debemos seguir- le dije y me di vuelta para seguir caminando. No estábamos muy lejos del Bosque Oscuro, pero teníamos mucho que recorrer, sobre todo si uno no tenía cuatro patas, y estar en ese bosque de noche no era buena idea.

-Aun no comprendo, ¿Por qué accediste tan fácilmente a llevarme con los vampiros sabiendo quién soy? - me pregunto Cath después de unos minutos de silencio caminando.

Aun no sabía si decirle la verdad de porque la llevaba, los vampiros tendrían que ocuparse de eso también, mientras tanto solo daría respuestas tontas.

-Tú me lo pediste- le asegure.

-Pero sabes que los mataré…

-Lo sé, pero al mismo tiempo sé que no lo harás.

-Porque tengo corazón puro, ¿o alguna pendejada así?

-Cath, no te ofendas, pero tú tienes todo menos corazón puro- la escuche gruñir.

-Ya te dije que no me llames Cath.

-Y yo te dije que te llamare como tenga ganas. - no me contesto, pensé que lo mejor era no decir nada más.

Caminamos por algunas horas en completo silencio, Cath no se revelo ni nada, simplemente camino detrás de mí en silencio viendo cada detalle del bosque. Ya era casi mediodía y finalmente habíamos llegado al Bosque Oscuro, no había que entrar para preguntarse por qué se llamaba así; el umbral del bosque parecía que se tragaba toda la luz del sol, los árboles y el pasto eran de un verde tan oscuro que parecía negro, parecía como si el mismo bosque se hubiera cansado de los tonos verdosos y opto por el negro.

-Así que este es el Bosque Oscuro, nunca había venido tan cerca de él y menos entrado- me dijo, tal vez pude sentir algo de miedo en su voz, pero lo dudaba; sin embargo, mi olfato decía lo contrario.

-No temas, Catherine…

-No tengo miedo- dijo apresuradamente.

-Eso es lo que una persona con miedo diría.

- ¡No le temo a nada! - me quede quieto, retrocedí un paso de ella y la mire.




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