Cazadores de Deregron: El lobo y el vampiro

12- Descubrimiento

Catherine

Sentía nuevamente el suelo contra mi espalda, abrí los ojos y pude ver el cielo azulado con los primeros rayos de sol, estaba en un bosque.

Me senté, y sentí las hojas y el pasto debajo de mí, la cabeza me daba vueltas, no recordaba que estaba haciendo ahí, tal vez tomé demasiado alcohol la noche anterior y me había quedado inconsciente.

Después de unos minutos la imagen de unos colmillos blancos y unos ojos azules vinieron a mi mente.

Vampiros.

Había estado en el Territorio de los Vampiros.

Me levanté del suelo abruptamente ante el recuerdo. Miré en todas las direcciones posibles, pero no recordaba el camino de vuelta.

-Mierda ¡Maldición! - chillé.

Esos horrendos seres borraron de mi memoria el camino de vuelta, nada se me hacía familiar para seguir o ubicarme, nada.

Solamente conocía el camino de vuelta a mi hogar, así que no tuve otra opción que dirigirme hacia allí.

Pasé por el patio donde había sido el funeral de mi madre, de mi supuesta "madre". Todo estaba sucio y algunos sirvientes aún seguían limpiando, algunos de los que levantaron la vista se tensaron mientras pasaba, tal vez era por mi ropa sucia, sudada y rota de mi caminata de anoche o porque simplemente me temían.

Los ignoré a todos.

Y comencé a caminar por el gran pasillo cuando vi que Rachel venia con valijas y bolsas.

-Señorita Blasswood...

-Rápido Rachel, tengo vampiros que cazar.

-Me iré y no volveré- dijo apresuradamente.

-!¿Qué?¡

-Lo lamento señorita Blasswood.

-Pero ¿Por qué? ¿Vas a renunciar?

-Lo lamento nuevamente, pero yo le servía a su madre, no a usted y como ahora su madre ya no se encuentra, pienso que lo mejor es irme- dijo con una sonrisita triste, pero servicial, como siempre lo había sido ella: una simple sierva.

Me quedé sin palabras, no sabía qué iba a hacer sin Rachel, aunque la tratase mal y fuera inferior a mí, era la sirvienta más fiel que tenía y sabía que podía confiar en ella plenamente.

-Rachel... te necesito, no te puedes ir- dije con un poco de súplica en mi voz.

-Eso suena muy conmovedor de su parte, señorita Blasswood, pero ya tomé mi decisión- dijo y agarró con fuerza sus maletas, me rodeó y empezó a caminar hacia la puerta.

Estaba sola.

Podía tener miles de sirvientes alrededor, pero sin Rachel era como estar sin nadie, aunque la despreciara.

Y ahí me di cuenta de muchas cosas:

Mi madre estaba muerta.

Rachel se fue.

Yo era un maldito vampiro.

Y debía aceptarlo, en el fondo lo sabía.

Me dirigí hacia mi habitación, esperaba ver la caja con valiosa información sobre mi cama, pero no estaba allí, en cambio la encontré en una repisa entre libros polvorientos, la saqué de allí y me senté en mi escritorio que estaba en frente de mi cama y al lado de un librero. Suspiré y con toda la fuerza de voluntad del mundo abrí la pequeña e inofensiva caja.

Adentro se notaba muy bien que alguien había metido mano porque todo estaba desordenado y revuelto. Pude ver que las "fotos" que había logrado ver antes, eran, en realidad, pequeños papeles con pinturas y retratos de vampiros, o al menos eso es lo que pensaba al ver sus ojos azules y su piel pálida y poco natural. Una en especial me llamó la atención, era la de un hombre con cabello de un marrón oscuro... como el mío y unos impresionantes ojos azules. Atrás de esta imagen tenía escrito algo:

"Vincent Scraft, Rey de los Vampiros"

En otra imagen se encontraba Ravette, con esa mirada y sonrisa sarcástica que tanto la caracterizaba, y atrás de ésta había otro escrito:

"Ravette Calvery, Reina de Esqueletos"

Así que la tan apuesta Ravette no era reina de los vampiros, sino de los esqueletos, criaturas que transitan una segunda vida y que deambulan por todo Deregron.

En la caja, también había un pequeño cuaderno, todo escrito por la letra de mi madre, en la primera página decía: "como llegar a casa". Eso era extraño ¿acaso tenía que tener un mapa para saber cómo volver a esta mansión? Eso era imposible, conocía cada camino de vuelta por más extraño que pareciera. Al menos que yo nunca haya pertenecido a este lugar...

Dejé el cuaderno a un lado, no quería amargarme más. Sin embargo, en el fondo de la caja, bien escondida, estaba la carta que me había leído Ravette. Decidí leerla nuevamente, pues, aunque ya sabía de qué se trataba, quería leer las últimas palabras de mi madre de nuevo.

Querida Catherine:

No estoy segura si ya lo has descubierto o no, pero eres parte vampiro. Tu madre, tu verdadera madre, es Ravette Calvery y tu padre es Vincent Scraft. Dos poderosos vampiros, por lo que tú, Cath, tienes todos los poderes de ellos dos y más.

De seguro te debes estar preguntando cómo lo sé, pues nunca me sentí tu verdadera madre, así que me puse a investigar un poco y descubrí que Vincent me había hechizado para que pensara que te había dado a luz. Él también me convenció a mí y a ti de que los vampiros son seres malévolos y que deberían ser cazados.

Yo antes los apreciaba, me parecían criaturas magnificas llenas de poder, pero su misma magia me obligó a odiarlos.

Catherine... no fuiste una buena niña, eras sumamente insoportable y molesta, pero aun así yo te quise con todo mi ser, y espero que tú hallas sentido lo mismo en algún momento.

Minerva.

PD: Para saber cómo llegar al Territorio de los Vampiros sigue las instrucciones del pequeño cuaderno.

Hasta nunca...

Tenía miles de pensamientos y preguntas que atravesaron por mi cabeza en ese momento.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.