Catherine
- ¡Ahí estás! Finalmente, pensé que no ibas a venir- dijo felizmente mientras se levantaba una mujer de cabello rubio oscuro y largo.
Mientras más me acercaba a la mesa me pude fijar en las criaturas que estaban allí sentadas. En la punta de ésta se encontraba Ravette con una expresión aburrida mientras golpeada rítmicamente la mesa con sus uñas, a su derecha estaba Moyra que, como arte de magia, ahora tenía el cabello más largo; con Nazneen a su lado, aún no podía creer que esa vampirita fuera mi prima, y mucho menos que fuera mayor que yo.
A la izquierda de Ravette había dos sillas vacías, una en donde había estado sentada la mujer y otra que seguramente me pertenecía.
Pero había más criaturas, al lado de las dos sillas vacías se encontraba Mazknét junto a un hombre mayor que en edad humana pudo haber tenido cerca de sesenta años por su cabello y barba plateada.
Al lado de Nazneen se encontraba una chica de aproximadamente dieciséis años con pelo corto con una franja blanca en él y ropas de cuero; a su lado había un hombre corpulento de ojos amarillos y cabello castaño que también tenía ropas de cuero y, finalmente, había otra mujer como de unos veinte, con pelo negro y corto hasta los hombros y cara seria. Pude determinar que todos ellos eran licántropos debido a esos perturbantes ojos amarillos que tenían.
Me di la vuelta para ver si Sakharov me había seguido, pero él se quedó en la entrada para luego dirigirse a otra mesa alejada y oculta entre las sombras.
Todos nos encontrábamos en una habitación gigantesca con altos techos recubiertos de una brillante pintura dorada que simulaba ser oro. La mesa ocupada estaba en medio del salón y estaba repleta de comida que nadie había tocado todavía. Al mismo tiempo, había ventanales gigantes que contenían pesadas cortinas de terciopelo rojo. En los lugares donde no llegaba la luz de las arañas colgadas del techo se habían acumulado las mesas y sillas que muy seguramente, antes ocupaban gran parte del salón.
-Vamos, siéntate con nosotros- la mujer me tomó del hombro y me dirigió a mi silla, la cual era la que estaba al lado de Mazknét.
-Em... hola- dije tímidamente.
Ravette me miraba con una cara de superioridad como si estuviera esperando que fallara en decir algo, como si simplemente estuviera feliz de verme en ese estado de timidez.
- ¿Qué tal si nos presentamos primero? ¿Qué piensas? - preguntó la mujer intentando romper el silencio incómodo que se había creado tras mi llegada, en ese momento logré ver los largos colmillos en su boca que indicaban que era un vampiro-. Yo soy Kalá, pero para ti yo soy tu abuela.
"Abuela", había escuchado esa palabra muchas veces, pero no que formara parte de mi familia; pues mis "abuelos" humanos habían muerto mucho antes de mi existencia.
-No caigas en sus encantos, niña, es una zorra en cuanto menos te des cuenta- dijo Ravette con su cabeza apoyada en una mano ¿Tenía que ser así de desagradable? ¿No podía simplemente guardarse sus irónicos comentarios?
-Ay ya cállate, Ravette, no le hagas creer esas cosas a... ¿Cómo dijiste que te llamabas?
La pregunta me tomó de sorpresa ¿Dónde había estado viviendo esta mujer? ¿Acaso no se daba cuenta de que estaba frente a una gran cazadora?
-Me llamo... Catherine. Catherine Blasswood- me sentía mejor usando mi apellido humano, después de todo no estaba del todo segura si pertenecía a esta "familia". Tras mi respuesta se generó otro incómodo silencio que me obligó a bajar la mirada.
- ¿No la reconocen? Es la tonta cazadora que mató a sangre fría a varios de los nuestros- dijo la licántropa más joven que estaba cómodamente sentada con un brazo en el respaldo de la silla y las piernas cruzadas como si no le importara nada y no perteneciera a ese aseado lugar.
-Calvery, querrás decir- dijo en un susurro Kalá, el apellido de mi madre.
-Cuidado madre, no te vayas a descontrolar- dijo Ravette con una pequeña risita mientras observaba distraída a Kalá.
-Em ¿Por qué no seguimos con las presentaciones? Supongo que ya conoces a Moyra y a Nazneen- asentí- la niña que te ha contestado mal es Freya, princesa de los licántropos.
La chica sonrió descaradamente.
-Mejor ten más cuidado de cómo hablas de mi hermana- dijo gruñendo el hombre al lado de ella.
-Si, lo siento ¿Por qué no los presentas tú, Iorek?- lo retó Kalá, él gruñó de nuevo antes de mirarme y clavar esos ojos amarillos sobre mí.
-Yo soy Iorek, rey de los hombres lobo, soy un licántropo compartido o espiritual, eso significa que necesito de una especie de lobo en particular para poder activar mis poderes y además poder compartir mi alma con éste- señaló con la cabeza a dos lobos gigantes que estaban por detrás de él, acostados; eran tan grandes que, si se paraban en dos patas, muy seguramente me pasarían en altura-. Él es Morko, mi lobo. El otro es Star, la loba de mi prima, Luna- señaló a la mujer a su derecha que me observaba con sus ojos amarillos con una expresión de profunda tranquilidad-. Y ella es mi hermana menor, Freya, ella es una licántropa común, tiene las habilidades de un lobo y nada más-. Freya bajó la mirada como si estuviera decepcionada de ella misma por ser, al parecer, la menos increíble de los tres. Me dio un poco de pena.
Le pegué un vistazo a los dos lobos que estaban echados en el suelo. Morko parecía ser un lobo bastante tranquilo con su pelaje marrón que muy seguramente se mezclaba entre las hojas de otoño. Por el otro lado, Star parecía tener una personalidad más salvaje y no me sorprendería si ella y su dueña tuvieran la costumbre de salir días enteros a cazar, a diferencia de Morko, su pelaje era mucho más oscuro, casi negro.
-Siempre pensé que, de los tres, Freya era la más simpática, en especial después de lo de su madre...- comentó sarcásticamente Kalá con una expresión de aburrimiento.