Cazadores de Deregron: El lobo y el vampiro

19- Lujuria e ira

Moyra

Había tenido muchas parejas a lo largo de mi existencia, y el hombre pálido que estaba al lado mío no era la excepción.

Tenía una extraña obsesión: solía buscar criaturas de sangre caliente y viva, solía salir con ellas durante un tiempo, acostarme con ellos, como ahora, pero cuando me aburría les succionaba la sangre.

Como ahora.

Me parece que su nombre era Peter, un hechicero joven que recién había ingresado a trabajar con pociones, lo había convencido para llevarlo a la cama, pero yo seguía furiosa con mi madre; y la lujuria con la ira son dos pecados que no se deberían mezclar, pues todo acabo con Peter muerto a causa de una mordedura en su cuello, su sangre manchando mi boca y digiriéndose en mi estómago.

Pensé en Vincent, el esposo de Ravette, no me imaginaba una vida con él. Antes de que Ravette lo conociera, mi madre había hecho un plan muy meticuloso en el que yo terminaba casada con él y así, haría crecer las riquezas de mi familia. Sin embargo, sus planes se vieron interrumpidos cuando Vincent se fijó en mi hermana y nunca me lanzó una vista hacia mí. Por más tonto que sonara, mi madre se enojó por ello, por el simple error del destino en el que la hija equivocada se casó con el rey más poderoso que jamás hubiera existido.

Por el otro lado, Káiser siempre fue olvidado por nuestra madre. Yo debería haberme casado con Vincent, reinar durante algunos años y luego mi madre se encargaría de conseguirle un esposo apropiado a Ravette, pero, al parecer, el destino cambió el rumbo.

Luego de veinte siglos de estar casados sin la aprobación de mi madre; el amor entre Ravette y Vincent se desvaneció de a poco y algo cambió en mi hermana, no estoy segura de qué fue, pero se volvió fría y calculadora, desde entonces nunca más fue la misma.

Me levanté.

Vi mi cuerpo semidesnudo en el espejo de mi habitación, pude observar los moretones en mis muslos; los hechiceros solían volverse muy violentos cuando la lujuria los invadía. Sin embargo, lo había matado antes de que pudiera seguir con sus fantasías.

Me cambié, envolví el cuerpo de Peter en una sábana y lo cargué como si nada y lo llevé a los incineradores de los pisos inferiores y observé como su cuerpo se convertía en ceniza.

Haría un acta anónima que declarara que su muerte fue accidental durante un experimento con sustancias peligrosas.

Luego de volver a los pisos superiores (donde los de mi “clase” pertenecíamos), me volvió a entrar un hambre atroz, así que decidí ir a buscar mi próxima víctima que me llenara de placer.




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