NOTA: Hola, ¿cómo están? Espero se encuentren bien. Escribo esta nota para hacer una especie de anuncio jaja. Dado que estoy adaptando esta historia como un m-preg, siento que puede llegar a ser un poco confuso tanto para ustedes como para mí cuando se menciona alguno de los padres de los personajes usando la misma palabra ("padre", "papá"), por esta razón decidí que de ahora en adelante los voy a diferenciar como "papá/padre" y "mamá/madre" independientemente de si el personaje al que hago referencia es hombre, espero no se incomoden por esto, en caso de que les genere algún tipo de incomodidad o molestia y prefieran que continúe como venía redactando, me ayudaría mucho que me lo hicieran saber jaja. Gracias.
***
En el sueño, Beomgyu volvía a ser un niño, y recorría una estrecha franja de playa cerca del paseo entablado. El aire estaba impregnado del aroma a perritos calientes y cacahuetes asados, y de los gritos de niños. El mar se agitaba a lo lejos, su superficie azul grisácea inundada de luz solar.
Podía verse a sí mismo como si lo hiciera desde una cierta distancia, vestido con un pijama infantil demasiado grande, con los dobladillos del pantalón arrastrando por la playa. La arena húmeda le rascaba entre los dedos de los pies, y el cabello se le pegaba pesadamente a la nuca. No había nubes, y el cielo estaba azul y despejado, pero él tiritaba mientras andaba a lo largo de la orilla en dirección a la figura que podía distinguir sólo vagamente a lo lejos.
A medida que se acercaba, la figura se tornó repentinamente nítida, como si Beomgyu hubiese enfocado el objetivo de una cámara. Era su madre, arrodillado en las ruinas de un castillo de arena. Llevaba el mismo traje blanco que Jinki le había puesto, y en la mano tenía un retorcido pedazo de madera arrojado por el mar, plateado por la larga exposición a la sal y el viento.
- ¿Has venido a ayudarme? - Preguntó su madre, alzando la cabeza. - Hay tanto que hacer y tan poco tiempo.
Beomgyu tragó saliva para eliminar el grueso nudo que tenía en la garganta.
- Mamá... te he echado de menos, mamá.
Taemin sonrió.
- Yo también te he echado de menos, cariño. Pero no me he ido, ya lo sabes. Sólo duermo.
- Entonces, ¿cómo te despierto? - Exclamó Beomgyu, pero su madre miraba en dirección al mar con el rostro inquieto.
El cielo había adquirido un tono crepuscular gris acero, y las nubes negras parecían piedras pesadas.
- Ven aquí. - Dijo Taemin, y cuando Beomgyu llegó ante él, su madre añadió: - Extiende el brazo.
Beomgyu lo hizo, y Taemin le pasó el pedazo de madera sobre la piel. El contacto le escoció como la quemadura de una estela, y dejó la misma gruesa línea negra. La runa que Taemin dibujó tenía una forma que Beomgyu no había visto nunca, pero halló su contemplación instintivamente tranquilizadora.
- ¿Qué hace esto?
- Debería protegerte.
Su madre lo soltó.
- ¿De qué?
Taemin no contestó, se limitó a mirar a lo lejos en dirección al mar. Beomgyu se volvió y vio que el océano se había retirado un buen trecho, dejando montones salobres de basura, pilas de algas y peces desesperados que daban coletazos tras él. El agua se había reunido como una ola enorme que se alzaba como la ladera de una montaña, como un alud listo para caer. Los gritos de los niños desde el entablado se habían convertido en alaridos. Mientras Beomgyu observaba horrorizado, se fijó en que el flanco de la ola era tan transparente como una membrana, y a través de él pudo ver cosas que parecían moverse bajo la superficie del mar, enormes cosas informes presionando contra la capa de agua. Alzó las manos...
Y se despertó, jadeando, con el corazón golpeándole dolorosamente contra las costillas. Estaba en su cama en el cuarto de invitados de la casa de Minho, y la luz de la tarde se filtraba a través de las cortinas. Tenía los cabellos pegados al cuello por el sudor, y el brazo le ardía y le dolía. Cuando se incorporó y encendió la luz de la mesilla de noche, no se sorprendió al ver la Marca negra que tenía en el antebrazo.
***
Al entrar en la cocina, descubrió que Minho le había dejado el desayuno, en forma de un bollo cubierto de azúcar glaseado, en una caja de cartón salpicada de grasa. También había dejado una nota pegada a la nevera. "He ido al hospital".
Beomgyu se comió el bollo mientras iba a encontrarse con Jake. Se suponía que este estaría en la esquina, junto a la parada de la línea L a las cinco, pero no estaba. Beomgyu sintió una leve sensación de ansiedad antes de recordar la tienda de discos de segunda mano en la esquina de la sexta. Efectivamente, allí estaba Jake revisando los CD's de la sección de novedades. Vestía una americana de pana de color orín con una manga rasgada y una camiseta azul que llevaba el logo de un muchacho con auriculares bailando con un pollo. Sonrió ampliamente al verlo.
- Eric cree que deberíamos cambiar el nombre de nuestra banda por Empanada de Mojo. - Dijo a modo de saludo.
- ¿Cuál es ahora? Lo he olvidado.
- Enema de Champagne. - Contestó él, eligiendo un CD de Yo La tengo.
- Cambiadlo. - Indicó Beomgyu. - A propósito, sé lo que significa tu camiseta.
- No, no lo sabes. - Fue hacia la parte delantera de la tienda para pagar el CD. - Tú eres un buen chico.
Fuera, el viento frío y vivo. Beomgyu se alzó la bufanda a rayas hasta la barbilla.
- Me he preocupado al no verte en la parada de la L.
Jake se encasquetó la gorra de punto, haciendo una mueca como si la luz del sol le hiriera los ojos.
- Lo siento. Recordé que quería este CD, y pensé...
- No pasa nada. - Beomgyu agitó una mano ante él. - Soy yo. Últimamente me entra el pánico con demasiada facilidad.