Cazadores de Sombras: Ciudad de Ceniza (yeongyu)

11: Humo y acero

La unidad de cuidados intensivos del hospital siempre recordaba a Beomgyu fotos que había visto de la Antártida: era frío y como distante, y todo era gris, blanco o azul pálido. Las paredes de la habitación de su madre eran blancas, los tubos que le serpenteaban sobre la cabeza y las filas interminables de instrumentos que rodeaban la cama emitiendo pitidos eran grises, y la manta que tenía estirada sobre el pecho era azul pálido. El rostro de su madre estaba blanco. 

Beomgyu se preguntó cómo se las arreglaba Minho para pagar aquella habitación particular, de dónde había salido el dinero y cómo lo había conseguido. Supuso que podría preguntárselo cuando él regresara de sacar un café de la máquina expendedora de la fea y diminuta cafetería del tercer piso. Ese café simulaba alquitrán y sabía a alquitrán, pero Minho parecía adicto a él. 

Las patas de metal de la silla chirriaron sobre el suelo cuando Beomgyu la apartó y se sentó lentamente. Siempre que iba a ver a su madre al hospital se sentía nervioso y con la boca reseca, como si estuviera a punto de meterse en un lío. Quizá porque las únicas veces que había visto el rostro de su madre de aquel modo, fijo e inanimado, era cuando estaba a punto de estallar enfurecido. 

- Mamá. - Dijo.

Cogió la mano izquierda de su madre; todavía tenía la marca de un pinchazo en la muñeca, allí donde Jinki había introducido el extremo de un tubo. La piel de la mano de su madre, siempre áspera y agrietada, salpicada de pintura y trementina, tenía el tacto de la corteza seca de un árbol. Beomgyu cerró los dedos alrededor de los de Taemin, y sintió que un duro nudo se le formaba en la garganta. 

- Mamá, yo... - Carraspeó. - Minho dice que puedes oírme. No sé si es cierto o no. De todos modos, he venido porque necesitaba hablar contigo. No pasa nada si tú no puedes contestarme. Verás, lo que sucede es que, es que... - Volvió a tragar saliva y miró en dirección a la ventana, a la franja de cielo azul visible en el extremo de la pared de ladrillo que daba frente al hospital. - Se trata de Jake. Le ha sucedido una cosa. Algo que fue culpa mía.

Ahora que no miraba el rostro de su madre, el relato le salió como un torrente, todo él: cómo había conocido a Yeonjun y a los otros cazadores de sombras, la búsqueda de la Copa Mortal, la traición de Taeyeon y la batalla contra Jinki, y cómo había averiguado que Jinki era su padre además de ser el de Yeonjun, también le contó acontecimientos más recientes: la visita nocturna a la Ciudad de Hueso, lo de la Espada-Alma y el odio del Inquisidor hacia Yeonjun. Y a continuación habló a su madre de la corte seelie, del precio que la reina había exigido y lo que le había ocurrido a Jake después. Podía sentir cómo le ardían las lágrimas contenidas en la garganta mientras hablaba, pero fue un alivio contarlo, desahogarse con alguien, incluso con alguien que -quizá- no podía oírlo.

- Así que, básicamente... - Concluyó. - Lo he fastidiado todo soberanamente. Te recuerdo diciendo que eso de hacerse mayor sucede cuando empiezas a tener cosas que, al recordarlas, desearías cambiar. Imagino que eso significa que ya me he hecho mayor. Es sólo que... que... yo pensaba que tú estarías ahí cuando lo hiciera. - Las lágrimas lo hicieron atragantarse justo mientras alguien detrás de él carraspeaba. 

Beomgyu se volvió y vio a Minho en la entrada, con un vaso de espuma de poliestireno en la mano. Bajo las luces fluorescentes del hospital, pudo ver lo cansado que parecía. Tenía unas ojeras muy pronunciadas bajo los ojos, y la camisa de franela azul estaba arrugada.

- ¿Cuánto tiempo has estado ahí de pie?

- No mucho. - Contestó él. - Te he traído un café. - Le tendió el vaso, pero el menor le indicó que lo apartara con un ademán.

- Odio ese brebaje. Sabe a pies.

El mayor sonrió al oír aquello. 

- ¿Cómo puedes tener idea de a qué saben los pies?

- Simplemente lo sé. - Se inclinó y besó la mejilla fría de Taemin antes de levantarse. - Adiós, mamá.

La camioneta azul de Minho estaba en el aparcamiento de hormigón situado debajo del hospital. El mayor no habló hasta que no hubieron salido a la autovía. 

- He oído lo que has dicho en el hospital.

- Ya he pensado que escuchabas a hurtadillas.

Lo dijo sin ira. No había nada de lo que había dicho a su madre que Minho no pudiera saber. 

- Lo que le ha pasado a Jake no es culpa tuya.

Beomgyu oyó las palabras, pero parecieron rebotar en él como si hubiese una pared invisible a su alrededor. Como la pared que Taeyeon había construido alrededor de él cuando lo había traicionado para entregarlo a Jinki, pero en esta ocasión no podía oír nada a través de ella, no podía sentir nada a través de ella. Estaba igual de entumecido que si lo hubieran recubierto de hielo. 

- ¿Me has oído, Gyu?

- Es muy amable por tu parte, pero claro que fue culpa mía. Todo lo que le ha sucedido a Jake es culpa mía.

- ¿Porque estaba furioso contigo cuando fue al hotel? No regresó al hotel porque estuviese enojado contigo, Beomgyu. He oído de situaciones como esta antes. A los que están medio convertidos les llaman "nebulosos". Se sentiría atraído hasta el hotel por una compulsión que no podría controlar.

- Porque tenía la sangre de Yongsun en él. Pero eso tampoco habría sucedido jamás de no ser por mí. Si no le hubiese llevado a aquella fiesta...

- Pensabas que no sería peligroso. No le estabas poniendo en ningún aprieto en el que no te hubieses puesto tú mismo. No puedes torturarte de este modo. - Dijo Minho, girando para entrar a un puente. - No tiene ningún sentido.

Beomgyu se hundió más en el asiento, enroscando los dedos en el interior de las mangas de su chaqueta de punto con capucha. Los bordes estaban deshilachados y el hilo le hacía cosquillas en la mejilla. 

- Mira. - Prosiguió Minho. - En todos los años que le he conocido siempre había exactamente un lugar donde Jake quería estar, y siempre ha peleado como un loco para asegurarse de que conseguía llegar y permanecer allí.



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En el texto hay: lgbt, txt, yeongyu

Editado: 30.01.2023

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