La noche había caído sobre Alacante cuando Jake y Kai abandonaron la casa de los Park y marcharon colina arriba en dirección al Gard. Las calles de la ciudad eran estrechas y sinuosas, y ascendían como pálidas cintas de piedra bajo la luz de la luna. El aire era frío, aunque Jake sólo lo notaba vagamente.
Kai andaba en silencio, avanzando a grandes zancadas por delante de Jake como si fingiera estar solo. En su vida anterior Jake habría tenido que apresurar el paso, jadeante, para mantenerse a su altura; ahora descubrió que podía ir al ritmo de Kai simplemente acelerando la zancada.
- Debe de ser un fastidio. - Dijo Jake por fin, mientras Kai mantenía la vista al frente con aire taciturno. - Tener que cargar con la tarea de escoltarme, quiero decir.
Kai se encogió de hombros.
- Tengo dieciocho años. Soy un adulto, así que tengo que ser la persona que se encargue. Soy el único que puede entrar y salir del Gard cuando la Clave está reunida, y además, el Cónsul me conoce.
- ¿Qué es un Cónsul?
- Es como un funcionario de muy alto rango de la Clave. Cuenta los votos del Consejo, interpreta la Ley para la Clave, y les aconseja a ellos y al Inquisidor. Si diriges un Instituto y tropiezas con un problema que no sabes cómo tratar, llamas al Cónsul.
- ¿Aconseja al Inquisidor? Pensaba... ¿no está muerto el Inquisidor?
Kai lanzó un resoplido.
- Eso es como decir "¿no está muerto el presidente?" Sí, el Inquisidor murió; ahora hay uno nuevo. El Inquisidor Woosung.
Jake echó un vistazo colina abajo en dirección a la oscura agua de los canales situados muy por debajo. Habían dejado la ciudad tras ellos y marchaban por una calzada estrecha entre umbríos árboles.
- Te diré una cosa, las inquisiciones no le han ido nada bien a mi gente en el pasado. - Dijo Jake a Kai, que pareció desconcertado. - No importa. Tan sólo era un chiste mundano sobre la historia. No te interesaría.
- Tú no eres un mundano. - Señaló Kai. - Por eso a Felix y a Jisung les emocionaba tanto poder echarte un vistazo. Aunque no es que puedas saberlo con Jisung; él siempre actúa como si ya lo hubiera visto todo.
Jake habló sin pensar.
- ¿Están él y Niki...? ¿Hay algo entre ellos?
Aquello arrancó una carcajada a Kai.
- ¿Niki y Jisung? Difícilmente. Jisung es un buen tipo, y a Niki sólo le gusta salir con chicos totalmente inapropiados a los que nuestros padres aborrecerían. Mundanos, subterráneos, pillos insignificantes...
- Gracias. - Dijo Jake. - Me alegro de verme clasificado junto con el elemento criminal.
- Creo que lo hace para llamar la atención. - Repuso Kai. - Además, es el de apariencia más delicada de la familia, así que tiene que estar siempre demostrando lo duro que es. O al menos eso es lo que piensa.
- A lo mejor está intentando desviar la atención de ti. - Dijo Jake, casi distraídamente. - Ya sabes, como tus padres no saben que te enamoraste de Yeonjun y todo eso.
Kai se detuvo en medio de la calzada tan inopinadamente que Jake casi chocó contra él.
- No. - Dijo. - Pero, aparentemente, todos los demás lo saben.
- Excepto Yeonjun. - Replicó Jake. - Él no lo sabe, ¿verdad?
Kai inspiró profundamente. Estaba pálido, se dijo Jake, aunque quizá sólo fuera la luz de la luna, que le desvanecía el color a todo. Los ojos parecieron negros en la oscuridad.
- En realidad no es asunto tuyo. A menos que estés intentando amenazarme.
- ¿Intentar amenazarte? - Jake se quedó desconcertado. - No estoy...
- Entonces, ¿por qué? - Dijo Kai, y de improviso había una repentina y aguda vulnerabilidad en su voz que desconcertó a Jake. - ¿Por qué mencionarlo?
- Porque pareces odiarme la mayor parte del tiempo. - Respondió Jake. - No me lo tomo de un modo tan personal, pero lo cierto es que te salvé la vida. Das la impresión de odiar a todo el mundo. Y además, no tenemos prácticamente nada en común. Pero te veo mirando a Yeonjun, y me veo a mí mirando a Beomgyu, e imagino... que quizá sí tenemos algo en común. Y a lo mejor eso podría hacer que yo te desagradara un poco menos.
- ¿Así que no se lo vas a contar a Yeonjun? - Dijo Kai. - Quiero decir... le contaste a Beomgyu lo que sentías, y...
- Y no fue la mejor de las ideas. - Respondió Jake. - Ahora me pregunto todo el tiempo cómo volver atrás después de algo así. Si podremos volver a ser amigos alguna vez, o si lo que teníamos se ha roto en mil pedazos. No por culpa suya, sino mía. A lo mejor si encontrase a otra persona...
- Otra persona. - Repitió Kai, que había empezado a andar otra vez, muy de prisa, con la vista fija en la calzada ante él.
Jake apresuró el paso para mantenerse a su altura.
- Ya sabes a lo que me refiero. Por ejemplo, creo que a Choi Soobin le gustas de verdad. Y es un tipo fabuloso. Da unas fiestas estupendas, por lo menos. Incluso aunque yo acabara convertido en rata aquella vez.
- Gracias por el consejo. - La voz de Kai era seca. - Pero no creo que le guste tanto. Apenas me habló cuando vino a abrir el Portal al Instituto.
- Quizás deberías llamarle. - Sugirió Jake, intentando no pensar demasiado en lo extraño que resultaba aconsejar a un cazador de demonios sobre la posibilidad de salir con un brujo.
- No puedo. - Dijo Kai. - No hay teléfonos en Idris. Aunque no importa, de todos modos. - Su tono era brusco. - Ya estamos. Esto es el Gard.
Un muro alto se alzaba frente a ellos, con un par de enormes portones. Tallados con los arremolinados dibujos angulosos de runas, y aunque Jake no podía descifrarlos como Beomgyu, había algo deslumbrante en su complejidad y en la sensación de poder que emanaba de ellos. Las puertas estaban custodiadas por estatuas de ángeles a ambos lados, los rostros fieros y hermosos. Cada uno sostenía una espada tallada en la mano, y una criatura que se retorcía -una mezcla de rata, murciélago y lagarto, con repugnantes dientes puntiagudos- yacía agonizante a sus pies. Jake se las quedó mirando durante un buen rato. Demonios, imaginó... aunque podían muy bien ser vampiros.
Editado: 21.05.2024