La luz de la tarde despertó a Beomgyu cuando un haz de pálida claridad se posó directamente sobre su cara, iluminándole la parte interior de los párpados hasta alcanzar un rosa intenso. Se removió nerviosamente y abrió los ojos con cautela.
La fiebre había desaparecido, y también la sensación de que los huesos se le estaban derritiendo y rompiendo dentro del cuerpo. Se incorporó en la cama y miró alrededor con ojos curiosos. Estaba en lo que debía de ser la habitación de invitados de Goeun; era pequeña, pintada de blanco, y la cama estaba cubierta con una manta de retazos de brillantes colores. Había cortinas de encaje corridas sobre ventanas redondas que dejaban entrar círculos de luz. Se sentó en la cama despacio, esperando verse invadido por una sensación de mareo, pero no sucedió nada. Se sentía perfectamente saludable, incluso muy descansado. Abandonó la cama y se contempló. Alguien le había puesto un almidonado pijama blanco, aunque ahora estaba arrugado y era demasiado grande para él; las mangas colgaban cómicamente por encima de los dedos.
Se acercó a una de las ventanas circulares y atisbó fuera. Casas apelotonadas de piedra color oro viejo se elevaban por la ladera de una colina, y los tejados daban la impresión de haber sido cubiertos con guijarros de bronce. Aquel lado de la casa estaba de espaldas al canal, daba a un estrecho jardín lateral que el otoño estaba volviendo marrón y dorado. Un enrejado trepaba por el costado de la casa, una última rosa colgaba de él, dejando caer pétalos marchitos.
El pomo de la puerta vibró, y Beomgyu volvió rápidamente a la cama justo antes de que Goeun entrara sosteniendo una bandeja en las manos. Enarcó las cejas al ver que Beomgyu estaba despierto, pero no dijo nada.
- ¿Dónde está Minho? - Inquirió Beomgyu, arrebujándose bien en la manta para estar más abrigado.
Goeun depositó la bandeja sobre la mesa junto a la cama. Había un tazón de algo caliente en ella, y algunas rebanadas de pan untado con mantequilla.
- Deberías comer algo. - Dijo. - Te sentirás mejor.
- Me siento muy bien. - Respondió Beomgyu. - ¿Dónde está Minho?
Había una silla de respaldo alto junto a la mesa; Goeun se sentó en ella, cruzó las manos sobre el regazo, y contempló a Beomgyu con calma. A la luz del día, el muchacho pudo ver con más claridad las facciones de su rostro; parecía mayor que la madre de Beomgyu con una diferencia de muchos años, aunque no podían llevarse tanto. Tenía los ojos bordeados de un rosa oscuro, como si hubiese estado llorando.
- No está aquí.
- ¿Acaba de bajar a la bodega de al lado en busca de un paquete de seis latas de cola light y una caja de cereales, o...?
- Se fue esta mañana, sobre el amanecer, tras velarte toda la noche. No ha dicho a dónde ha ido. - El tono de Goeun era seco, y si Beomgyu no se hubiese sentido tan desdichado, podría haberle divertido advertir que ello la hacía sonar aún más parecida a Minho. - Cuando vivía aquí, antes de abandonar Idris, después de que lo... cambiaran... lideraba una manada de lobos que tenía su hogar en el bosque Brocelind. Dijo que iba a regresar con ellos, pero no quiso decir por qué o durante cuánto tiempo... únicamente que regresaría en unos cuantos días.
- ¿Me ha dejado aquí? ¿Se supone que debo quedarme aquí sentado y esperarle?
- Bueno, desde luego no podía llevarte con él, ¿verdad? - Preguntó Goeun. - Y no te será fácil ir a casa. Infringiste la Ley al venir aquí como lo hiciste, y la Clave no pasará eso por alto, ni será generosa respecto a dejarte marchar.
- No quiero ir a casa. - Beomgyu intentó serenarse. - Vine aquí a... a reunirme con alguien. Tengo algo que hacer.
- Minho me lo contó. - Dijo Goeun. - Deja que te informe de algo: únicamente encontrarás a Lee Chaeryeong si ella quiere que la encuentres.
- Pero...
- Beomgyu. - Goeun lo contempló especulativamente. - Estamos esperando un ataque de Jinki en cualquier momento. Casi todos los cazadores de sombras de Idris están aquí en la ciudad, dentro de las salvaguardas. Permanecer en Alacante es lo más seguro para ti.
Beomgyu se quedó sentado totalmente inmóvil. Pensando de un modo racional, las palabras de Goeun tenían sentido, pero no hacían gran cosa para acallar la voz de su interior que chillaba que no podía esperar. Tenía que encontrar a Lee Chaeryeong ya. Reprimió el pánico que sentía e intentó hablar con tranquilidad.
- Minho nunca me contó que tuviese una hermana.
- No. - Dijo Goeun. - Claro. No estábamos... unidos.
- Minho dijo que tu apellido de casada también era Choi. - Siguió Beomgyu. - Ese era el apellido del Inquisidor, ¿verdad?
- Lo era. - Dijo Goeun, y su rostro se tensó como si las palabras la apenaran. - Era mi cuñado.
¿Qué era lo que Minho había contado a Beomgyu sobre el Inquisidor? Que había tenido un hermano que se había casado con una mujer con "conexiones familiares indeseables".
- ¿Estuviste casada con Choi Taehyung?
Goeun pareció sorprendida.
- ¿Sabes quién era?
- Sí... Minho me lo dijo... pero yo pensaba que su esposa había muerto. Pensaba que ese era el motivo de que el Inquisidor fuera una persona tan... - "Horrible", quiso decir, pero le pareció cruel hacerlo. - Amargada. - Dijo por fin.
Goeun alargó el brazo hacia el tazón que había llevado; la mano tembló un poco mientras lo alzaba.
- Sí, murió. Se mató. Esa fue Jiwoo, la segunda esposa de Taehyung. Yo fui la primera.
- ¿Os divorciasteis?
- Algo parecido. - Goeun tendió bruscamente el tazón a Beomgyu. - Oye, bebe esto. Tienes que ponerte algo en el estómago.
Trastornado, Beomgyu tomó el tazón y engulló un trago caliente. El líquido del interior era suculento y salado; no era té, como había pensado, sino sopa.
- De acuerdo. - Dijo. - ¿Qué sucedió, pues?
Goeun miraba a lo lejos.
- Estábamos en el Círculo, Taehyung y yo, junto con todos los demás. Cuando Minho fue... cuando le sucedió lo que le sucedió, Jinki necesitó un nuevo lugarteniente. Eligió a Taehyung. Y cuando eligió a Taehyung, decidió que tal vez no sería apropiado que la esposa de su amigo más íntimo y consejero fuese alguien cuyo hermano era...
Editado: 21.05.2024