Cazadores de Sombras: Ciudad de Cristal (yeongyu)

Capítulo 6: Animosidad

Un vahído invadió a Beomgyu, como si hubiesen absorbido todo el aire de la habitación. Intentó retroceder, pero tropezó y golpeó la puerta con el hombro. Esta se cerró con un portazo, y Yeonjun y el chico se separaron. 

Beomgyu se quedó paralizado. Ambos lo miraron fijamente. Reparó en que el chico era sumamente bonito. Tenía desabrochados los botones superiores de la blusa, mostrando parte de su pecho. Beomgyu sintió náuseas. 

Las manos del chico abotonaron rápidamente los botones de la blusa. No parecía complacido. 

- Perdona. - Dijo con cara de pocos amigos. - ¿Quién eres?

Beomgyu no contestó; miraba a Yeonjun, que lo contemplaba fijamente con incredulidad. Se había quedado totalmente lívido, lo que destacaba las oscuras sombras que tenía alrededor de los ojos. Miró a Beomgyu como quien mira fijamente el extremo del cañón de un arma. 

- Felix. - La voz del muchacho no tenía calidez ni timbre. - Este es mi hermano, Beomgyu.

- Ah. - El rostro de Felix se relajó en una sonrisa levemente avergonzada. - ¡Lo siento! Vaya modo de conocerte. Hola, soy Felix. 

Avanzó hacia Beomgyu, todavía sonriendo, con la mano extendida. "No creo que pueda tocarlo", pensó Beomgyu con horrorizado desaliento. Miró a Yeonjun, que pareció leer la expresión de sus ojos; con gesto adusto, sujetó a Felix por los hombros y le dijo algo al oído. Él pareció sorprendido, se encogió de hombros, y se marchó sin decir nada más. 

Beomgyu se quedó solo con Yeonjun. Solo con alguien que todavía lo miraba como si fuese su peor pesadilla hecha realidad. 

- Yeonjun. - Dijo él, y dio un paso hacia él. 

Yeonjun se apartó de él como si estuviese cubierto de algo venenoso. 

- ¿Qué? - Dijo. - En el nombre del Ángel, Beomgyu, ¿qué estás haciento tú aquí?

A pesar de todo, la aspereza del tono le dolió.

- Al menos podrías fingir que te alegras de verme. Aunque fuese un poco.

- No me alegro de verte. - Dijo él.

Había recuperado algo de color, pero las sombras bajo los ojos seguían siendo manchurrones grises sobre la piel. Beomgyu aguardó a que añadiese algo, pero pareció contentarse con mirarlo fijamente, horrorizado. Advirtió con aturdida claridad que llevaba un suéter negro que le venía ancho en las muñecas como si hubiese perdido peso, y que tenía las uñas de las manos en carne viva de tanto mordérselas. 

- Ni siquiera un poco.

- Este no eres tú. - Dijo Beomgyu. - Odio cuando actúas así...

- Vaya, lo odias, ¿no es cierto? Bueno, pues será mejor que deje de hacerlo, entonces, ¿verdad? Quiero decir... que tú haces todo lo que te pido que hagas. 

- ¡No tenías derecho a hacer lo que hiciste! - Le soltó él, repentinamente enfurecido. - Mentirme de ese modo. No tenías derecho...

- ¡Tenía todo el derecho! - Gritó el mayor, y Beomgyu no recordó que le hubiese chillado nunca antes. - Tenía todo el derecho, estúpido. Soy tu hermano y...

- ¿Y qué? ¿Te pertenezco? ¡No eres mi dueño, tanto si eres mi hermano como si no!

La puerta detrás de Beomgyu se abrió de golpe. Era Kai, sobriamente vestido con una larga chaqueta azul oscuro y los cabellos rubios desordenados. Llevaba unas botas embarradas y mostraba una expresión incrédula en su por lo general tranquilo rostro. 

- Por todas las dimensiones posibles, ¿qué sucede aquí? - Dijo, mirando alternativamente a Yeonjun y a Beomgyu con asombro. - ¿Estáis intentando mataros, vosotros dos?

- En absoluto. - Respondió Yeonjun.

Como por arte de magia, advirtió Beomgyu, todo había desaparecido: la cólera y el pánico, y le envolvía una calma glacial. 

- Beomgyu ya se iba.

- Estupendo. - Dijo Kai. - Porque necesito hablar contigo, Yeonjun.

- ¿Es que nadie en esta casa dice alguna vez: "hola, encantado de verte"? - Inquirió Beomgyu sin dirigirse a nadie en particular.

Era muchísimo más fácil hacer sentir culpable a Kai que a Niki. 

- Me alegro de verte, Beomgyu. - Dijo este. - Excepto por el hecho de que en realidad no tendrías que estar aquí, claro. Niki me ha contado que has llegado aquí por tu cuenta de algún modo, y me siento impresionado...

- ¿Podrías dejar de animarlo? - Inquirió Yeonjun.

- Pero es que realmente... realmente necesito hablar con Yeonjun sobre algo. ¿Puedes darnos unos minutos?

- Yo también necesito hablar con él. - Replicó Beomgyu. - Sobre nuestra madre... 

- Pues yo no tengo ganas de hablar... - Dijo Yeonjun. - Con ninguno de vosotros, si queréis que os diga la verdad.

- Te equivocas. - Indicó Kai. - Realmente sí quieres hablar conmigo.

- Lo dudo. - Dijo Yeonjun, que había vuelto la mirada de nuevo hacia Beomgyu. - No viniste solo, ¿verdad? - Preguntó lentamente, como dándose cuenta de que la situación era aún peor de lo que había pensado. - ¿Quién vino contigo?

No parecía tener sentido mentir sobre ello. 

- Minho. - Respondió Beomgyu. - Minho vino conmigo.

Yeonjun palideció.

- Pero Minho es un subterráneo. ¿Sabes lo que la Clave les hace a los subterráneos no registrados que entran en la Ciudad de Cristal, que cruzan las salvaguardas sin permiso? Venir a Idris es una cosa, pero... ¡entrar en Alacante! ¡Sin decírselo a nadie!

- No. - Dijo Beomgyu en un medio susurro. - Pero sé lo que vas a decir...

- ¿Que si tú y Minho no regresáis a Seúl inmediatamente, lo descubriréis?

Por un momento Yeonjun permaneció en silencio, trabando la mirada con él. La desesperación de su expresión lo impresionó. Era Yeonjun quien lo amenazaba a él, después de todo, y no al contrario. 

- Yeonjun. - Kai interrumpió el silencio, con un dejo de pánico deslizándose en su voz. - ¿No te has preguntado dónde he estado durante todo el día?

- Eso que llevas es un abrigo nuevo. - Respondió él, sin mirar a su amigo. - Imagino que has ido de compras. Aunque desconozco por qué estás tan ansioso por darme la lata con eso.

- No he ido de compras. - Replicó Kai, furioso. - He ido...




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