Cazadores de Sombras: Ciudad de Cristal (yeongyu)

Capítulo 8: Uno de los vivos

Jake despertó y se encontró con que la luz del sol destellaba en un objeto que habían empujado a través de los barrotes de la ventana. Se puso en pie, con el cuerpo dolorido por el hambre, y vio que era un frasco de metal, aproximadamente del tamaño del termo de una fiambrera. Le habían atado un pedazo de papel enrollado al cuello. Lo arrancó, desenrrolló el papel y leyó:

Jake: esto es sangre de vaca, directamente del carnicero. Espero que sirva. Yeonjun me lo contó todo, y quiero que sepas que creo que eres muy valiente. Aguanta ahí dentro y daremos con un modo de sacarte. 

Muac, Niki.

Jake sonrió a ver el "muac" garabateado que recorría el final de la página. Era bueno saber que el exuberante cariño de Niki no se había visto afectado por las circunstancias actuales. Desenroscó la parte superior del frasco y engulló varios tragos antes de que una aguda sensación hormigueante entre los omóplatos le hiciese volverse. 

Yongsun estaba tranquilamente de pie en el centro de la habitación. Tenía las manos cruzadas a la espalda, los menudos hombros rígidos. Llevaba un vestido blanco perfectamente planchado pegado al cuerpo y una chaqueta oscura. Una cadena de oro brillaba en su garganta.

Jake casi se atragantó con la sangre que estaba bebiendo. Tragó con dificultad, sin dejar de mirarle con asombro.

- Tú... tú no puedes estar aquí.

La sonrisa de Yongsun se las arregló de algún modo para dar la impresión de que le asomaban los colmillos, incluso a pesar de que no era así. 

- No te dejes llevar por el pánico, vampiro diurno.

- No me estoy dejando llevar por el pánico.

No era estrictamente cierto. Jake se sentía como si estuviese tragando algo afilado. No había visto a Yongsun desde la noche en que se había desenterrado a sí mismo con las manos, ensangrentado y magullado, fuera de la sepultura cavada a toda prisa. Todavía recordaba a Yongsun arrojándole paquetes de sangre de animal, y el modo en que los había desgarrado con los dientes como si él mismo fuese un animal. No era algo que le gustase recordar. Le habría encantado no volver a ver a la joven vampira nunca más. 

- El sol todavía está en el cielo. ¿Cómo es que estás aquí?

- No estoy aquí. - La voz de Yongsun era suave como la mantequilla. - Soy una proyección. Mira. - Balanceó una mano, pasándola a través de la pared de piedra que tenía al lado. - Soy como humo. No puedo hacerte daño. Desde luego, tampoco tú puedes hacerme daño.

- No quiero hacerte daño. - Jake depositó el frasco sobre el camastro. - Lo que sí quiero saber es qué estás haciendo aquí.

- Abandonaste Seúl muy repentinamente, vampiro diurno. Sabes que se supone que tienes que informar al vampiro jefe de la zona cuando abandonas la ciudad, ¿verdad?

- ¿Vampiro jefe? ¿Te refieres a ti? Pensaba que el vampiro jefe era otra persona...

- Ryujin no ha regresado aún junto a nosotros. - Dijo Yongsun, sin ninguna emoción aparente. - Yo estoy al frente en su lugar. Sabrías todo esto si te hubieses molestado en familiarizarte con las leyes de los de tu especie.

- Mi partida de Seúl no fue exactamente planeada de antemano. Y no te ofendas, pero en realidad no pienso en vosotros como los de mi especie.

- Dios. - Yongsun bajó los ojos, como ocultando su diversión. - Eres tozudo.

- ¿Cómo puedes decir eso?

- Parece evidente, ¿no es así?

- Me refiero... - La garganta de Jake se bloqueó. - Esa palabra. Tú puedes decirla, y yo no puedo...

"Dios."

Los ojos de Yongsun se alzaron veloces hacia el techo; no parecía divertida. 

- La edad. - Respondió. - Y la práctica. Y la fe, o su pérdida... son en cierto sentido la misma cosa. Aprenderás con el tiempo, pequeño polluelo.

- No me llames así.

- Pero es lo que eres. Eres un Hijo de la Noche. ¿No es por eso por lo que Jinki te capturó y tomó tu sangre? ¿Debido a lo que eres?

- Pareces muy bien informada. - Dijo Jake. - Quizá deberías contármelo tú.

Los ojos de Yongsun se entornaron.

- También oí un rumor sobre que bebiste la sangre de un cazador de sombras y que eso es lo que te dio tu don, tu capacidad para pasear bajo la luz del sol. ¿Es cierto?

A Jake se le erizaron los cabellos.

- Eso es ridículo. Si la sangre de un cazador de sombras pudiera proporcionar a los vampiros la capacidad de pasear bajo la luz del día, todo el mundo lo sabría a estas alturas. La sangre de Nefilim estaría de lo más solicitada. Y jamás existiría paz entre vampiros y cazadores de sombras después de eso. Así que es bueno que no sea cierto.

Una tenue sonrisa curvó las comisuras de los labios de Yongsun.

- Sí. Hablando de cosas difíciles de conseguir, ¿te das cuenta, verdad, vampiro diurno, de que eres una mercancía valiosa ahora? No hay un subterráneo en esta tierra que no quiera ponerte las manos encima. 

- ¿Te incluye eso a ti?

- Por supuesto.

- ¿Y qué harías si me pusieses las manos encima?

Yongsun se encogió de hombros.

- Quizá sea yo la única que piense que la capacidad para deambular a la luz del día podría no ser el don que otros vampiros creen. Somos los Hijos de la Noche por un motivo. Es posible que te considere tan abominable como la humanidad me considera a mí.

- ¿Ah, sí?

- Quizá... - La expresión de Yongsun era neutral. - Creo que eres un peligro para todos nosotros. Un peligro para la raza de los vampiros, si quieres. Y no puedes permanecer en esta celda eternamente, vampiro diurno. Al final tendrás que salir y volver a enfrentarte al mundo. Enfrentarte a mí de nuevo. Pero te diré algo. Juro no hacerte daño y no intentar encontrarte si tú, por tu parte, juras ocultarte lejos una vez que Woosung te libere. Si juras marchar tan lejos que nadie pueda encontrarte jamás y no volver a ponerte en contacto con nadie que conocieses en tu vida mortal. No puedo ofrecerte más que eso.

Pero Jake negaba ya con la cabeza.




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