Cazadores de Sombras: Ciudad de Cristal (yeongyu)

Capítulo 13: Donde hay pesar

Beomgyu despertó dando boqueadas de un sueño de ángeles que sangraban, con las sábanas enroscadas a su alrededor en una tirante espiral. La habitación de invitados de Goeun estaba totalmente a oscuras y resultaba muy bochornosa, igual que estar encerrado en un ataúd. Alargó el brazo y descorrió de un tirón las cortinas. La luz del día entró a borbotones. Frunció el ceño y volvió a cerrarlas. 

Los cazadores de sombras quemaban a sus muertos, y, desde el ataque de los demonios, el cielo al oeste de la ciudad había estado teñido de humo. Contemplarlo a través de la ventana hizo que Beomgyu se sintiese mareada, así que mantuvo las cortinas cerradas. En la oscuridad de la habitación cerró los ojos, intentando recordar su sueño. Había habido ángeles en él, y la imagen de la runa que Ithuriel le había mostrado centelleaba una y otra vez contra la pared interior de sus párpados como la intermitente señal de un semáforo indicando que se podía cruzar. Era una runa sencilla, tan sencilla como un nudo, pero por mucho que se concentraba, no conseguía leerla, no lograba averiguar qué significaba. Todo lo que sabía era que le resultaba de algún modo incompleta, como si quienquiera que hubiese creado el dibujo no lo hubiese terminado del todo.

"Estos no son los primeros sueños que te he mostrado", había dicho Ithuriel. Pensó en sus otros sueños: Jake con cruces marcadas a fuego en las manos, Yeonjun con alas, lagos de hielo resquebrajándose que brillaban como el cristal de un espejo. ¿Se los había enviado también el ángel? 

Se incorporó con un suspiro. Los sueños podían ser malos, pero las imágenes que desfilaban por su cerebro una vez despierto no eran mucho mejores. Niki, llorando en el suelo del Salón de los Acuerdos, tirando con fuerza del rubio pelo entrelazado en sus dedos que a Beomgyu le preocupó que pudiera arrancarlo. Kibum chillándole a Park Jackson que el chico que habían acogido en su casa, su sobrino, era el causante de aquello, y si él estaba tan íntimamente aliado con Jinki, ¿qué decía eso de ellos? Kai intentando tranquilizar a su madre, pidiéndole a Yeonjun que lo ayudara, pero Yeonjun se había limitado a permanecer allí quieto mientras el sol se alzaba sobre Alacante y resplandecía a través del techo del Salón.

- Ha amanecido. - Había dicho Minho, con un aspecto más cansado del que Beomgyu le había visto nunca. - Es hora de traer aquí los cuerpos.

Y había enviado al exterior patrullas para que recogieran a los cazadores de sombras y a los licántropos muertos que yacían en las calles y los llevaran a la plaza situada fuera del Salón, la plaza que Beomgyu había cruzado con Jisung cuando había comentado que el Salón parecía una iglesia. Le había parecido entonces un lugar bonito, bordeado con jardineras y tiendas pintadas de brillantes colores. Y ahora estaba lleno de cadáveres.

Incluído Taehyun. Pensar en el niño que con tanta seriedad había hablado con él sobre manga le provocó un nudo en el estómago. Le había prometido que lo llevaría a una librería de cómics, pero eso ya no sucedería. "Le habría comprado libros. - Pensó. - Todos los libros que hubiese querido." Aunque eso ya no importaba. 

"No pienses en ello." Volvió a patear las sábanas hacia atrás y se levantó. Tras una rápida ducha se puso los vaqueros y el jersey que había llevado el día de su llegada desde Seúl. Apretó su rostro contra la tela antes de ponerse el jersey, esperando captar el olor de Itaewon, o el olor del detergente de la lavandería -algo que le recordara a su hogar-, pero lo habían lavado y olía a jabón de limón. Con un nuevo suspiro, marchó escalera abajo. 

En la casa sólo estaba Jake, sentado en el sofá de la salita. Las ventanas abiertas detrás de él dejaban entrar la luz del día a raudales. Beomgyu se dijo que su amigo se había convertido en algo parecido a un gato, que siempre buscaba espacios bañados por el sol en los que enroscarse. Sin embargo, no importaba cuánto sol recibiese, ya que su piel seguía teniendo el mismo blanco marfileño. 

Beomgyu cogió una manzana del cuenco que había sobre la mesa y se dejó caer junto a él, doblando las piernas bajo el cuerpo. 

- ¿Has podido dormir? - Preguntó Beomgyu.

- Un poco. - Lo miró. - Debería ser yo quien preguntara. Eres tú el que tiene sombras bajo los ojos. ¿Más pesadillas?

Él se encogió de hombros.

- Otra vez lo mismo. Muerte, destrucción, ángeles perversos.

- O sea: igualito a la vida real, entonces.

- Sí, pero al menos, cuando despierto, finaliza. - Dio un mordisco a la manzana. - Déjame adivinar. Minho y Goeun están en el Salón de los Acuerdos, celebrando otra reunión.

- Sí. Creo que están celebrando la reunión en la que se juntan y deciden qué otras reuniones tienen que llevar a cabo. - Jake se puso a juguetear con el fleco que bordeaba un cojín. - ¿Has recibido noticias de Soobin?

- No.

Beomgyu intentaba no pensar en el hecho de que habían pasado tres días desde que había visto a Soobin, y que este no había enviado aún ningún mensaje; o que no había nada que le impidiese al brujo coger el Libro de lo Blanco y desaparecer en el éter, sin que se volviera a saber nada de él. Se preguntó por qué había creído alguna vez que era buena idea confiar en alguien que empleaba tanto perfilador de ojos.

Tocó suavemente a Jake en la muñeca.

- ¿Y tú? ¿Qué hay de ti? ¿Sigues sintiéndote bien aquí?

Había intentado que Jake se marchara a casa en cuanto finalizó la batalla; a casa, que era un lugar seguro. Pero él había mostrado una curiosa resistencia a ello. Por la razón que fuese, parecía querer quedarse. Él esperaba que no se debiera a que pensase que tenía que cuidar de él; había estado a punto de tomar la iniciativa y decirle que no necesitaba su protección, pero no lo había hecho porque en parte no podía soportar verle marchar. Así que se quedó, y Beomgyu se sentía secreta y culpablemente complacido. 

- ¿Estás consiguiendo... ya sabes... lo que necesitas?




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