Cazadores de Sombras: Ciudad de Cristal (yeongyu)

Capítulo 15: Todo se desmorona

Minho había pasado la mayor parte de la noche contemplando el avance de la luz a través del tejado traslúcido del Salón de los Acuerdos igual que una moneda de plata rueda sobre la superficie transparente de una mesa de vidrio. Cuando la luna estaba cerca de ser luna llena, como sucedía en aquellos instantes, sentía una equivalente agudización en la visión y el sentido del olfato, incluso estando bajo forma humana. Ahora, por ejemplo, podía oler el sudor de la duda en la habitación, y el subyacente olor penetrante del miedo. Podía percibir la preocupación impaciente de su manada de lobos allá en el bosque Brocelind mientras deambulaban en la oscuridad de debajo de los árboles y aguardaban noticias suyas.

- Minho. - La voz de Goeun en su oído era baja, pero penetrante. - ¡Minho!

Arrancado violentamente de su ensoñación, Minho luchó por enfocar los agotados ojos sobre la escena que tenía delante. Era un pequeño grupo variopinto, el que formaban aquellos que habían estado de acuerdo en al menos escuchar su plan. Menos de los que había esperado. A muchos los conocía de su vida anterior en Idris -los Park, los Kim, los Ravenscar- y justo al mismo número de ellos los acababa de conocer, como los Monteverde, que dirigían el Instituto de Lisboa y hablaban una mezcla de portugués e inglés, o Nasreen Chaudhury, la directora de facciones severas del Instituto de Mumbai. Su sari verde oscuro estaba estampado con complejas runas de un plateado tan intenso que Minho instintivamente se encogía cuando ella pasaba demasiado cerca. 

- Realmente, Minho. - Dijo Kim Kibum.

El menudo rostro blanco del hombre estaba transido de agotamiento y pena. Minho no había esperado que ni él ni su esposo acudiesen, pero habían aceptado en cuanto él se los había mencionado. Supuso que debía de sentirse agradecido de que estuviesen allí, incluso aunque el dolor tendiera a hacer que Kibum se mostrara más irascible de lo acostumbrado. 

- Eres tú quien nos convenció para venir; lo mínimo que puedes hacer es prestar atención.

- Y eso es lo que hace. - Goeun estaba sentada con las piernas recogidas bajo el cuerpo como una jovencita, pero su expresión era firme. - No es culpa de Minho que hayamos estado dando vueltas en círculos durante la última hora.

- Y seguiremos dando vueltas y vueltas hasta que se nos ocurra una solución. - Dijo Park Jinyoung con un tono cortante en la voz.

- Con el debido respeto, Jinyoung... - Repuso Nasreen, con su fuerte acento. - Puede que no exista una solución para este problema. Tal vez tendríamos que conformarnos con encontrar un plan.

- Un plan que no suponga ni la esclavitud en masa ni... - Empezó Jackson, el esposo de Jinyoung, y luego se interrumpió, mordiéndose el labio.

Era un hombre guapo que se parecía mucho a su hijo, Felix. Minho recordó cuando Jinyoung había huido al Instituto de Hong Kong y se había casado con él. Aquello había significado una especie de escándalo, pues se suponía que debía haberse casado con una joven de Idris que sus padres habían elegido para él. Pero a Jinyoung nunca le había gustado hacer lo que le decían, una cualidad que Minho agradecía en aquellos momentos.

- ¿O aliaros con los subterráneos? - Dijo Minho. - Me temo que no hay modo de evitarlo.

- Ese no es el problema, y lo sabes. - Indicó Kibum. - Es todo el asunto de los escaños en el Consejo. La clave jamás estará de acuerdo en eso. Lo sabes. Cuatro escaños completos...

- Cuatro, no. - Dijo Minho. - Uno para los seres mágicos, uno para los Hijos de la Luna y uno para los Hijos de Lilith.

- Los brujos, las hadas y los licántropos. - Enumeró el señor Monteverde con su voz suave. - ¿Y qué hay de los vampiros?

- No me han prometido nada. - Admitió Minho. - Y, por tanto, yo tampoco a ellos. Puede que no les interese formar parte del Consejo; no sienten demasiado cariño por los de mi especie, y tampoco les gusta demasiado las reuniones y las normas. Pero tienen la puerta abierta en el caso de que cambiasen de idea.

- Dojoon y sus amigos jamás estarán de acuerdo, y puede que no tengamos suficientes votos en el Consejo sin ellos. - Masculló Jinyoung. - Además, sin los vampiros, ¿qué posibilidad tenemos?

- Una inmejorable. - Replicó Goeun, que parecía confiar en el plan de Minho aún más que este. - Hay muchos subterráneos que lucharán con nosotros, y son realmente poderosos. Los brujos por sí solos...

La señora Monteverde sacudió la cabeza y se volvió hacia su esposo. 

- Este plan es una locura. Jamás funcionará. No se puede confiar en los subterráneos.

- Funcionó durante el Levantamiento. - Dijo Minho.

La portuguesa hizo una mueca.

- Únicamente porque Jinki contaba con un ejército de idiotas. - Respondió. - No con demonios. ¿Y cómo podemos saber que los miembros de su antiguo Círculo no regresarán con él en cuanto los llame a su lado?

- Tenga cuidado con lo que dice, señora. - Gruñó Kim Jonghyun.

Era la primera vez que abría la boca en más de una hora; había pasado la mayor parte de la tarde quieto, inmovilizado por la pena. Había arrugas en su rostro que Minho habría jurado que no estaban allí tres días atrás. Su tormento se apreciaba claramente en la tensión de sus hombros y en sus puños apretados; Minho no podía culparlo. Jamás le había gustado mucho Jonghyun, pero había algo en la visión de aquel hombre quebrado por la pena que resultaba doloroso de contemplar.

- ¿Cree que me uniría a Jinki después de la muerte de Taehyun...? Él hizo que asesinaran a mi hijo...

- Jonghyun. - Murmuró Kibum, y le posó la mano en el hombro.

- Si no nos unimos a él... - Dijo el señor Monteverde. - Todos nuestros hijos morirán.

- Si piensa eso, entonces, ¿por qué están aquí? - Goeun se puso en pie. - Pensaba que habíamos acordado...

"También yo." A Minho le dolía la cabeza. Siempre la misma historia, se dijo, dos pasos al frente y uno atrás. Eran tan nocivos como los propios subterráneos cuando se enfrentaban; si al menos pudieran darse cuenta de ello... a lo mejor a todos les iría mejor si solucionaban sus problemas combatiendo, como lo hacía la manada.




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