Beomgyu estaba sentado en el peldaño superior del Salón de los Acuerdos, contemplando la plaza del Ángel. La luna había salido un poco antes y resultaba apenas visible por encima de los tejados de las casas. Las torres de los demonios reflejaban sobre el suelo su luz de un blanco plateado. La oscuridad ocultaba tan bien las cicatrices y magulladuras de la ciudad, que tenía un aspecto apacible bajo el cielo nocturno... si uno no miraba arriba hacia la colina del Gard y el contorno en ruinas de la ciudadela. Algunos guardas patrullaban la plaza a sus pies, y aparecían y desaparecían a medida que entraban y salían de la zona iluminada por las farolas de luz mágica, ignorando deliberadamente la presencia de Beomgyu.
Unos pocos escalones por debajo de él, Jake paseaba de un lado a otro; sus pisadas resultaban totalmente silenciosas. Tenía las manos en los bolsillos, y cuando daba la vuelta al final de la escalinata para volver a iniciar la marcha hacia el extremo donde estaba él, la luz de la luna brillaba en su tez pálida como si fuese una superficie reflectante.
- Deja de dar vueltas. - Le dijo él. - Me pones nervioso.
- Lo siento.
- Es como si llevásemos aquí fuera desde hace una eternidad. - Beomgyu aguzó el oído, pero no pudo oír más que el amortiguado murmullo de voces que llegaban a través de las cerradas puertas dobles del Salón. - ¿Oyes lo que dicen dentro?
Jake entrecerró los ojos; pareció concentrarse profundamente.
- Un poco. - Dijo tras una pausa.
- Ojalá estuviese ahí dentro. - Dijo Beomgyu, golpeando los tacones con irritación contra los peldaños.
Minho le había pedido que aguardara al otro lado de las puertas mientras la Clave deliberaba; había querido enviar a Goeun fuera con él, pero Jake había insistido en ir en su lugar, argumentando que sería mejor tener a Goeun dentro para apoyar a Beomgyu.
- Ojalá pudiese participar en la reunión.
- No. - Dijo Jake. - Mejor no.
El joven sabía por qué Minho le había pedido que aguardase fuera. Podía imaginar lo que estaban diciendo sobre él allí dentro. "Mentiroso. Bicho raro. Idiota. Loco. Estúpido. Monstruo. El hijo de Jinki." Tal vez estaba mejor fuera del Salón, pero la tensión de anticipar la decisión de la Clave resultaba casi dolorosa.
- A lo mejor puedo escalar uno de esos. - Dijo Jake, observando los gruesos pilares blancos que sostenían el tejado inclinado del Salón.
Había runas talladas en ellos en dibujos que se solapaban, pero aparte de eso no había asideros visibles.
- Así estaría menos nervioso.
- Vamos, Jake. - Dijo Beomgyu. - Eres un vampiro, no Spider-Man.
La única respuesta de Jake fue trotar suavemente escalones arriba hasta la base de un pilar. Lo contempló pensativamente por un momento antes de colocar las manos en él y empezar a trepar. Beomgyu le contempló boquiabierto, mientras las yemas de sus dedos y los pies encontraban asideros imposibles en la piedra llena de aristas.
- ¡Eres Spider-Man! - Exclamó.
Jake echó una ojeada abajo desde su posición a medio camino de la parte superior del pilar.
- Eso te convierte en Mary Jane. - Dijo; echó una ojeada sobre la ciudad y entrecerró los ojos. - Creí que podría ver la Puerta Norte desde aquí, pero no estoy lo bastante alto.
Beomgyu sabía por qué quería ver la puerta. Habían despachado mensajeros hacia allí para pedir a los subterráneos que aguardaran mientras la Clave deliberaba, y Beomgyu sólo podía esperar que estuviesen dispuestos a hacerlo. Y si era así, ¿cómo estaban las cosas allí fuera? Beomgyu se imaginó a la multitud esperando, dando vueltas, haciéndose preguntas...
Las puertas dobles del Salón se abrieron ligeramente. Una figura delgada se deslizó por la abertura, cerró la puerta, y se acercó a Beomgyu. Estaba en sombras, y hasta que no avanzó y estuvo más cerca de la luz mágica que iluminaba los escalones, Beomgyu no distinguió a su madre.
Taemin alzó la mirada con expresión desconcertada.
- Bueno, hola, Jake. Me alegro de ver que te estás... adaptando.
Jake soltó el pilar y se dejó caer, aterrizando suavemente a los pies de la columna. Parecía un tanto avergonzado.
- Hola, señor Lee.
- No sé si sirve de gran cosa que me llames así ahora. - Dijo la madre de Beomgyu. - Quizá deberías llamarme Taemin a secas. - Vaciló. - Sabes, extraña como es... esta... situación, me reconforta verte aquí con Beomgyu. Ni siquiera recuerdo la última vez que estuvisteis separados.
Jake se mostró sumamente turbado.
- Me alegro de verlo, también.
- Gracias, Jake. - Taemin dirigió una rápida mirada a su hijo. - Bien, Beomgyu, ¿habría algún inconveniente en que conversáramos un momento? ¿A solas?
Beomgyu permaneció sentado totalmente inmóvil durante un momento, con la mirada fija en su madre. Le resultaba difícil no sentirse como si estuviese mirando a un desconocido. Notaba un nudo en la garganta, un nudo que casi le impedía hablar. Le echó un vistazo a Jake, que aguardaba inequívocamente una señal suya que le indicara si debía quedarse o marchar. El muchacho suspiró.
- De acuerdo.
Jake dedicó a Beomgyu un alentador gesto con los pulgares hacia arriba antes de desaparecer de vuelta al interior del Salón. Beomgyu volvió la cabeza y miró fijamente abajo hacia la plaza, contemplando a los guardas que hacían ronda, mientras Taemin se acercaba y se sentaba a su lado. Una parte de Beomgyu quería inclinarse hacia el costado y descansar su cabeza sobre el hombro de su madre. Podría incluso cerrar los ojos y fingir que todo iba bien. Pero otra parte de él sabía que no serviría de nada; no podía mantener los ojos cerrados eternamente.
- Beomgyu... - Dijo Taemin por fin, en voz muy baja. - Lo siento mucho.
Beomgyu se contempló las manos. Reparó en que todavía sujetaba la estela de Park Jinyoung. Esperó que él no pensara que tenía intención de robársela.
Editado: 21.05.2024