Cazadores de Sombras: Ciudad de Hueso (adaptación Yeongyu)

05: Clave y Alianza

- ¿Crees que despertará alguna vez? Ya han transcurrido tres días.

- Tienes que darle tiempo. El veneno de demonio es algo potente, y él es un mundano. No tiene runas que lo mantengan fuerte como a nosotros. 

- Los mundis mueren muy fácilmente, ¿no es cierto?

- Niki, ya sabes que trae mala suerte hablar de muerte en la habitación de un enfermo. 

***

"Tres días. - Pensó Beomgyu lentamente. Todos sus pensamientos discurrían tan densa y lentamente como la sangre o la miel. - Tengo que despertar."

Pero no podía.

Los sueños lo retenían, uno tras otro, un río de imágenes que lo arrastraban como una hoja zarandeada en una corriente de agua. Vio a su padre yaciendo en una cama de hospital, los ojos como moretones en un rostro blanco. Vio a Minho, de pie sobre un montón de huesos. A Yeonjun con alas de blancas plumas brotándole de la espalda, a Niki sentado desnudo con su látigo enroscado en el cuerpo como una red de anillos dorados, a Jake con cruces grabadas a fuego en la palma de las manos. A ángeles, que caían y ardían. Que caían del cielo. 

***

- Te dije que era el mismo chico. 

- Lo sé. Es poquita cosa, ¿verdad? Yeonjun dice que mató a un rapiñador. 

- Sí. La primera vez que lo vimos, me pareció que era un hadita. Aunque no es lo bastante bonito para ser un hadita. 

- Bueno, nadie luce su mejor aspecto con veneno de demonio en las venas. ¿Taeyeon va a llamar a los Hermanos?

- Espero que no. Me ponen los pelos de punta. Cualquiera que se mutile de ese modo...

- Nosotros nos mutilamos. 

- Lo sé, Kai, pero cuando lo hacemos, no es permanente. Y no siempre duele...

- Si eres lo bastante mayor. Hablando del tema, ¿dónde está Yeonjun? Lo salvó, ¿verdad? Yo había pensado que se tomaría algo de interés por su recuperación. 

- Taeyeon dijo que no ha venido a verlo desde que lo trajo aquí. Supongo que no le importa. 

- A veces me pregunto si él... ¡Mira! ¡Se ha movido!

- Imagino que está vivo después de todo. - Un suspiro. - Se lo diré a Taeyeon. 

***

Beomgyu sentía los párpados como si se los hubiesen cosido. Imaginó que notaba que la piel se desgarraba mientras los despegaba lentamente para abrirlos y parpadeaba por primera vez en tres días. 

Vio un claro cielo azul sobre su cabeza, con nubes blancas rechonchas y ángeles regordetes con cintas doradas colgando de las muñecas. 

"¿Estoy muerto? - Se preguntó. - ¿Es posible que el cielo tenga este aspecto?"

Cerró los ojos con fuerza y volvió a abrirlos: en esta ocasión advirtió que lo que contemplaba era un techo abovedado de madera, pintado con un motivo rococó de nubes y querubines. 

Se sentó penosamente. Le dolían todas y cada una de las partes del cuerpo, en especial la nuca. Miró alrededor. Estaba acostado en una cama de sábanas de hilo, una de una larga hilera de camas parecidas, con cabezales de metal. Su cama tenía una mesilla de noche al lado con una jarra blanca y una taza encima. Había cortinas de encaje corridas sobre las ventanas, impidiendo el paso a la luz, aunque pudo oír el quedo y omnipresente sonido del tráfico de Seúl llegando del exterior. 

- Vaya, finalmente estás despierto. - Dijo una voz seca. - Taeyeon estará contenta. Todos pensábamos que probablemente morirías mientras dormías. 

Beomgyu volvió la cabeza. Niki estaba encaramado en la cama contigua. El traje blanco había sido reemplazado por vaqueros y una ajustada camiseta sin mangas, aunque el colgante rojo todavía le parpadeaba en la garganta. Los oscuros tatuajes en espiral habían desaparecido; su piel parecía tan inmaculada como la superficie de un cuenco de nata. 

- Lamento haberos decepcionado. - La voz de Beomgyu chirrió como papel de lija. - ¿Es esto el Instituto?

Niki puso los ojos en blanco.

- ¿Hay alguna cosa que Yeonjun no te haya contado?

Beomgyu tosió.

- Esto es el Instituto, ¿correcto?

- Sí; estás en la enfermería, aunque ya te lo habrás imaginado. 

Un repentino dolor punzante obligó a Beomgyu a llevarse las manos al estómago. Lanzó un grito ahogado. 

Niki lo miró alarmado. 

- ¿Estás bien?

El dolor se desvanecía, pero Beomgyu era consciente de una sensación ácida en las paredes de la garganta y de un extraño aturdimiento. 

- Mi estómago. 

- Ah, bueno. Casi lo olvidé. Taeyeon dijo que te diéramos esto cuando despertaras. 

Niki alargó la mano para agarrar la jarra de cerámica y vertió parte del contenido en la taza a juego, que entregó a Beomgyu. Estaba llena de un líquido turbio que humeaba ligeramente. Olía a hierbas y a algo más, algo sustancioso y oscuro. 

- No has comido nada en tres días. - Indicó Niki. - Probablemente es por eso que te sientes mareado. 

Beomgyu tomó un sorbo con cautela. Era delicioso, suculento y saciante, con un regusto a mantequilla. 

- ¿Qué es esto? 

Niki se encogió de hombros. 

- Una de las tisanas de Taeyeon. Siempre funcionan. - Se deslizó fuera de la cama y aterrizó en el suelo arqueando la espalda como un felino. - A propósito, soy Kim Niki. Vivo aquí. 

- Sé tu nombre. Yo soy Beomgyu. Lee Beomgyu. ¿Me trajo Yeonjun aquí?

Niki asintió.

- Taeyeon estaba furiosa. Dejaste icor y sangre por toda la alfombra de la entrada. Si Yeonjun te hubiera traído estando mis padres aquí, ellos lo habrían castigado seguro. - Miró a Beomgyu más de cerca. - Yeonjun dijo que mataste a ese demonio rapiñador tú solo. 

Una imagen veloz de aquella cosa parecida a un escorpión, con su rostro huraño y malvado, pasó como una exhalación por la mente del muchacho; se estremeció y aferró la taza con más fuerza. 

- Supongo que sí. 

- Pero eres un mundi. 

- Sorprendente, ¿verdad? - Dijo Beomgyu, saboreando la expresión de apenas disimulado asombro del rostro de Niki. - ¿Dónde está Yeonjun? ¿Está por aquí?




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