Cazadores de Sombras: Ciudad de Hueso (adaptación Yeongyu)

10: Ciudad de hueso

Hubo un momento de atónito silencio antes de que tanto Beomgyu como Yeonjun empezaran a hablar a la vez.

- ¿Jinki tenía un esposo? ¿Estaba casado? Pensaba que...

- ¡Eso es imposible! ¡Mi padre jamás...! ¡Sólo se casó con mi otro padre! ¡No tenía un ex esposo!

Taeyeon alzó las manos cansinamente.

- Niños...

- No soy un niño. - Beomgyu se volvió alejándose del escritorio. - Y no quiero oír nada más.

- Beomgyu. - Lo llamó Taeyeon.

La amabilidad en su voz hacía daño; el joven se volvió despacio y le miró desde el otro extremo de la habitación. 

- Mi padre no haría... - Empezó, y su voz se apagó.

Ya no estaba seguro de hasta qué punto conocía a Taemin. Su padre se había convertido en un desconocido para él, un mentiroso, alguien que ocultaba secretos. ¿Qué no habría hecho?

- Tu padre abandonó el Círculo. - Dijo Taeyeon.

No fue hacia él sino que lo observó desde el otro extremo de la habitación con los ojos fijos y brillantes de un pájaro.

- Una vez que comprendimos lo extremista que se había vuelto Jinki... una vez que supimos lo que estaba dispuesto a hacer... muchos de nosotros lo abandonamos. Minho fue el primero en marcharse. Eso fue un golpe para Jinki. Habían estado muy unidos. - Taeyeon meneó la cabeza. - Luego Jung Hoseok. Tu padre, Yeonjun.

Yeonjun enarcó las cejas, pero no dijo nada.

- Hubo quienes permanecieron leales. Pangborn. Blackwell. Los Kim...

- ¿Los Kim? ¿Te refieres a Jonghyun y a Kibum? - Yeonjun se mostró estupefacto. - ¿Qué hay de ti? ¿Cuándo te fuiste?

- No lo hice. - Repuso ella en voz baja. - Tampoco lo hicieron ellos... teníamos miedo, demasiado miedo de lo que pudiera hacer Jinki. Tras el Levantamiento, los que le eran leales como Blackwell y Pangborn huyeron. Nosotros nos quedamos y cooperamos con la Clave. Les dimos nombres. Les ayudamos a dar con los que habían huído. Por hacer eso obtuvimos clemencia.

- ¿Clemencia?

La mirada de Yeonjun fue veloz, pero Taeyeon la vio.

- Piensas en la maldición que me ata a este lugar, ¿verdad? - Preguntó. - Siempre diste por supuesto que era un hechizo de venganza lanzado por algún demonio o brujo enfadado. Dejé que lo pensaras. Pero no es cierto. La maldición que me ata la lanzó la Clave.

- ¿Por pertenecer al Círculo? - Preguntó Yeonjun, su rostro una máscara de asombro. 

- Por no abandonarlo antes del Levantamiento.

- Pero a los Kim no los castigaron. - Repuso Beomgyu. - ¿Por qué no? Habían hecho lo mismo que usted.

- Existían circunstancias atenuantes en su caso: estaban casados, tenían un hijo. Aunque no es que residan en este puesto avanzado, lejos del hogar, por propia elección. Nos desterraron aquí, a los tres... a los cuatro, debería decir; Kai era un bebé berreante cuando abandonamos la Ciudad de Cristal. Ellos pueden regresar a Idris únicamente por cuestiones oficiales, y aún así sólo durante períodos cortos. Yo no puedo regresar jamás. Nunca volveré a ver la Ciudad de Cristal.

Yeonjun le miró fijamente. Fue como si mirara a su tutora con nuevos ojos, se dijo Beomgyu, aunque no era Yeonjun quien había cambiado.

- La Ley es dura, pero es la Ley. - Repitió el muchacho.

- Yo te enseñé eso. - Indicó Taeyeon, con un tono cáustico en la voz. - Y ahora tú me lo arrojas a la cara. Con toda la razón, además. 

Parecía como si deseara desplomarse sobre una silla próxima, pero se mantuvo erguida. En su rígida postura había algo de la soldado que había sido, pensó Beomgyu.

- ¿Por qué no me lo contó antes? - Preguntó Beomgyu. - Que mi padre estuvo casado con Jinki. Usted sabía su nombre...

- No estaba segura de que fuera el mismo Taemin. - Explicó Taeyeon. - Y tú insistías tanto en su ignorancia del mundo de las sombras, que me convenciste de que no podía ser el Taemin que yo conocía... y quizá tampoco quería creerlo. Nadie desearía el regreso de Jinki. - Volvió a negar con la cabeza. - Cuando envié a buscar a los Hermanos de la Ciudad de Hueso no tenía ni idea de qué noticias tendríamos para ellos. - Indicó. - Cuando la Clave averigüe que Jinki puede haber regresado, que está buscando la Copa, habrá un alboroto. Sólo puedo esperar que no desbarate los Acuerdos.

- Apuesto a que a Jinki le gustaría eso. - Repuso Yeonjun. - Pero, ¿por qué quiere la Copa tan desesperadamente?

El rostro de Taeyeon estaba gris.

- ¿No es eso obvio? - Repuso. - Para poder crearse un ejército.

Yeonjun pareció sobresaltado.

- Pero eso jamás podría...

- ¡Hora de cenar!

Era Niki, enmarcado en la puerta de la biblioteca. Todavía sostenía la cuchara en la mano. 

- Lo siento si estoy interrumpiendo. - Añadió como si se le acabara de ocurrir.

- Dios del cielo. - Exclamó Yeonjun. - La temida hora está próxima.

Taeyeon se mostró alarmada.

- To... to... tomé un desayuno muy sustancioso. - Tartamudeó. - Quiero decir almuerzo. Un almuerzo que me llenó mucho. No podría comer...

- He tirado la sopa. - Informó Niki. - Y he pedido comida china a aquel lugar del centro.

Yeonjun se desenganchó del escritorio y se desperezó.

- Fantástico. Estoy muerto de hambre.

- Tal vez podría tomar un bocado. - Admitió Taeyeon dócilmente.

- Sois dos mentirosos terribles. - Bromeó Niki sombrío. - Mirad, sé que no os gusta lo que cocino...

- Pues deja de cocinar. - Le aconsejó Yeonjun con toda la razón. - ¿Pediste cerdo mu shu? Ya sabes que adoro el cerdo mu shu.

Niki alzó los ojos al cielo.

- Sí; está en la cocina.

- Formidable.

Yeonjun se escabulló por su lado alborotándole cariñosamente los cabellos. Taeyeon fue tras él, deteniéndose solamente para acariciar afectuosamente el brazo de Niki; luego salió, agachando la cabeza con un divertido gesto de disculpa. ¿Realmente había podido ver Beomgyu en ella, apenas unos minutos antes, el espíritu de su antiguo ser guerrera?




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