Cazadores de Sombras: Ciudad de los Ángeles Caídos (yeongyu)

Capítulo 1: El maestro

- Sólo un café, por favor.

La camarera enarcó sus cejas, dibujadas a lápiz.

- ¿No te apetece comer nada? - Preguntó. Tenía un acento muy marcado, parecía defraudada.

Shim Jake no podía reprocharle nada, pues seguramente aquella mujer esperaba una propina mejor de la que iba a obtener por una simple taza de café. Pero él no tenía la culpa de que los vampiros no comiesen. A veces, cuando iba a un restaurante, pedía comida con la única intención de ofrecer una apariencia de normalidad, pero a última hora de un martes por la noche, con el Vesalka prácticamente vacío, le pareció que no merecía la pena tomarse la molestia. 

- Sólo el café.

Encogiéndose de hombros, la camarera recogió el menú plastificado y se marchó a preparar el pedido. Jake se recostó en la dura silla de plástico y miró a su alrededor. El vesalka, un restaurante situado en la esquina de la calle nueve con la segunda avenida, era uno de sus lugares favoritos en la ciudad, un viejo restaurante de barrio empapelado con fotografías en blanco y negro, donde permitían que alguien se pasara el día entero, sentado siempre y cuando fuera pidiendo un café cada media hora. Servían además la que había sido su sopa rusa de remolacha preferida en una época que ahora le quedaba muy lejana. 

Eran mediados de octubre y acababan de instalar la decoración típica de Halloween, entre la que destacaba un tambaleante cartel que rezaba "¡susto o sopa de remolacha!" y un recortable de cartón que representaba a un vampiro llamado conde Blintzula. En otros tiempos, Jake y Beomgyu habían encontrado de lo más graciosa aquella decoración festiva de baratillo, pero el conde, con sus colmillos falsos y su capa negra, ahora no le hacía ni pizca de gracia a Jake. 

Jake miró por la ventana. Era una noche gélida y el viento levantaba las hojas que cubrían el suelo de la Segunda Avenida como si fueran puñados de confeti. Se fijó en un chico que pasaba por la calle, un chico con una gabardina ceñida por un cinturón y cabello negro agitado por el viento. La gente se volvía para mirarlo. En el pasado, Jake también se quedaba mirando a chicos como aquel, preguntándose a dónde irían o con quién habían quedado. Nunca era con personas como él, eso lo sabía con certeza. 

Excepto que aquel sí. La campanilla de la puerta del restaurante sonó en el momento en que Kim Niki hacía su entrada. Sonrió al ver a Jake y se dirigió hacia él, despojándose de la gabardina y doblándola sobre el respaldo de la silla antes de tomar asiento. Debajo de la gabardina lucía lo que Beomgyu calificaría como "uno de los conjuntos típicos de Niki": una blusa negra y ceñida de terciopelo un poco abierta, jeans ajustados y botas altas. En la parte superior de la bota izquiera llevaba un cuchillo escondido que sólo Jake podía ver; pero aún así, todos los presentes en el restaurante se quedaron mirando cómo tomaba asiento y se acomodaba el cabello. Niki llamaba la atención como un espectáculo de fuegos artificiales. 

El bello Kim Niki. Cuando Jake lo conoció, dio por sentado que un chico como aquel nunca tendría tiempo para un tipo como él. Y acertó casi del todo. A Niki le gustaban los chicos que sus padres desaprobaban, y en su universo eso significaba habitantes del mundo subterráneo: hadas, hombres lobo y vampiros. 

Que llevaran los dos últimos meses saliendo le sorprendía, por mucho que su relación se limitase a encuentros puntuales como aquel. Y aún así, no podía evitar preguntarse si estarían saliendo si él no se hubiese transformado en vampiro, si su vida no se hubiese visto alterada por completo. 

Niki se acomodó un mechón de pelo en la frente con una resplandeciente sonrisa. 

- Estás guapo.

Jake observó su imagen reflejada en el cristal de la ventana del restaurante. La influencia de Niki se hacía evidente en los cambios que había experimentado su aspecto desde que empezaron a salir. Niki le había obligado a abandonar las sudaderas con capucha para sustituirlas por cazadoras de cuero y a cambiar las zapatillas deportivas por botas de diseño. Que, por cierto, salían a trescientos dólares el par. Además, se había dejado el pelo largo y ahora le llegaba casi a los ojos y le cubría la frente, aunque ese peinado era más por necesidad que por Niki. 

Beomgyu se burlaba de su nueva imagen; aunque, a decir verdad, todo lo relacionado con la vida amorosa de Jake lindaba con lo cómico para Beomgyu. Le costaba creer que estuviera saliendo en serio con Niki. Claro está que también le costaba creerse que estuviera saliendo a la vez, y con el mismo nivel de seriedad, con Hwang Hyunjin, un amigo de ambos que resultó ser un chico lobo. Y la verdad era que tampoco entendía cómo Jake aún no le había contado nada a uno sobre la existencia del otro. 

Jake no sabía muy bien cómo había sucedido todo. A Hyunjin le gustaba ir a su casa a jugar a la xbox -en la comisaría de policía abandonada donde vivían la manada de seres lobos no tenían ninguna de aquellas cosas-, y no fue hasta su tercera o cuarta visita que este se despidió de él con un beso. Jake se había quedado boquiabierto y había llamado en seguida a Beomgyu para consultarle si debía explicarle lo sucedido a Niki. "Primero aclárate con respecto a lo que hay entre Niki y tú. - Le dijo. - Y después cuéntaselo."

Pero resultó ser un mal consejo. Había transcurrido un mes y seguía sin estar seguro sobre lo que había entre Niki y él y, en consecuencia, no le había dicho nada. Y cuanto más tiempo pasaba, más complicado se le hacía tener que contárselo. Hasta el momento le había funcionado bien así. Niki y Hyunjin no eran amigos y apenas coincidían. Pero por desgracia para él, la situación estaba a punto de cambiar. La madre de Beomgyu y su eterno amigo, Minho, iban a casarse en cuestión de semanas, y tanto Niki como Hyunjin estaban invitados a su boda, un panorama que a Jake le resultaba más aterrador que la posibilidad de ser perseguido por las calles de Seúl por una banda de furiosos cazadores de vampiros. 




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