Cazadores de Sombras: Ciudad de los Ángeles Caídos (yeongyu)

Capítulo 4: El arte de los ocho miembros

"AQUÍ SE CONSAGRA EL ANHELO DE LOS GRANDES CORAZONES Y DE LAS COSAS NOBLES QUE SE ALZAN POR ENCIMA DE LA MAREA, LA PALABRA MÁGICA QUE INICIA A LA MARAVILLA ALADA, LA SABIDURÍA RECABADA QUE JAMÁS HA MUERTO."

Eran las palabras grabadas sobre las puertas principales de la biblioteca pública de Itaewon. Jake estaba sentado en la escalinata, contemplando la fachada. La inscripción resplandecía con su pesado dorado sobre la piedra, las palabras cobraban vida por un instante cuando los faros de los coches las iluminaban.

La biblioteca había sido uno de sus lugares favoritos cuando era pequeño. Por un lateral había una entrada aparte para niños que, durante muchos años, fue su punto de reunión con Beomgyu cada sábado. Se hacían con un montón de libros y se iban al Jardín Botánico, que estaba justo al lado, y allí podían pasarse horas leyendo, tendidos en la hierba, y el sonido del tráfico era tan sólo un zumbido constante en la distancia.

No estaba seguro de cómo había ido a parar allí aquella noche. Había huído de su casa lo más de prisa posible y se había dado cuenta en seguida de que no tenía a dónde ir. No podía arriesgarse a ir a casa de Beomgyu, pues se quedaría horrorizado al enterarse de lo que había hecho y querría que volviese a casa para solucionarlo. Eric y los demás chicos no entenderían nada. A Yeonjun no le caía simpático y, además, no podía entrar en el Instituto. Era una iglesia, y la razón por la que los nefilim vivían allí era precisamente para evitar a criaturas como él. Al final había comprendido a quién podía acudir, pero la idea le resultaba tan desagradable que había tardado un buen rato en armarse de valor para hacerlo.

Oyó el sonido de la moto antes incluso de verla, el rugido del motor avanzando entre el tráfico fluido. La moto derrapó en el cruce y subió a la acera, retrocedió a continuación y se lanzó escalera arriba. Jake se hizo a un lado cuando el vehículo se plantó a su lado y Yongsun soltó el manillar.

La moto se calló al instante. Las motos de los vampiros estaban impulsadas por espíritus demoníacos y respondíam como mascotas a los deseos de sus propietarios. A Jake le resultaban espeluznantes.

- ¿Querías verme, vampiro diurno? - Yongsun, tan elegante como siempre, con chaqueta negra y un vestido de aspecto caro, desmontó y dejó la moto apoyada en la barandilla de la escalera de acceso a la biblioteca. - Será mejor que tengas un buen motivo. - Añadió. - Espero no haber venido hasta Itaewon por nada. A Kim Yongsun no le gustan los barrios de extrarradio.

- Estupendo. Veo que empiezas a hablar de ti misma en tercera persona. ¿No es eso un síntoma de megalomanía incipiente o algo así?

Yongsun se encogió de hombros.

- O me cuentas lo que tengas que contarme, o me largo. De ti depende. - Miró su reloj. - Dispones de treinta segundos.

- Le he dicho a mi madre que soy un vampiro.

Yongsun levantó las cejas. Eran muy finas y muy oscuras. En momentos más críticos, Jake había llegado a preguntarse si se las dibujaría a lápiz.

- ¿Y qué ha pasado?

- Me ha dicho que era un monstruo y ha intentado rezar contra mí. - El recuerdo le provocó un regusto de sangre amarga en la garganta.

- ¿Y después?

- Y después no estoy seguro del todo de lo que ha pasado. He empezado a hablarle con una voz extraña y tranquilizadora, le he dicho que nada de aquello había sucedido en realidad y que todo había sido un sueño.

- Y te ha creído.

- Me ha creído. - Confirmó Jake a regañadientes.

- Por supuesto. - Dijo Yongsun. - Porque eres un vampiro. Tenemos ese poder. El encanto. La fascinación. El poder de la persuasión, podría llamarse. Puedes convencer a los humanos mundanos de casi todo. Si aprendes a utilizar tu habilidad como es debido.

- Pero yo no quería utilizarlo con ella. Es mi madre. ¿Existe algún modo de quitarle eso? ¿Algún modo de solucionarlo?

- ¿Solucionarlo para que vuelva a odiarte? ¿Para que piense que eres un monstruo? Me parece una forma muy curiosa de solucionar un asunto.

- Me da lo mismo. - Replicó Jake. - ¿Hay algún modo?

- No. - Respondió alegremente Yongsun. - No lo hay. Y conocerías ya todas estas respuestas de no haber desdeñado a tus semejantes como lo has hecho hasta ahora.

- Tienes razón. Ahora compórtate como si yo te hubiera rechazado. Como si no hubieras intentado matarme...

Yongsun se encogió de hombros.

- Era cuestión de política. Nada personal. - Se recostó en la barandilla y se cruzó de brazos. Llevaba guantes negros de motorista. Jake se vio obligado a reconocer que su aspecto era impresionante. - Dime, por favor, que no me has hecho venir hasta aquí para contarme toda esta historia tan aburrida sobre tu hermana.

- Mi madre. - Le corrigió Jake.

Yongsun agitó la mano en un gesto que quería restarle importancia a su error.

- Da igual. Una persona importante te ha rechazado. No será la última vez, te lo aseguro. ¿Y por qué me has molestado para contármelo?

- Quería saber si podía instalarme en el Dumort. - Dijo Jake, pronunciando la frase a toda velocidad para no retractarse de lo dicho. Le costaba creer lo que estaba pidiendo. Sus recuerdos del hotel de los vampirss eran recuerdos de sangre, terror y dolor. Pero era un lugar a donde ir, un lugar donde instalarse y donde nadie iría a buscarlo, con lo que no se vería obligado a volver a casa. Era un vampiro. Tener miedo de un hotel lleno de otros vampiros era una estupidez. - No tengo a dónde ir.

A Yongsun le brillaron los ojos.

- Ajá. - Dijo, con un tono triunfante que no le agradó mucho a Jake. - Veo que ahora quieres algo de mí.

- Eso imagino. Aunque me resulta espeluznante que eso te emocione tanto, Yongsun.

Yongsun resopló.

- Si te instalas en el Dumort, no te dirigirás a mí como Yongsun, sino como Ama, Señora o Gran Líder.

Jake se armó de valor.

- ¿Y Ryujin?

- ¿A qué te refieres? - Dijo Yongsun.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.