Cazadores de Sombras: Ciudad de los Ángeles Caídos (yeongyu)

Capítulo 5: El infierno llama al infierno

El apartamento de Chan resultó ser una sorpresa agradable. Jake esperaba un mugriento piso sin ascensor en un bloque de la Avenida D, con cucarachas subiendo por las paredes y una cama construida con un colchón de espuma y cartones de leche. Pero en realidad, el apartamento de Chan era un aseado pisito de dos habitaciones con un pequeño salón, un montón de estanterías y las paredes llenas de fotografías de famosas playas de surfistas. Y aunque Chan cultivaba algunas plantas de marihuana en la escalera de incendios... no podía tenerse todo en esta vida.

La habitación de Jake era como una caja vacía. Quien quiera que la ocupaba antes no había dejado nada en ella excepto un futón. Tenía las paredes desnudas, el suelo también estaba desnudo y había una única ventana a través de la cual Jake vio el cartel luminoso del restaurante chino de la acera de enfrente.

- ¿Te gusta? - Preguntó Chan desde el umbral de la puerta, sus ojos muy abiertos y amistosos.

- Es estupenda. - Respondió Jake sinceramente. - Justo lo que necesitaba.

El objeto más caro del departamento era el televisor de pantalla plana del salón. Se dejaron caer en el sofá y se entretuvieron mirando programas malos mientras el sol se ponía en el exterior. Chan era un buen chico, decidió Jake. No se metía en sus asuntos, no era curioso, no formulaba preguntas. No le había pedido nada a cambio de la habitación. Era simplemente un tipo simpático. Jake se preguntó si habría olvidado ya cómo eran los seres humanos normales y corrientes.

Después de que Chan se marchara a trabajar en un turno de noche, Jake entró en su habitación, se dejó caer en el colchón y se quedó escuchando el tráfico que circulaba por la Avenida B.

Había estado obsesionado con imágenes de la cara de su madre desde que se había ido: cómo lo había mirado con miedo y odio, como si fuera un intruso en su casa. Aún sin necesidad de respirar, pensar en aquello seguía causándole una sensación de opresión en el pecho. Pero ahora...

De pequeño siempre le había gustado viajar, porque visitar un lugar nuevo equivalía a estar lejos de todos sus problemas. Y ahora, incluso allí, con sólo un río separándolo de Itaewon, los recuerdos que habían estado corroyéndole como el ácido -la muerte del atracador, la reacción de su madre a la verdad de su condición- parecían confusos y remotos.

Tal vez el secreto fuera ese, pensó. Moverse sin parar. Como un tiburón. Ir a donde nadie pueda encontrarte. "Fugitivo y errante serás en la tierra."

Pero eso sólo funcionaba si no te importaba dejar atrás a nadie.

Aquella noche durmió a rachas. A pesar de ser un vampiro diurno, su necesidad natural era dormir de día, y estuvo combatiendo inquietud y pesadillas antes de despertarse tarde con los rayos de sol entrando por la ventana. Después de vestirse con ropa limpia de su mochila, salió de la habitación y encontró a Chan en la cocina, friendo huevos con beicon en una sartén de Teflón.

- Hola, compañero de piso. - Dijo Chan, saludándolo alegremente. - ¿Te apetece desayunar?

Ver comida le provocó náuseas a Jake.

- No, gracias. Tomaré sólo café. - Se encaramó a uno de los taburetes, que estaba algo torcido.

Chan empujó hacia él un tazón descascarillado.

- El desayuno es la comida más importante del día, hermano. Aunque sea casi mediodía.

Jake puso las manos alrededor del tazón y notó el calor penetrando su fría piel. Buscó algún tema de conversación, algo que no tuviera que ver con lo poco que comía.

- No te lo pregunté ayer: ¿cómo te ganas la vida?

Chan cogió un trocito de beicon de la sartén y le dio un mordisco. Jake se fijó en que la medalla dorada que llevaba colgada al cuello tenía una cenefa de hojas y las palabras "Beati bellicosi". Beati, sabía Jake, era una palabra que tenía que ver con los santos; Chan debía de ser católico.

- Mensajero en bicicleta. - Dijo, masticando. - Es increíble. Voy por toda la ciudad, lo veo todo, hablo con todo el mundo. Mucho mejor que el instituto.

- ¿Dejaste los estudios?

- Acabé la secundaria. Prefiero la escuela de la vida. - A Jake le hubiera sonado ridículo si no fuera porque Chan dijo lo de "escuela de la vida" igual que decía cualquier otra cosa, con total sinceridad. - ¿Y tú? ¿Algún plan?

"Oh, ya sabes. Vagar por la tierra, sembrando la muerte y la destrucción entre inocentes. Tal vez beber un poco de sangre de vez en cuando. Vivir eternamente, aunque sin divertirme jamás. Sólo lo normal."

- En estos momentos funciono sobre la marcha.

- ¿Te refieres a que no quieres ser músico? - Preguntó Chan.

Para el alivio de Jake, su teléfono sonó antes de que tuviera que responder aquella pregunta. Hurgó en su bolsillo y miró la pantalla. Era Hyunjin.

- Hola. - Dijo saludándolo. - ¿Qué tal?

- ¿Piensas ir esta tarde con Beomgyu a la prueba del traje? - Le preguntó; su voz chisporroteaba en el otro extremo de la línea. Lo más probable era que llamara desde los cuarteles generales de su manada, donde la cobertura no era precisamente estupenda. - Me explicó que te había pedido que lo acompañaras.

- ¿Qué? Oh, sí. Sí. Allí estaré. - Beomgyu le había pedido a Jake que lo acompañara a la prueba de su traje, para así después ir juntos a comprar cómics y sentirse, según sus propias palabras, "un poco menos niño cursi emperifollado".

- Pues me apunto. Tengo que darle a Minho un mensaje para la manada y, además, me da la impresión de que hace siglos que no te veo.

- Lo sé. Y lo siento de verdad...

- No pasa nada. - Dijo él. - Pero tendrás que decirme qué piensas ponerte para ir a la boda, porque de lo contrario no pegaremos ni con cola.

Colgó, dejando a Jake mirando el teléfono. Beomgyu tenía razón. El día de la boda sería el Día-D, y estaba deplorablemente poco preparado para la batalla.

- ¿Uno de tus novios? - Preguntó Chan con curiosidad. - El castaño del garaje, ¿era uno de ellos? Era muy mono.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.