Cazadores de Sombras: Ciudad de los Ángeles Caídos (yeongyu)

Capítulo 14: Más allá de los sueños

Yeonjun se agitó inquieto en su estrecha cama en la Ciudad Silenciosa. No sabía dónde dormían los Hermanos, y ellos no habían mostrado interés alguno por revelárselo. El único lugar donde al parecer podía acostarse era en una de las celdas que había debajo de la Ciudad y que destinaban a los prisioneros. Le habían dejado la puerta abierta para que no se sintiese encarcelado, pero por mucha imaginación que intentara ponerle, era un lugar que no podía de ningún modo calificarse como agradable.

El ambiente estaba cargado y olía a cerrado. Se había quitado la camiseta y se había acostado sobre las mangas vestido sólo con sus vaqueros, pero seguía teniendo calor. Los muros eran de un insípido color gris. Justo por encima del armazón de la cama, alguien había grabado en la piedra las letras "JG" y se preguntó cuál era su significado. En la habitación no había más mobiliario que la cama, un espejo roto que le devolvía su reflejo en una imagen distorsionada, y el lavabo. Y todo eso sin mencionar los desagradables recuerdos que le despertaba aquel lugar. Los Hermanos habían estado toda la noche entrando y saliendo de su cabeza, hasta estrujarlo por completo. Su secretismo era tan grande, que no tenía ni idea de si estaban haciendo avances. No sé los veía satisfechos... aunque, la verdad, nunca lo parecían.

Sabía que la prueba de fuego era dormir. ¿Con qué soñaría? "Dormir: tal vez soñar." Se volvió, escondió la cara entre las manos. Se veía incapaz de soportar otro sueño en el que volviera a hacerle daño a Beomgyu. Creía que se volvería loco, y le daba miedo. La posibilidad de morir nunca lo había asustado demasiado, pero la idea de volverse loco era lo peor que podía imaginarse. Dormirse, no obstante, era la única forma de averiguarlo. Cerró los ojos y se obligó a dormir.

Durmió, y soñó.

Estaba de nuevo en el valle, en el valle de Idris donde había luchado con Jisung y había estado a punto de morir. En el valle era otoño, no verano, como la última vez que había estado allí. Había una explosión de hojas con matices dorados, caoba, anaranjados y rojos. Estaba en la orilla del río -un arroyo, en realidad- que partía el valle por la mitad. Vislumbró a alguien a lo lejos, alguien que se acercaba, alguien a quien no podía ver aún con claridad, pero que avanzaba hacia él directamente y con paso convencido.

Estaba tan seguro de que era Jisung, que no fue hasta que la figura se acercó lo suficiente como para verla mejor que se dio cuenta de que no podía ser él. Jisung era alto, más alto que Yeonjun, pero aquella persona era bajita... tenía el rostro oculto por las sombras, pero sería un palmo o dos más bajo que Yeonjun, y delgado, con los hombros estrechos de un niño y unas muñecas huesudas que sobresalían por debajo de las mangas de una camisa que le quedaba pequeña.

Taehyun.

Ver a su hermano pequeño fue para Yeonjun como un bofetón. Cayó de rodillas sobre la hierba, aunque no se hizo daño. Todo tenía esa sensación de blandura de los sueños. Taehyun estaba como siempre. Un chavalín huesudo a punto de dar el estirón y que había dejado ya atrás la fase de niño pequeño. Aunque nunca llegaría a conseguirlo.

- Taehyun... - Dijo Yeonjun. - Lo siento mucho, Taehyun.

- Yeonjun... - Taehyun no avanzó más. Se había levantado un poco de viento y la brisa despejaba el pelo de su cara. Sus ojos eran serios. - No estoy aquí por mí. - Dijo. - No estoy aquí para obsesionarte ni para que te sientas culpable.

"Naturalmente que no. - Dijo una voz en la cabeza de Yeonjun. - Taehyun siempre te ha querido, te ha idolatrado, ha pensado que eras maravilloso."

- Estos sueños tuyos... - Dijo Taehyun. - Son mensajes.

- Los sueños son la influencia de un demonio, Taehyun. Los Hermanos Silenciosos dicen que...

- Se equivocan. - Le cortó rápidamente Taehyun. - Ahora son sólo unos pocos y sus poderes son más débiles que antes. Estos sueños pretenden decirte algo. No los has interpretado correctamente. No están diciéndote que le hagas daño a Beomgyu. Sino advirtiéndote de que ya lo estás haciendo.

Yeonjun movió poco a poco la cabeza de un lado a otro.

- No te entiendo.

- Los ángeles me envían a hablar contigo porque te conozco. - Dijo Taehyun, con su cristalina voz de niño. - Sé cómo te comportas con tus seres queridos y sé que jamás les harías daño voluntariamente. Pero aún no has destruido toda la influencia de Jinki que llevas dentro de ti. Su voz sigue susurrándote y tú piensas que no lo oyes, pero no es así. Lo que te están diciendo los sueños es que hasta que no mates esa parte de ti mismo, no podrás estar con Beomgyu.

- Entonces mataré esa parte. - Dijo Yeonjun. - Haré lo que sea necesario. Sólo tienes que decirme cómo.

Taehyun le regaló una espléndida sonrisa y Yeonjun vio entonces que llevaba algo en la mano. Era una daga con empuñadura de plata: la daga Choi Taehyung, la que estaba en la caja. Yeonjun la reconoció al instante.

- Cógela. - Dijo Taehyun. - Y vuélvela contra ti. Esa parte de ti que está conmigo en el sueño debe morir. Lo que surja después estará limpio.

Yeonjun cogió el cuchillo.

Taehyun sonrió.

- Bien. Aquí, en el otro lado, somos muchos los que estamos preocupados por ti. Tu padre está aquí.

- No Jinki, sino...

- Tu verdadero padre. Me ha mandado a que te diga que utilices esto. Arrancará toda la parte podrida de tu alma.

Taehyun sonrió como un ángel al ver que Yeonjun dirigía el cuchillo contra su cuerpo, el filo hacia dentro. Pero dudó en el último instante. Era demasiado familiar a lo que Jinki había hecho con él, clavándoselo en el corazón. Cogió el cuchillo y se hizo un largo corte en el antebrazo derecho, desde el codo hasta la muñeca. No sintió dolor. Se pasó el cuchillo a la mano derecha e hizo lo mismo en el otro brazo. La sangre empezó a manar a borbotones de los cortes, más roja que la sangre en la vida real, era sangre del color de los rubíes. Resbalaba por su piel y salpicaba la hierba.




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