Cazadores de Sombras - El Dorado 1: Sueños Buscados

5- La Ceremonia

Un poco antes de que el mundo se mostrara en rebeldía ante ellos, Thiago y Alicia susurraban en una celda demasiado fría y silenciosa. 

El cuerpo de Alicia rozaba cálidamente con la de Thiago, quién solo podía pensar en Carolina, en un lugar más allá de donde estaban y fuera de su alcance.

Fuera de todo mal.

— Tengo miedo —la voz de Alicia era suave, demasiado delicada en ese lugar de una vil oscuridad.

Thiago pensó que el tintineo aterciopelado de su voz, podría despegar la mano demoníaca de un mundo inocente.

— Tranquila, todo saldrá bien —susurró, tratando de calmarla. Sin embargo, era evidente en el temblor de su voz que solo trataba de calmarse a sí mismo.

— Esto va en contra de los acuerdos —dijo ella.

— Lo sé, al igual que todos ellos. Pero para ser honesto, creo que no les importa —admitió él.

Experimentaba la necesidad de quererla abrazar, calmarla con un abrazo, pero mostrar debilidad y doblegarse, no representaba lo que eran unos cazadores de sombras.

También, no podía ser posible, pues, ambos estaban esposados.

— ¿Qué hicimos nosotros para merecer esto? —se quejó ella.

Ambos sabían que la culpa no recaía en ellos, si no en sus antepasados.

— ¡Callen! —les demandó su carcelero, un tritón que tenía cara de pocos amigos.

Thiago sentía las telarañas del recuerdo en ese preciso momento, mientras un sentimiento de familiaridad se extendía por su cuerpo al vislumbrar su cara. Veía más que piel, observaba una máscara mexicana que representaba al diablo. Solo que con morado en lugar de rojo. En otra situación hubiera causado risa, pero ahora provocaba que Thiago se asustara aún más, que sintiera el corazón latiendo rápido bajo su caja torácica.

— ¡Eso es injusto! —esbozó Alicia entre indignada y asustada. Sacando a Thiago de su cabeza.

Alicia era incapaz de callar, incapaz de tolerar los delitos.

— El mundo nunca es justo. Y más desde que ustedes aparecieron hijos del Ángel —le respondió el tritón enojado. Seguro porque ellos ya llevaban algo de tiempo con eso.

— ¿Cuándo nos liberarán? —preguntó Alicia después de un rato de silencio.

El tiempo estaba transcurriendo demasiado lento. Thiago quería creer que era una señal.

De que sería lo suficientemente lento para que fueran a su rescate.

— Nunca —dijo el tritón, mientras las comisuras de sus labios se elevaban en una sonrisa.

— ¿Y eso? —preguntó ella.

— Serán un sacrificio para nuestros divinos. ¡Qué mejor sacrificio que unos Nephilims, jóvenes y fuertes! —argumentó el tritón con algo de inspiración.

Thiago palideció.

— ¿Cómo que sacrificio? —insistió Alicia más que asustada.

— Sí, su sangre será para honrar a nuestros dioses. Serán recordados como los sacrificios dignos de su grandeza. Ustedes los Nephilims se creen de más. Veremos si logran hacerles ver eso a los divinos —continuó el tritón.

— ¿Exactamente que nos harán? —preguntó Alicia. Pero Thiago ya se daba una buena idea de que les iban a hacer. Con solo pensar en los sacrificios de los aztecas y los mayas de hace siglos.

— Pues, creo que no pasará nada si les cuento. Serán llevados como prisioneros al centro de sacrificios, donde les harán una serie de misticismos para ser dignos. Después con la espada de sacrificios, que sinceramente no sé el nombre. Los matarán, para después...—inició el tritón haciendo que Thiago se diera cuenta que no se equivocaba en cómo sería esto—...ustedes serán unas ofrendas dignos de ellos. Serán ofrendas que si cumplen las expectativas de los divinos, nosotros sabremos que son los seres que ustedes juran ser —concluyó el tritón con algunas lágrimas doradas.

— ¿Y qué pasa si no cumplimos con eso? —Alicia había preguntado.

— Oye, ya no soporto tu voz, ni tus preguntas. Si vuelvo a escuchar tu maldita voz, te juro que te la cerraré —amenazó el tritón tocando la mandíbula de una Alicia asustada.

Thiago tenía su sangre ardiendo bajo su piel. Las esposas tintinearon cuando se removió en la celda.  

El cuerpo de él se movió demasiado rápido; su hombro golpeó los barrotes cuando intentó quitar las manos del tritón fuera del rostro de Alicia.

— Déjala, no la toques...—esbozó Thiago dejando lo último al aire "diablo marino" para no empeorar las cosas.

— ¿Y qué harás si no lo hago? —repuso el tritón, complementando una risa que empeoró el miedo de Thiago.

"Tiene una risa como la del diablo" pensó el joven Nephilim mientras tenía un escalofrío de miedo.

— ¡Aléjate! —demandó Thiago, con el odio y la ira gobernando cada rincón de su alma.

Las esposas se clavaron en la piel de sus manos cuando intentó romperla.

— No, no puedes hacer nada Nephilim, mira te mostraré —agregó el carcelero para después manosear a una Alicia que no paraba de llorar y que trataba con fuerzas alejarse.

En ese momento, Thiago no podía pensar en nada más que no fuera en las cosas horribles que le haría al tritón. Ya no sentía más el miedo como un segundo corazón; ahora tenía la sangre burbujeando bajo su piel y notaba las ganas de mostrar la gloria de lo que era ser un cazador de sombras, mucho más potente.

— Suéltala, quita tus sucias manos marinas de ella —demandó Thiago pensando en uno de sus amigos de México, Nate. 

Un híbrido entre Nephilim y brujo, que si estuviera en estos momentos en lugar de él, sin esposas. Hubiera distraído al tritón o hacer magia para hacer que dejara a Alicia en paz. Pero solo era él, un Nephilim sin nada en particular. Además de que claro, con todo esto él extrañara más México.

— No puedes hacer nada —se burló el tritón y Thiago decidió sentirse unos instantes Nate.

— Lo sé, pero en estos momentos, siento que no nos estamos entendiendo. Me explico...—inicio Thiago usando una voz algo diplomática, pero no logró su objetivo. Más bien lo que logró fue que el tritón cumpliera su promesa y ambos terminarán con algas en la boca.




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