Cazadores de Sombras - El Dorado 1: Sueños Buscados

13- Nico-Nico-Ni

Equipo "A"

— ¿Dónde estamos? —preguntó Lizzie sorprendida porque estaban en una estación de metro.

— Asia —respondió Florencia al observar los coloridos carteles publicitarios y ver sus textos incomprensibles, y algo conocidos por los logos de la marca.

— Estamos en Japón, creo que Tokio, sino me equivoco —dijo Kengel tranquilo y viendo hacia todos lados.

— Sí, efectivamente estamos en la red de metro de Tokio, pero no sé en qué parte exactamente hay que ir, Tokio es enorme y también hay muchas cosas que me dicen refugio en toda esta ciudad —admitió el brujo recordando el folleto que tenía algunos Kanjis y unas flores de cerezo que le gritaban Japón. Además de ver al Monte Fuji y la horrenda, según él, Torre de Tokio. Todo escondido con glamours y otros métodos para despistar a los que no saben.

— Ok, estamos más que perdidos ¿Ahora qué Nicolas? —preguntó Kengel, odiando este mismo momento. A él le hubiera gustado estar en Tokio, solo con su parabatai y por gusto. No con 5 personas extras y buscando por todo el mundo a alguien, aunque él podía estar en la ciudad con alguno de esos extras.

— Primero, hay que ver cómo hacer que todos nos veamos menos llamativos. En Japón es algo complejo el uso de glamours, así que solucionemos el punto runas y nuestro estilo, para contrastar con los japoneses —propuso Nicolas.

— Somos latinas y ellos son ingleses, además de Nephilims. Mientras que tú, es difícil deducir de donde eres, pero eres rubio y tienes cola —dijo Ross mostrando que era imposible no hacerse notar.

— A eso iba exactamente Nicolas. Debemos ser más discretos, ropa más típica nipona juvenil. En si, tenemos que vernos más mundanos,  y de paso evitar que nuestras curiosidades como marcas y estilo de vestir sean más sutiles —interrumpió Byron. Señalándose las marcas rúnicas que llevaba, el de los demás Nephilims, y en el estilo de atuendo de Nicolas que siempre iba  formal. Como en este caso que iba con pantalones y zapatos de vestir negros, camisa blanca, corbata negra y un saco semiformal también negro, como si fuera niño rico.

— Para mí es fácil de resolver, pero primero hay que movernos e irnos a esconder para yo ayudarles con su ropa y de paso resolver mi problema. Ahora muévanse y eviten llamar la atención más de lo debido —pidió el brujo y todos comenzaron a moverse.

— ¿Ahora adónde iremos? —preguntó Florencia mientras esperaban el tren.

— Al centro de la ciudad, donde buscaremos en las tiendas lo necesario para ser más discretos y luego a seguir con la búsqueda —admitió Nicolas mostrando que solo tenía lo más básico de lo que se podría llamar plan.

— ¿No tienes algo más preciso? —preguntó Kengel viendo hacia otro punto.

— No como tal, solo comprar y preguntar, para después buscar a nuestro querido híbrido —finalizó Nicolas, viendo a la gente y pensando en como no llamar la atención.

— ¿Cómo nos comunicamos con los demás? Porque hay que ser honestos, nadie aquí habla o entiende el japonés tan bien como para movernos con facilidad —comentó Megan mostrando su buen punto.

— Kengel... ¡Auch! —empezó a decir Byron, pero su parabatai le dio un buen pisotón en su pie para que callara—  Kengel, really? — continuó Byron pero solo recibió una mirada asesina de su amigo.

— ¿Qué ibas a decir? —preguntó Florencia sorprendida por como actuó Kengel.

— Nada de valor, simplemente iba a decir que ese cartel me recuerda a una bebida que se encuentra en Inglaterra —pronunció Byron mientras señalaba al anuncio, la primera cosa cuerda que se le ocurrió.

— ¿De qué sabor es? —preguntó Nicolás interesado por saber que se traían ese par.

— Es de durazno, es muy buena pero vale una millonada. Además, el envase es muy interesante para ser una lata de plástico —dijo Kengel sin darle tanta importancia, a pesar de que sus ojos decían otra cosa muy distinta.

— Interesante —dijo Nicolás justo cuando apareció el tren.

Después de eso, todo fue más tranquilo y callado, exceptuando que los parabatais hablaban entre ellos tranquilamente en inglés. Cosa que llamaba la atención, y como hablaban bajo no era tanto.

— Nicolas ¿Seguro que vamos bien? —preguntó Kengel después de sentir que ya habían tardado mucho en el viaje.

— Sí, no es la primera vez que vengo a esta ciudad —aseguró Nicolas, porque era verdad, no era su primera vez en ella. Aunque, él solo fuera a los lugares del submundo, la última vez que estuvo en algún lugar mundano como este, fue en el siglo pasado y como a mediados o un poquito más.

— Es que siento que nos estamos alejando algo del centro —admitió Kengel mostrando el mapa que venía de la línea en el vagón—. Mira, nosotros entramos en esta estación... El centro, yo digo que debe de estar aquí, por razones más que céntricas. Pero la última estación que pasamos era esta, la cual como puedes darte cuenta está del otro lado —explicó señalando con su mano el mapa, dando a conocer su punto.

— ¿Por qué dices eso? No lo entiendo —admitió Ross y sus amigas le dieron la razón con gestos.

— Estamos en una ciudad nueva, con diferente cultura. Hay que ser más observadores para sobrevivir aquí, además es simple lógica —se defendió Kengel rodando los ojos desesperado por la incompetencia de sus compañeros.

— ¿Qué les parece si preguntamos a alguien del tema? —preguntó Lizzie viendo que la situación podría complicarse.

— Sí, se podría usar la runa de las lenguas —aconsejó Florencia y los demás estuvieron de acuerdo con ella.

—  Viendo que Kengel es el que dice que estamos mal, será mejor que él pregunté —propuso Nicolás solo para ver qué pasaba y los demás sin problemas aceptaron.

— Perfecto vas —le dijo Megan ofreciéndole su estela.

— Do it, we know you can! —le alentó Byron para después intercambiar palabras y miradas. 

Kengel tomó la estela para hacerse la runa, pero su parabatai se la arrebató y se la dibujo sin más.




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