Cazadores de Sombras - El Dorado 1: Sueños Buscados

14- Tan difícil de encontrar como una aguja en un pajar.

Equipo "A"

JAPÓN

Shibuya, Tokio (Hachiko)

— Gracias al Ángel que no nos perdimos esta vez —dijo Kengel, cuando salieron de la estación del metro de Shibuya.

— No le dejaste siquiera ir enfrente como segundo —le dijo Lizzie enojada, refiriéndose a Nicolas, aunque nadie le tomó en serio porque llevaba otro vestido muy tierno, el cabello como ayer y su preciado conejo Blás.

— Nos iba a perder de nuevo—se defendió él.

— Nunca lo hubiéramos sabido, ni le dejaste intentarlo —le regañó ella.

— Es mejor prevenir que lamentar, además tenemos el tiempo muy justo.

— ¿El tiempo justo? Kengel tenemos aún tiempo de sobra —dijo la chica, aunque la verdad era que Kengel se traía ya varias cosas entre manos para hacer en Japón.

— Ya quiero librarme de esto, odio está estúpida misión, no hemos llegado a ningún lado, estamos buscando una aguja en un granero. En si, no me sorprendería que estuviera nuestra preciada aguja en otra dimensión —explotó Kengel recordando la historia de Nate.

— Si quieres librarte ya de la misión pues vete, nadie está aquí por obligación, estamos por deseo y curiosidad —explotó la chica cerrando los puños y tratando de que toquen el piso, manteniendo una postura recta pero infantil.

— Gracias por recordarme eso, pero aún así no —continuó el inglés.

— Si quieres irte como un Alejandro Magno, te hago los honores y le pido a Nico que abra un portal para que tú, con tu lindo trasero vayan derechito a Inglaterra, olvidándose de nosotros y todo lo que hemos vivido —dijo la chica haciendo que Kengel se sorprendiera de como Lizzie pudo decir eso y sonar amenazante, a pesar de que se viera inocente.

— Mejor empezamos a... por lo que hemos venido —esbozó Byron para cambiar el silencio incomodo por algo más ameno y hacer que su parabatai saliera del shock.

— Los mismos grupos que ayer, ustedes... busquen en las cercanías y en la estación, nosotros pues buscaremos a los alrededores, veremos si encontramos algo interesante por el barrio —mencionó Nicolas algo incómodo y se separaron como el día anterior.

— Lizzie, siento mucho lo de hace rato —se disculpó Kengel después de un rato, ya que no aguantaba seguir así con Lizzie.

— No te preocupes. Nadie te culpa de pensar así, en sí todos sentimos lo mismo que tú, solo que tú lo declaraste primero —mencionó Lizzie pensando en como sería besar esos labios y sentir la piel del inglés y el calor que emanaba más de cerca. Sentir esa mata de cabello oscuro, que pareciera hacer lo que quería, siempre medio haciéndole caso a su dueño a la hora de acomodarse.

— No me disculpo por eso, me disculpo porque me desquite contigo. No debí de hacerlo, fui un tonto —contestó Kengel—. El bolso lo traes —cambió de tema cuando vio el objeto.

— Sí, gracias me gustó mucho, le llamé Blás. Mi mamá me cantaba de niña una canción sobre un conejo llamado Blás —respondió Lizzie tocando el bolso y sintiendo su suave pelaje.

— Ese bolso... Digo Blás se ve que te hace buena compañía —admitió Kengel recordando la primera vez que vio al conejo y como le hizo pensar en Lizzie.

— Sí, es la mejor compañía —admitió la chica sonrojada.

— Blás. Suena muy lindo y más cuando tú lo dices —pensó él acercando su mano para acariciar el conejo.

— Gracias —se sonrojó ella cuando escuchó ese susurro.

— Lo siento —se disculpó Kengel tontamente, deseando que mejor lo hubiera pensado en inglés.

— No tienes que. Me gustó como sonó eso —dijo ella aún más sonrojada.

"Entonces déjame decirte que me siento celoso de que ese conejo esté muy cerca de ti y no yo" Pensó el inglés pero no sé atrevió a decir eso en voz alta.

— Chicos parenle tantito y empiecen a ayudar —les avisó Byron enojado porque ellos ya se habian tardado.

— Bro, I'm so sorry —murmuró Kengel a su parabatai.

— Cierto a lo que estamos aquí —recordó Lizzie sonrojada de la pena.

— Tranquila, busquemos una pista —calmó Byron e iniciaron a buscar algo útil.

— ¿Qué decía la pista? —preguntó Lizzie recordando que se le había olvidado ese punto.

— Lo del perro y refugio —recordó Byron olvidando el nombre del perro.

— Hachikō y refugio —corrigió Kengel a su parabatai.

— Creo que podríamos buscar en la estatua y después en la estación, puede que eso ayude algo —aconsejó Lizzie tímida y con la mirada al piso.

— Buena idea Lizzie —le felicitó Kengel haciendo que ambos se sonrojaran, mientras que Byron empezaba a sentirse mal tercio

— Pues vamos para haya —dijo Byron y se fueron hacia donde se hallaba la estatua.

(En inglés)

— ¿Qué te traes con ella? —preguntó Byron a su parabatai cuando a Lizzie le empezaron a pedir fotos por lo hermosa que se veía. Cosa que por consecuencia hizo que su parabatai solo demostrará celos en varias formas.

— ¿Por qué preguntas? —preguntó Kengel viendo como a Lizzie un chico nipón la abrazaba para una foto y después ella le regalara un beso en la mejilla.

"¿Cómo se sentirían esos besos, esos labios besándome?" Pensó Kengel.

— ... ¿sabías que ayer me enteré que Nico me besó? Y déjame decirte que fue la cosa más maravillosa del mundo —dijo Byron al ver que su parabatai estaba perdido en la chica.

— Qué bien por ti. Felicidades —le contestó su Parabatai perdido aún en la chica.

— Mmm... Oí que si una pareja abraza la estatua del perro, uno de un lado y otro del otro, con flores en sus manos que estén delante de la estatua. Tendrán un amor como el que el perro vivió —dijo Byron sacando esa historia conforme iba hablando.

— Entonces dile eso a Nicolas, harían bonita pareja —bromeó Kengel regresando a la realidad.

— Gracias, oh gran Raziel por traer de vuelta a mí parabatai de ese hechizo —medio gritó Byron al cielo, con las manos alzadas y la cabeza hacia atrás.




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