Cazadores de Sombras - El Dorado 1: Sueños Buscados

17- Escombros del Pasado

Brasil, febrero del 2009

Instituto de São Paulo

El lugar era vasto, lleno de habitaciones para suficientes niños huérfanos; nephilims que serían la siguiente nueva generación.

Habían pasado meses y ya se tenía un récord de días sin encontrar al demonio Hunger, por lo que él se sentía extrañado por todo eso. Algo muy malo iba a ocurrir.

—Eliezer ven —pidió el padre de él cuando estaban en la biblioteca.

— ¿Qué pasó padre? —preguntó Eliezer poniendo su dedo como separador improvisado del libro que estaba leyendo.

— Quiero que aprendas algo de lo que yo hago, para que seas el mejor inquisidor que Idris conocerá —respondió su padre mientras le pedía que le acompañara en el escritorio.

— Padre será mejor que vaya a entrenar —dijo Eliezer tratando de librarse de su padre.

— Nada de eso, ven.

— Padre mejor voy a entrenar —dijo mientras se paraba para mostrar que se iba.

— Nada de eso, te quedas aquí —le demandó, ya más autoritario.

— No, no lo haré, actualmente me sirve más eso que estar a tu lado, aún no se siquiera que quiero para mí en el futuro...—"Aunque dudo que lo que tú quieras seré, yo quiero irme de este mundo, del mundo de sombras, pero tú jamás me entenderás." Continuó Eliezer en su mente bajando la mirada, porque él aún no era capaz de soltar esa daga incrustada en su alma.

— Sabes que estoy tratando de ayudarte —le dijo serio su padre.

— Si lo sé, pero aún no me siento listo para hacer ese tipo de cosas. Para mí esto aún no significa lo que significa para ti —dijo Eliezer ofuscado mientras ponía el libro en su lugar.

En realidad, Eliezer no le creía a su padre, solo habituaba a ser de su vida una perfección a causas de sus tormentos del pasado y que él como hijo había pagado por ello.

— Eliezer, algún día me entenderás. Entenderás mi forma de ver el mundo —le dijo su padre algo preocupado a su hijo.

— Aún no estoy listo para eso —dijo Eliezer para después seguir con un susurro para sí mismo—. En sí dudo estarlo algún día. Odio esta vida de dolor y sufrimiento.

— Un día lo estarás. Ya lo verás —repuso su padre—. Pero mientras ese día llegue. Quiero mostrarte como yo sobrevivo, para que no cometas los mismos errores que yo.

— Lo sé y te agradezco eso. Pero...—Eliezer dejó al aire la frase porque no sabía qué decir. Quería decirle la verdad, pero no quería que la situación se saliera de control—..será mejor que me vaya de una vez —dijo y con eso se marchó tratando de controlar sus emociones a flor de piel.

***

Después de la devastadora Guerra Oscura, Carolina había perdido a sus amados padres; Evangeline a su amada madre; y Eliezer tal vez no había perdido a sus padres, pero ellos ya no parecían ser los mismos, era como si sus padres hubieran muerto en vida, títeres trabajando para la Clave.

Carolina precisamente eso le preocupaba, no por sus tíos que habían descuidado a su propio hijo, sino por Eliezer que parecía odiar lo que era. Antes de la Guerra Oscura, era un chico osado, fiero y lleno de ases bajo la manga, él seguía siendo esa persona, pero ahora era como si no aceptara ser un Cazador de Sombras, anhelando solo convertirse en un mundano. No era necesario que Eliezer le dijera esas cosas, él estaba seguro de que ella lo sabía.

Suspiró agotada. Había tenido un riguroso entrenamiento con Alicia, y Carolina andaba sudorosa de pies a cabeza pudiendo incluso oler su propio hedor. Apestaba, en pocas palabras. Subió cansada por las escaleras del Instituto en busca de un baño fortalecedor, y de pronto se percató que Eliezer estaba escapándose como si fuera un ladrón por una de las ventanas del Instituto.

Cosas como verlo aparecer de repente en un aula o esfumándose de una clase e incluso después de terminar una misión, eran cosas usuales que él realizaba a menudo y que a Carolina no parecía sorprenderle. Sabía que Eliezer se escapaba para ir al centro de São Paulo o a las ciudades aledañas para apreciar las culturas y festividades mundanas que le agradaban a él. Incluso el año pasado, Carolina lo había visto regresar con un traje del Carnaval del Río de Janeiro. Era medianoche, nadie de los alumnos se encontraba pululando a esas altas horas, solo ella y Evangeline quienes habían bajado al primer piso rumbo a la cocina por algo de beber y comer. El líquido que bebían todavía se encontraban en sus bocas, y al observar a Eliezer casi desnudo con solo una falda colorida, llena de plumas y subiendo por las escaleras en puntillas y descalzo. Ambas escupieron de la sorpresa el contenido dentro de sus bocas; absortas, vieron como Eliezer sin decir nada al respecto, culpable y un poco irritado siguió subiendo los peldaños con rapidez.

Más tarde, los profesores le habian  reprendido severamente. Eliezer había estado desaparecido casi dos semanas, y lo hubieran expulsado, sino fuera por la intervención de Carolina y de su propio padre, juntando sus buenos argumentos a favor del acusado.

— ¡Carolina!  —alguien había exclamado su nombre. Alzó su vista para ver a una feliz Megan patinando en el segundo piso, detrás de ella le seguía Ross, Crystal, Florencia y Lizzie, por lo que se apresuró aún más en subir las escaleras.

— Ten cuidado con los profesores —le sugirió Carolina a Megan cuando estuvieron cerca mientras vigilaba a los lados por si algún profesor se apareciese y le llamara la atención a su amiga por usar patines.

— No hay problema con eso —le aseguró Ross con una sonrisa en sus labios, cruzándose de brazos y contemplando con orgullo como Megan se veía contenta—. He conseguido que los profesores aprueben que patine en el Instituto.

Crystal a su lado izquierdo, no quitando la vista de su libro de textos comentó: — Resulta que Ross aconsejó a Megan mezclar sus dos pasiones; patinar y matar demonios. Todo al mismo tiempo.  




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