Instituto de Ciudad de México, 2 de Febrero de 2012.
— ¡Eres injusto! —exclamó Sebastian Aguilar en el umbral de su dormitorio, a lado del muchacho estaba Luna Beatlescar, divertida por la situación que ocurría frente a sus ojos, detrás de ambos, se encontraban curioseando Zendy Nightwwod y Frida Heronchase observando por sobre los hombros de ellos — ¿Por qué te quieres ir? ¿nosotros qué? ¿acaso somos humo?
Thiago Hernández que terminaba de empacar su ropa en una maleta, respiró profundo.
Después de la Guerra Oscura acontecida en el año 2007 y dirigido por Jonathan Christopher Morgenstern o más conocido como Sebastian Morgenstern, fue una serie de grandes batallas en donde los Nephilims se enfrentaron contra demonios, oscurecidos y hadas.
Sebastian Morgenstern con ayuda de la copa Infernal convirtió a la mayor parte de los Cazadores de Sombras en Oscurecidos, el resto de los Cazadores de Sombras que no fueron convertidos sufrieron una gran baja en sus filas, pero de igual modo tuvieron que enfrentarlos.
Al terminar con Sebastian y su ejército; los Nephilim se vieron reducidos, los Institutos de todo el mundo hechos estragos, niños nephilims dejados huérfanos alrededor del mundo, y Thiago era uno de ellos.
Él sonrió y se volteó para observar a sus amigos.
— Si van conmigo, el Instituto quedaría desprotegido y sobre todo deben proteger a los mundanos de los demonios y de cualquier peligro al acecho, ya lo saben bien. No es como que tuviera que repetirlo un millón de veces.
Luna dio una paso adelante, sus cabello marrón corto brillando por los rayos del sol, cruzó sus brazos frente a su pecho y le enseñó su peculiar sonrisa rectangular a Thiago.
— Te veo un poco alterado Titi —pronunció Luna atreviéndose a decir ese alias que sabía que no le gustaba a su amigo y luego prosiguió en un tono serio—. Intento comprender que quieres viajar solo al extranjero y sin ninguna compañía de algunos de tus amigos, pero al menos deberíamos saber a dónde vas.
Thiago cerró su maleta al fin, oyéndose el chirrido al cerrarlo, agarró la manga de su maleta y se la colgó por encima del hombro. Alzó la mirada hacia su amiga y al resto de sus amigos.
Él quería decirles dónde estaría, pero simplemente era incierto y además los tres no lo comprenderían, no del todo.
Cada uno tenía algún familiar en vigilia por ellos tres. Thiago estaba de alguna buena manera celoso sobre eso, sus amigos tenían un lugar.
Él sabía que ellos lo habían acogido con los brazos abiertos y estaba seguro que estarían dispuestos a seguirlo, él no lo podría permitir, no podía ponerlos en peligro. No a ellos tres.
— Solo les puedo decir que los extrañaré un montón —dijo Thiago extendiendo sus largos brazos hacia sus amigos y los tres sin pudor alguno se le avecinaron en una estampida de calurosos abrazos haciéndolo caer dolorosamente de espaldas al piso.
Y era cierto, pensó Thiago. Extrañaría los ronquidos de su amigo Bastian por las noches y de sus extrañas charlas sobre la vida con él, a la irremediable Luna que con su sarcasmo y humor negro lo hacían reír, a la valiente y tranquila Zendy y a la olvidadiza pero igualmente responsable Frida.
— ¿Volverás? —le preguntaron al unísono Zendy y Frida después de que ayudaran a Thiago a ponerse de pie.
— Claro que no —espeta Luna obvia por aquella pregunta rodando sus ojos en blanco, arrastró una pícara sonrisa hacia él golpeando su codo en la zona del estómago de Thiago—. Este apuesto muchacho como ven aquí, se verá perdidamente enamorado por alguna hermosa extranjera, y créanme, si él llega a regresar, lo veremos bien acompañado.
Todos se miraron por unos segundos y comenzaron a reír.
***
Perú, 3 Febrero del 2012.
Instituto de Cuzco.
Carolina Battllewine se sentía devastada por no ir junto a su parabatai a las rondas matutinas por la ciudad junto a los recién llegados Jairo Blackdale y Yaja Blackdale. La causa era que los Directores del Instituto de Cuzco, los padres de Eliezer, estaban en una importante reunión en Idris, el país natal de los Nephilims o más conocidos como los Cazadores de Sombras. Y ahora, ella se había quedado temporalmente a cargo del lugar.
Aunque para Carolina no todo en ese día estaba perdido.
Levantándose de su cama, corrió por los pasillos del Instituto con agilidad, su largo cabello negro convertido en una trenza francesa rebotaba por detrás de su espalda y la pulsera de plata con el nombre de su parabatai en su muñeca derecha, tintineó en sus oídos como cascabeles de Navidad.
Llegó hasta la cocina en dónde recordó que había dejado su celular, ya que había salido de su dormitorio a la medianoche para ir en busca de algún bocadillo dejado en la alacena. Y justo para su suerte, el celular estaba allí.
Lo agarró y marcó el número de su parabatai en la pantalla táctil.
— Aló, Carol ¿Qué ocurre? —Alicia Youngshade dijo al otro lado del teléfono, su voz Nicaragüense mezclándose con otras voces Venezolanas de fondo. Carolina pudo reconocer que era las voz de Jairo— ¡Yaja! Controla a tú hermano, por favor.
Los hermanos Blackdale llegaron hace dos días para ayudar al Instituto de Cuzco e intercambiar culturas y técnicas de batallas, pero eso era una fachada de mentiras para sus Superiores. La realidad era otra.
— Porque estoy solito —comienza a cantar dramáticamente Carolina y en segundos comenzando a bailar—, no hay nadie aquí a mi lado, no habrá problemas hoy, de mí ya se han burlado.
Carolina pudo imaginar a su parabatai rodando los ojos con una sonrisa formándose en su rostro y segundos después la escuchó reírse.
— Me resulta cómico que seas tú la que bromea y no yo —admitió Alicia entre risas y continuó—. Llegaremos al Instituto de Cuzco en un par de horas, por lo que ve alegrándote y a todo esto ¿Dónde esta Evangeline?