Cazadores de Vampiros

Capítulo 14

La oficina de Andrei era pequeña, pero estaba bien distribuida. A diferencia de Vasile, que quería ostentar con estatuillas doradas en su escritorio y estantes, Andrei era simple y sencillo. A sus espaldas había una pequeña ventana tapada con una gruesa cortina colorada; los estantes estaban repletos de antiguos libros de tapa de cuero y en su escritorio solamente había una pluma y algo de papel. Sin embargo, los asientos donde Anton y Roxandra estaban sentados eran cómodos y parecían ser más costosos que los que Vasile tenía. Una diminuta vela luchaba para mantener iluminado el rostro de los tres, pero Anton sabía que pronto se apagaría y Andrei tendría que abrir las cortinas para dejar entrar luz solar. Sus ojos estaban puestos en Anton con curiosidad y él comenzaba a sentirse incómodo nuevamente.

—Así que los rumores del dhampiro son ciertos.

Roxandra puso los ojos en blanco y cruzó una pierna sobre la otra.

—Me alegra saber que a Bucarest llega información importante —dijo con un tono agrio en su voz.

—Xandra. —Andrei enfocó su atención en ella y Anton pudo relajar los hombros. —Un dhampiro cazador es información importante.

—No es relevante en comparación con lo que ha estado pasando en el norte, Andrei. Las cosas se están saliendo de control y necesito tu ayuda, tu influencia en Bucarest, para ayudar a los cazadores del norte.

Andrei se recostó sobre su silla. La sonrisa de su rostro se había borrado y ahora se encontraba pensativo, con la mirada clavada en el techo.

—Estoy al tanto de lo que pasa en el norte, Xandra. Pero no hay mucho que se pueda hacer. ¿Por qué no pedir recursos a Viena? Después de todo, Transilvania es su territorio, ¿no?

Roxandra cerró las manos en dos puños.

—Somos cazadores, no somos partidistas políticos o imperialistas, Andrei. Bucarest ha sido el centro de los cazadores por años y se supone que están para ayudar.

—Lo sé, lo sé.

Andrei se puso de pie y caminó hasta una pequeña estación de café que tenía en el rincón más recóndito de la habitación. Se sirvió una taza y luego les ofreció. Ambos declinaron. Luego, regresó con su diminuta taza de porcelana fría y volvió a tomar asiento.

—La situación aquí también es complicada, Xandra —dio un ligero sorbo a su café. —Dimitri está muy enfermo, no se sabe cuánto tiempo de vida le queda.

Roxandra puso los ojos en blanco. Se acomodó en su asiento y se inclinó hacia delante.

—¿Entonces dejaremos que mucha gente sea atacada porque Dimitri está enfermo? —susurró con aspereza.

Anton la contempló fijamente, sin terminar de entender de qué estaban hablando, pero sorprendido por la firmeza con la que Roxandra solía manejarse cuando se encontraba en cualquier institución de cazadores.

Andrei alzó los hombros.

—Puedo intentar enviar más recursos, pero no puedo prometerte nada.

—Los Balan han regresado —soltó ella sin dar rodeos.

El rostro de Andrei se congeló, con sus cejas en alto y la frente arrugada. Unas gruesas gotas de café cayeron de su taza y mancharon el escritorio. Tardó varios minutos en recomponerse.

—Eso es imposible, ¿cómo…? —tartamudeó mientras tomaba un pañuelo y comenzaba a limpiar la mesa.

—Capturamos una dhampiro que, con tal de salvar su pellejo, habló de más. Y Anton vio a uno.

El rostro de Andrei se volvió a posar en él con incredulidad. Anton se limitó a asentir con los labios bien apretados. Andrei se llevó la mano al puente de la nariz y apretó con fuerza mientras soltaba un suspiro.

—Se supone que los habíamos expulsado —resopló. —Con lo difícil que fue…

—No es solo eso… —susurró Roxandra como temiendo que alguien más los estuviera escuchando. —No puedo encontrar a Luca.

—¿A Luca?

Roxandra dejó escapar un bufido y se puso de pie. Comenzó a caminar de un lado a otro en esa pequeña habitación mientras jugueteaba con su trenza y posaba su mirada en el suelo, como buscando las palabras correctas.

—Él adoptó a Anton, Andrei, y el comité de Cluj-Napoca se enteró.

Andrei frunció el ceño y desvió la mirada hacia Anton, luego volvió a dar un sorbo a su café.

—¿Luca? ¿Adoptar un dhampiro? —En su voz había un destello de burla. —No lo veo muy posible.

Anton sintió una punzada en el pecho. Era como una burla a su padre. Luca siempre había sido un gran hombre que lo había criado como si fuese su propio hijo; ¿por qué tenía que usar ese tono tan sarcástico?

—Vasile lo está buscando para juzgarlo. Intenté dar con él antes; se supone que estaba viniendo aquí, a Bucarest. Pero no puedo encontrarlo.

Aquellas palabras parecieron dejar atónico a Andrei; simplemente había quedado helado con la taza de café a medio camino y sin quitar los ojos de su compañera. De repente, el ambiente se sentía más pesado y Anton sintió una gota de sudor helado cayendo por su espalda. ¿Qué haría Bucarest si se enteraba de que su padre había criado a un dhampiro a sus espaldas?

—Xandra… —Logró articular Andrei mientras dejaba la taza sobre el escritorio y se ponía de pie lentamente. —¿Qué demonios es todo esto? Tienes que estar bromeando.

—No. —Fue firme. Roxandra se giró hacia Andrei y lo contempló con el rostro serio. —¿Por qué otra razón vendría a esta odiosa ciudad?

Fue entonces cuando Anton vio la expresión del hombre endurecerse. Andrei se frotó las manos. Parecía pensativo.

—¿Qué quieres que haga? —preguntó con la voz tensa.

Roxandra avanzó hasta su escritorio y apoyó ambas manos sobre la madera con violencia. La taza de café se meció y volvió a salpicar. Rápidamente, Andrei tomó el paño y volvió a limpiar su mesa.

—Primero, necesito que no le cuentes a nadie lo de los Balan. —Cuando vio que Andrei fruncía el ceño, añadió: —El dhampiro nos dijo que hay un cazador complotando con ellos. Hay mucha gente de la que no me fío, Andrei; necesito que esto no salga de aquí, al menos por ahora.




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