Cazando el Heredero Millonario

5- LA VIDA CAMBIA EN UN SEGUNDO

 

VICTORIA


  
  
Hoy por fin, luego de casi un mes encerrada en el panteón de lujo, mi tía me permitió un fin de semana para salir de la mansión, los anteriores días libres los pase en mi habitación viendo Netflix, creo que ella temía que me fuera y no volviera, pero ya estaba harta de estar encerrada como una presa. Como no tengo donde más ir voy a quedarme en casa de mis padres. Es viernes por la tarde y debo volver el domingo en la noche antes de las 7:00 pm, estoy feliz porque a pesar que el trabajo es una completa mierda, el sueldo es muy muy bueno, así que el plan es salir con un par de amigas esta noche y tomarme unos tragos para celebrar que tengo mi propio dinero y no tuve que pedírselo a nadie, por lo general es mi madre o mi hermana quien alcahuetea mis andanzas. Los ánimos en la mansión están caldeados porque el principito no llegó anoche a dormir y apareció hasta esta mañana pareciendo un indigente, su madre está como una loba enjaulada a punto de matar a cualquiera que se le acerque o le hable, hasta le dio un ultimátum al vago engreído, así que evité el drama y salí de ahí a vivir mi vida. Estoy feliz de largarme aunque sea solo por dos noches, guardé un par de cosas en mi morral y salí del lugar tarareando camino a la parada del autobús, la casa está ubicada a unos 20 kilómetros de la ciudad en una zona exclusiva para los mega ricos y es un largo tramo hasta el paradero. Este transporte es el único que pasa por aquí y tarda hasta una hora en llegar, lo que daría por tener un auto o alguien que viniera por mi cuando se lo pidiera. Llego al paradero,  miro la hora y veo que el autobús tardará al menos media hora en pasar, me pongo ansiosa y comienzo a caminar hacia la carretera, hay mucha luz aún y tal vez consiga otro transporte, sé que  más o menos a dos kilómetros hay otro paradero de autobús donde pasa una ruta diferente a esta, por ser un sector tan exclusivo, es también muy seguro así que comienzo a caminar alegremente por la orilla de la carretera, no he andado ni 200 metros cuando un auto se pone junto a mí, respiro profundo preparándome para dar pelea por si es un pervertido o acosador, pero cuando volteo a mirar me llevo la sorpresa de mi vida al ver nada más y nada menos que al niño mimado Mitchell al volante de su espectacular Ferrari Roma plateado sonriéndome con picardía.  

—¿A dónde vas criada? — pregunta el cabrón con diversión  y no puedo evitar responder con sarcasmo.   
  
—¿Sabes que los empleados no somos esclavos y tenemos días libres? — niega con la cabeza sin atisbo de vergüenza y me encandilá con esa sonrisa de dientes perfectos que tiene.   
  
—Sube, te llevo. — La quijada casi se me cae al piso por lo que acabo de escuchar, creo que estoy alucinando.   
  
—¿Vas a subir a una sirvienta mugrosa en tu juguetito de 300,000 dólares? — solo un es cálculo, dólares más, dólares menos.   
  
—Digamos que esos jeans que llevas puestos te hace un buen culo, digno de sentarse en mi exclusiva tapicería de cuero — el tipo es un total y absoluto desgraciado, quiero golpearlo con mi bolso Gucci de imitación barata. 
  
—De verdad que eres un idiota egocéntrico. — es hasta indignante lo creído que es.   
  
—Está bien, sigue caminando entonces. — responde sin mas y se acomoda en su lugar para marcharse, aunque estoy indignada, debo decidir que es mas importante, mi orgullo o mi futuro, así que cuando va a arrancar el auto, lo detengo rápidamente con un grito.   
  
—¡Espera!. — pienso que esta, tal vez sea mi única oportunidad de estar tan cerca del niño mimado, debo aprovechar, el abre la puerta del pasajero desde adentro para que me suba. 
  
—Súbete y no toques nada. — niego molesta, pero me subo al auto, estoy impresionada por tanto lujo, pero no lo demuestro.   
  
—Ni que nunca hubiera visto un auto de estos. — honestamente nunca había estado siquiera cerca de uno y este parece una nave espacial con tantos aparatos modernos y excéntricos, ahora sí que quiero ser la princesa del cuento, no es justo que unos solo nazcan con la vida resuelta  y otros no tengamos nada.   
  
—¿A dónde vas? — Me saca de golpe de mis pensamientos.  

—A la ciudad a casa de mis padres, puedes dejarme donde pueda tomar un autobús con seguridad. — Estoy sorprendida por su actitud tan amable, es un poco sospechoso, así que me mantengo alerta. 
  
—Ven a tomarte una copa conmigo, estoy aburrido y conozco un lugar cerca de aquí lo suficientemente discreto, mamá nunca se enteraría. — Así que el principito quiere conmigo… debo imaginar que busca un polvo rápido y piensa que soy fácil, voy a seguirle el juego para ver hasta donde es capaz de llegar por llevarme a la cama. 
  
—Solo quieres meterte entre mis pantalones. — Me burlo de sus negras intenciones, pobre, no sabe que soy el demonio cuando me lo propongo. 
  
—Al menos sabes lo que busco, pero que sepas que nunca he obligado a nadie a nada, vamos por unas bebidas y luego decides si quieres irte a casa o quedarte conmigo. — Muerdo mi labio inferior extasiada por la propuesta, no quiero  cometer un error y terminar haciendo algo irreparable.  Al final tomo mi decisión.   
—Está bien, pero si luego digo no, es no. — Resopla burlón.   
  
—¿Me has visto bien? Las mujeres se lanzan sobre mí como moscas a la mierda, mujeres hermosas, ricas, con clase y muy muy guapas, ¿por qué tendría que forzar a nada a una simple sirvienta? — me ofendo, pero tiene razón; tengo mis motivos para no caer en sus garras y estoy decidida a atraparlo y que me de la vida que merezco. 
 —Sí que tienes el ego alto, está bien, pero más te vale que nadie nos vea, me gusta el dinero que gano en este trabajo, si lo pierdo voy a acusarte de acoso sexual y hacer tu vida un infierno. — suelta una gran carcajada.   
  
—Eres graciosa, me gusta.   
  
Debo confesar que estoy súper nerviosa por estar en el auto del cabrón más deseado de la ciudad, que digo la ciudad, el país y el mundo entero; conduce hasta un lugar oculto a mas o menos una hora de donde estábamos, parece el sitio idóneo donde los ricos traen a sus amantes para no ser sorprendidos, es un tipo de restaurante bar campestre con reservados muy privados donde no ves en ningún momento a las demás personas que departen en el lugar, nos ubican en un hermoso espacio con vistas al mar, está decorado con pequeñas luces que dan un aire romántico al lugar y que hacen sentir que estoy en un cuento de hadas, muy adecuado teniendo en cuenta que el es un príncipe y yo una mugrosa rana; Arthur pide una botella de champagne de las mas costosas y el camarero luego de unos minutos, nos la trae, sabe deliciosa y refrescante, no se mucho de marcas de bebidas pero puedo afirmar sin ninguna duda que sabe a trago caro; brindamos y reímos, parece otra persona, esta muy relajado y me cuenta de sus viajes por el mundo, sus aventuras y los países que más le ha gustado visitar, yo lo escucho embelesada soñando despierta deseando poder vivir todas esas experiencias, lo miro por primera vez admirada, porque él representa todo lo que he deseado en la vida, guapo, rico, culto… pierdo la noción del tiempo y me olvido que tenía un compromiso con mi familia y mis amigas, cuando me percato son más de las 10 de la noche, había apagado mi teléfono y al encenderlo tengo varios mensajes de mi madre que debe estar histérica porque hace horas dije que iba para la casa y debe pensar que me fui de fiesta sin pasar a verla primero. ¿Quién la entiende? Se quería deshacer de mi y ahora resulta que no puede esperar para verme. 
  
—Arthur debo ir a casa, es tarde. — Lo interrumpo cuando va a pedir otra botella, no quiero estar en un auto con un borracho, amo mucho mi vida.   
  
—Pero apenas son las 10 de la noche, no seas aguafiestas. — pienso, dudando por un momento si vale la pena quedarme, pero no puedo dejar que piense que voy a acostarme con él o que soy presa fácil.   
  
—Lo siento, pero de verdad mi madre me espera, debo irme. — me levanto de donde estoy sentada y me paro frente a él para que vea que voy en serio.   
  
—Está bien, supongo que tendré que buscar a alguien más dispuesta para pasar la noche. — es un absoluto desgraciado, solo usa a las mujeres y luego las tira como basura, todo lo bueno que pensé en algún momento se esfuma y vuelvo a odiarlo. 
  
—No siempre tenemos lo que queremos. — he decidido que ni loca dejaré que este hombre se salga con la suya conmigo, nunca, prefiero la muerte antes que acostarme con el. 
  
—Esta es la única oportunidad que tendrás en la vida para estar conmigo. — me rio a carcajadas negando con la cabeza, cree que es un regalo de Dios para el mundo, que se joda, ya encontraré a alguien mas adecuado para mis planes. 
  
—Si pues… paso. — Y eso es todo, paga la cuenta, se levanta y salimos del reservado caminando con prisa. 
  
—Siendo así, te dejo en la ciudad y me voy al club.   
  
Subimos a su auto y no vuelve a dirigirme la palabra, al menos el cabrón detestable no me dejó tirada en medio de la carretera. Vamos en silencio todo el camino, pero creo que va muy rápido y comienzo a asustarme porque él bebió bastante y creo que está un poco achispado, le pido que por favor baje la velocidad y me ignora, me enoja que haga eso y le grito para que pare el auto y deje que me baje, a la mierda caminar en medio de la nada, me aterra terminar accidentada o muerta — ¡Arthur para el auto!. — Exijo golpeando su hombro.   
  
—¿Qué mierda te pasa ahora? — Estoy molesta por su actitud, pero no dejo que me intimide.   
  
—¡Que pares el auto te digo! — Él se desconcentra por mi grito y casi nos estrellamos cuando golpeamos algo que se atravesó en el camino; todo pasa en cámara lenta y no estoy segura de cómo sucedieron las cosas realmente porque fue en cuestión de segundos, un momento me miraba y discutía conmigo y al siguiente golpeamos algo con el auto y patinamos al otro lado de la carretera, grité aterrorizada, pero cuando por fin frenó era demasiado tarde… había atropellado algo o a alguien, puse las dos manos sobre mi boca respirando con dificultad por el susto, nos miramos y miramos hacia atrás al mismo tiempo, había una figura que parecía humana tirada en una posición extraña en medio de la carretera, estamos en medio de la nada con las farolas encendidas y ninguno de los dos se atreve a bajarse y revisar. Para cuando agarro valor de abrir la puerta para salir Arthur me toma del brazo y me pide horrorizado que no lo haga, pero no le hago caso, me bajo y camino hasta donde está el cuerpo que gracias a Dios no está ensangrentado, me acerco, me agacho  y trato de encontrar el pulso, solo sé que es un hombre y está boca abajo, busco signos vitales, pero luego de comprobar varias veces estoy segura de que el tipo está muerto, Arthur baja del auto con cautela y se acerca dónde estoy totalmente asustado. 
 




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