Cazando el Heredero Millonario

7- SE ACERCA UN GRAN CAMBIO



VICTORIA 

 


Arthur me lleva hasta la casa de mis padres entrada la mañana, no sin antes acordar lo que haremos a continuación y cuando lo haremos; en una semana iremos al registro civil y nos casaremos; aunque me siento emocionada, también estoy muy asustada, temo el momento de tener que enfrentar a la mega bruja de la Olga, pero va a ser bastante divertido cuando llegue a su casa del brazo de su querido hijito y me presente como su legítima esposa. 
Mi madre me da el regaño correspondiente cuando entro a la casa por llegar a esas horas, le miento diciéndole que estaba con amigas en un bar y se nos pasó el tiempo y tuve que quedarme en casa de una de ellas, a regañadientes me deja tranquila, no he dormido nada y me siento cansada, no quiero pensar nunca más en lo que me resta de vida en lo que sucedió anoche. Al entrar a la habitación, tomo la billetera del muerto y busco un lugar seguro para esconderla detrás de un ladrillo suelto que nadie sabe que está así, mi madre es bien metiche y no falta que le de por rebuscar en mis cosas y la encuentre, sonrío dichosa, las cosas no habrían salido tan  bien si las hubiera planeado, por fin tendré la vida que merezco, lujos, dinero, sirvientes, Arthur sin proponérselo hizo todos mis sueños realidad. 
El domingo por la tarde, llego a la mansión con una sonrisa de oreja a oreja ilusionada por el futuro, solo será una semana y el principito y yo estaremos casados y dejare de ser una sirvienta para convertirme en la señora de la casa, debo tener listos los papeles para que nuestra inminente boda no se atrase. 
El lunes en la mañana, hago mi rutina como si no hubiera sucedido nada, jalando el carrito de limpieza por toda la mansión tarareando Bad Romance de Lady Gaga, feliz porque pronto me pasearé por estos mismos pasillos como ama y señora. Esta vez voy a la habitación de Arthur sin temor de encontrarlo y que me haga un desplante, de hecho  espero que esté ahí porque necesito hablar con el. 


—Hola principito. — saludo alegremente entrando sin llamar, está terminando de vestirse y al verme de inmediato pone mala cara. 


—¿Qué haces aquí? — se ve realmente molesto con mi presencia, cosa que me tiene sin cuidado, vamos a ser marido y mujer, tendrá que acostumbrase a mi cara. 


—Estoy limpiando, por si no lo recuerdas trabajo aquí como sirvienta. — ¿será que de verdad es medio estúpido? 


—Pensé que renunciarías y te quedarías en tu casa hasta la boda. — cree que soy tan estúpida de confiarme de el, necesito vigilarlo de cerca, estoy segura que es capaz de huir y no pagarme nada. 


—¿Y arriesgarme a que te largues y me dejes plantada?, no cariño, no lo creo. — me preocupa que se eche para atrás y no siga el plan. 


—No voy a huir, tengo palabra. — casi me río a carcajadas, no soy ilusa para creerle. 


—Para mi eso no vale, solo el dinero y tengo planes de montar mi propio negocio cuando me des mi dinero, no pienso perder esa oportunidad. — rueda los ojos y se acomoda las mangas de la camisa ignorándome. —¿nos quedaremos en esta habitación cuando nos casemos?. — necesito organizar como serán las cosas, que quede claro que, juntos, mas no revueltos. 


—No pienso dormir contigo. — dice sin siquiera mirarme cosa que me molesta mucho, ¿Quién se cree este amago de playboy?. 


—Hasta hace poco, querías meterte en mis pantalones así que no creo que te desagrade tanto la idea, además debemos aparentar estar locamente enamorados y nadie va a creerlo si dormimos en lugares diferentes, vamos a ser una farsa bien actuada. — la regla más importante para que no te atrapen, es nunca dar puntada sin dedal. 


—Pues te vas a acomodar en el sofá. — me gruñe. 


—Y decían que los caballeros habían desaparecido, lo lamento querido futuro esposo, el sofá es tuyo. — es la persona más egoísta y desconsiderada que conozco, me cae muy mal. Estoy a punto de echarle la bronca cuando la puerta de la habitación se abre y mi tía entra mirándonos con suspicacia. 


—Victoria, ¿Qué haces aquí? — pregunta visiblemente enojada. 


—Si, victoria, se supone que no debes entrar mientras yo esté aún en la habitación. — es tan inmaduro, lo miro con odio, es un completo imbécil al que detesto. 


—Lo siento tía, pensé que el joven no estaba, pero se me olvidaba, ¡que es un vago que duerme hasta medio día!. — respondo con rabia mientras el cabrón engreído se burla de lo que he dicho. 


—¡Victoria! ¡discúlpate! — Me reprende mi tía, pero no hago nada.— Lo siento joven Arthur, disculpe a mi sobrina, no volverá a ocurrir. — me toma del hombro y me empuja para que salga rápidamente de la habitación.  


—Victoria, ¿por qué fuiste tan insolente con el Joven?. — pregunta indignada cuando estamos a una distancia prudente. 


—Todo lo que dije es cierto, además de ser un egocéntrico, odioso, narcisista y patán bueno para nada. — escupo las palabras con mucho odio, serán dos muy largos años. 
—Es el patrón, el hijo de la dueña, heredero absoluto de esta familia, ten cuidado Victoria o vas a terminar en la calle. — me amenaza como si eso hiciera algún efecto en mi. 


—Eso jamás va a pasar, ese vago con tarjeta dorada no es capaz ni siquiera de acusarme con su mamita. 
Tomo el carrito y me voy dejando a mi tía parada a mitad del pasillo con la boca abierta, si supiera lo que está a punto de suceder, de seguro que se estaría volviendo loca. 


***  


La semana transcurre en calma, el martes tuve que fingirme enferma para poder salir y organizar lo necesario para la boda, me siento ansiosa por la espera, Arthur se comporta como si nada y yo hago mis labores sin levantar sospechas. Cuando llega por fin el viernes, le digo a mi tía que me siento enferma de nuevo y que debo ir al doctor, ella se ofrece a acompañarme pero me niego diciendo que no quiero que la señora se de cuenta y piense que soy una inútil debilucha y me despida, lo que funciona y deja de insistir. Tomo una mochila con algunas cosas indispensables y camino hacia el lugar donde quedé de encontrarme con el niñito malcriado que se convertirá en mi esposo. Espero por un buen  rato, pero el idiota no aparece por ningún lado, cuando pasa más de media hora  comienzo a desesperarme, ¡sabía que iba a traicionarme!, el muy desgraciado, pero si piensa que voy a quedarme de brazos cruzados es que es muy estúpido, voy a mostrarle que conmigo no se juega, comienzo a caminar hacia la mansión decidida a acabar con el traidor, cuando veo su auto venir hacia donde estoy y se detiene frente a mi. Me pregunto ¿quien le arregló la abolladura tan rápido? 




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