Cazando el Heredero Millonario

8- LA GRAN BODA



VICTORIA 

 


Llegamos al registro civil e hicimos todo el protocolo de rigor, el juez leyó todas las cláusulas y firmamos el acta junto a dos extraños que nos hicieron el favor de ser nuestros testigos, luego el baboso puso una gran piedra de unos 5 quilates en mi dedo y entonces fuimos declarados marido y mujer, sonreí satisfecha celebrando el comienzo de mi maravilloso futuro.

 
—Puede besar a la novia— dice el juez mientras nos miramos con asco. 


—No, gracias. — responde alejándose de mí, me molesta que se crea mejor que yo. 


—Acaba de salir de salir de un virus de transmisión sexual, se lo contagió otro tipo. — le digo al juez que abre mucho los ojos. 


—¡Victoria! — me reprende enojado, yo sólo  sonrío con falsa dulzura y luego vuelvo a decir: 


—Estoy bromeando señor juez, mi amado esposo nunca me engañaría… no con otro hombre. — rueda lo ojos y me toma del brazo de forma brusca. 


—Vamos, debemos tomar un vuelo. — camino con dificultad tropezando con todo porque prácticamente me lleva a rastras. 
—¿Dónde iremos? — espero que no vayamos de inmediato a su casa, quiero ir de compras antes de presentarnos ante su madre. 
—Lejos, como hay que guardar las apariencias, se supone estaremos de luna de miel. — mi tía va a volverse loca cuando pasen los días y yo no aparezca, lo bueno es que apagué mi teléfono para evitar el drama. 
—¿Cuándo enfrentaremos a tu madre? — no es que tenga prisa por que eso suceda, nuestro enfrentamiento va a ser como David versus Goliat. 
—Necesito primero tomar valor ¿está bien? Ya tienes lo que querías ahora déjame tranquilo. — dice masajeándose la frente. 
—Solo quiero mi dinero y voy a dejarte en paz.— todo esto no es más que el medio para lograr un fin. 
—Pues falta mucho para eso, soy como soy, así que vete acostumbrando.  


Nos subimos al auto y vamos al aeropuerto, debo confesar que así sea solo una farsa, me emociona la idea de estar casada con uno de los hombres más deseados del país, voy a tomar fotos de todo y de los dos como si nos amaramos de verdad y postearlo para que todas mis amigas se mueran de envidia por mi nueva vida como princesa. 
Llegamos a las Vegas y de inmediato mi marido me dejó en la habitación y se fue, es un maldito, como se va y me abandona a mi suerte aquí y ¡sin dinero! Me baño y pido servicio a la habitación, pensé que al menos sería un viaje que podría disfrutar, pero estoy encerrada en una lujosa habitación mientras mi marido anda por la vida haciendo quien sabe que. Es tarde, casi la madrugada cuando lo escucho entrar a la habitación a trompicones, prendo la luz de la lámpara de la mesita de noche y lo veo acercarse a la cama. 


—¿Arthur? ¿dónde estuviste hasta esta hora? — reclamo sintiendo como si de repente tuviera un hijo no deseado que se porta muy mal. 
—No tengo porqué darte explicaciones, te dije que voy a hacer lo que se me dé la gana. — responde arrastrando las palabras.


—¿Estás borracho? ¡que asco!, por tu bien acuéstate a dormir de inmediato y mañana vamos a hablar muy seriamente de las reglas del juego. — está pendejo si cree que va a seguir comportándose de esa manera, es un hombre ya, no un adolescente rebelde. 


Se quita los zapatos y se tira en la cama boca abajo con todo y ropa, se duerme rápidamente y lo miro entre molesta y asqueada sin saber que hacer, quiero  tumbarlo de la cama, no quiero dormir con ese borracho, luego de intentar moverlo de diferentes maneras sin éxito, me doy por vencida y me acuesto al otro lado lo más apartada posible, lo bueno es que la cama es King size y no tenemos que estar cerca, no puedo dormir por un buen rato, pensando en que esta situación tiene que cambiar, Arthur Mitchell debe saber que de ahora en adelante yo estoy a cargo. 
Por la mañana me levanto y me arreglo antes que el inútil de mi marido se despierte, cuando estoy lista, abro las cortinas de par en par para que entre la luz brillante del sol del desierto, el se revuelve y se queja molesto por el resplandor. 


—Hola esposo, que bueno que estás despierto, tenemos que hablar. — gruñe y se tapa los ojos con la almohada. 
—Cierra las malditas cortinas, no quiero hablar contigo, quiero dormir. — responde enojado. 
—En primer lugar. — comienzo a hablar acercándome a él y quitándole la almohada de la cara. — Cuida como me hablas principito, te advierto que tengo muy poca paciencia  y no estoy dispuesta a aguantar tus impertinencias, segundo, no vuelvas a emborracharte o consumir cualquier sustancia de dudosa procedencia nuevamente porque odio profundamente los vicios y tercero, vas a dejar de comportarte como un malcriado y vas empezar a actuar como un hombre. — entorna los ojos y me reta. 
—¿O que?— aquí vamos de nuevo, me voy a  arrugar antes de tiempo si seguimos así. 
—Voy a acabar contigo, voy a destruirte y hacer que te pudras en la cárcel. — creo que va a pasar un buen tiempo antes que él obedezca sin chantajes. 
—No puedes probar nada. — responde muy seguro de si. 
—¿No te conté? Tomé fotos con mi teléfono, del accidente, del auto en el estacionamiento del supermercado, tengo los papeles del muerto y tengo una foto de la abolladura en tu auto, no me tientes Arthur, porque no respondo. — la verdad no tengo nada del accidente pero él estaba tan ido que ni cuenta se dio, así que no sabe si es verdad. 
—¿¡Que mas quieres de mi!? Ya me casé contigo. — está molesto y se levanta de la cama viniendo hacia mí y mirándome con los ojos encendidos de ira. 
—Quiero que seas digno de ser mi esposo, vas a dejar las juergas y las idioteces y te harás cargo de tu vida, tú abuelo te dejó todos sus bienes incluyendo las empresas, pero si sigues jugando al niño rico irresponsable, nunca tendrás lo que te pertenece por derecho. — mi misión será quitarle a Olga Mitchell el poder, porque yo seré la nueva abeja reina. 
—No me importa esa mierda. — se nota que este tonto nunca en su vida ha experimentado la pobreza, el pobre no entiende que el dinero lo es todo. 
—Pues a mi si, voy a hacer  que te conviertas en el hombre más poderoso del país y luego vas a agradecérmelo con una muy generosa suma de dinero, vas a tener lo que es tuyo por derecho y yo voy a ayudarte. — seré una pobretona, pero tengo las cualidades necesarias para dominar al mundo. 
—Ya te dije que no quiero nada de eso. — suspiro frustrada. 
—Eso es algo que no me importa, esta es mi maldita luna de miel, levántate, báñate y llévame de compras, no puedo andar por la vida como una zarrapastrosa, soy una Mitchell ahora, debo verme como tal, tienes 20 minutos Arthur, te espero abajo para desayunar, no me hagas enojar. 




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