VICTORIA
Estoy sin palabras y aunque creo saber lo que está sucediendo, cómo que no me lo creo, así que pregunto muy seria a mi marido:
—¿Que significas esto?
Si, es mas que obvio que compró un auto, pero me cuesta creer que sea para mi, además puede que este un poco paranoica y desconfiada y ¿cómo no? el hombre anda muy amoroso y generoso el día de hoy por lo que ya me comencé a preocupar; así que necesito que me aclare lo que está pasando.
—Me pediste un auto, te doy un auto.
Miro el lujoso juguete y luego al sin vergüenza que tengo por esposo sin poder creerlo, entonces dejo de lado mis reservas, ya no me importa lo que sea que se trae; vuelvo a gritar de felicidad, esta vez saltando sobre su cuerpo trepando sobre él, quien me recibe en sus brazos de buena gana y me sostiene por el trasero para que yo pueda rodearlo con mis piernas por sus caderas, pero todavía siento que no estoy lo suficientemente cerca, así que lo atraigo hacia mi lo mas que puedo con mis brazos en su cuello pegándome fuerte a su cuerpo como si fuera un chimpancé colgado de su amo y sin previo aviso lo beso, simplemente porque me da la gana; lo beso con todas mis fuerzas, lo beso como nunca había besado a nadie, porque lo quiero, porque el es un hombre maravilloso, generoso y único que en poco tiempo me ha dado mas de lo que nunca había soñado. Me corresponde con el mismo entusiasmo que yo lo estoy haciendo y nos olvidamos del mundo, incluso de que hay una horda de periodistas saliendo del edificio quienes nos fotografían y nos graban mientras seguridad los ahuyenta y trata de que nos dejen en paz.
No me importa nada en este momento, soy tan feliz que me importa una mierd. lo que sea que digan de mi o lo que pongan en redes.
—Entonces, parece que si te gustó mi regalo.
Dice entre jadeos cuando logramos separar nuestras bocas, pero aun estamos con la frente puesta sobre la del otro.
—No lo puedo creer, estoy muy feliz, me encanta mi regalo, aunque no sé conducir, ni tengo licencia.
Respondo sin apartarme de su cara, el besa mi nariz cariñosamente antes de contestar.
—Supongo que tendré que enseñarte.
No lo dice como si fuera una tarea desagradable si no mas bien como si disfrutara de la idea.
—De verdad que quieres meterte entre mis pantalones, eres un sin vergüenza.
Me burlo, creo que ya no tengo dudas, el hombre y yo, vamos a tener intimidad mas pronto de lo que yo creía, lo deseo, quiero que me acaricie de los pies a la cabeza y me haga suya hasta que ya no le queden fuerzas.
—¿Está funcionando?
—Si que está funcionando, pero deja ya de manosearme las nalgas que hay mucha gente mirando.
Se ríe y aprieta la parte de mi trasero donde me sostiene y yo siento como todo el calor se acumula en mi centro, realmente deseo mucho a este hombre.
—Tu fuiste quien se trepó en mi sin aviso, aunque debo admitir que empiezo a sentir una profunda conexión con tu hermoso cul0.
—Eres un grosero sin vergüenza.
Lo regaño en tono juguetón sin soltarlo.
—Admite que te mueres por mi.
Niego sonriente porque no pienso admitir nada, miro a mi alrededor sintiendo al fin un poco de vergüenza por la posición en la que estamos, creo que es momento de que me baje.
—Ya puedes soltarme, demasiados arrumacos por un día.
—No, quiero que me sigas besuqueando y admitas que estás loca por mi.
Yo me rio mientras el pone besitos cariñosos en mi cara y cuello mientras yo le dejo hacer libremente; a pesar de que es un contacto inocente, se siente demasiado intimo, nunca había tenido este tipo de interacción con nadie y me gusta.
—¡Ejem, ejem!
Escucho de repente a alguien aclararse la garganta detrás de nosotros tratando de llamar nuestra atención, quiero ignorarla pero esta persona es realmente insistente. Me volteo para poner en su lugar a la intrusa, pero me llevo una gran sorpresa.
—Que demon…
Me quedo a mitad de la oración al ver a Sasha detrás de mi, sonriendo dichosa como si fuera el gato que se comió al canario.
—Hola cariño, me alegra que estés de buen humor porque tenemos que hablar.
Desenredo las piernas del cuerpo de Arthur y este me ayuda a ponerme sobre mis píes, no me gusta que esta mujer esté aquí, es un muy mal augurio.
—¿Que haces aquí?
Pregunto acercándome a ella lo suficiente para que nadie mas nos escuche, estoy segura de que piensa que como ahora soy la esposa de un millonario, tengo la obligación de ayudarla, pero está muy equivocada.
—Ya te dije, hay que hablar de negocios, a solas, no creo que quieras que tu esposo o los paparazzi escondidos en los arboles nos escuchen.
Miro a mi alrededor y asiento, mi esposo se esforzó demasiado por limpiar nuestra imagen, no puedo acabar con todo en un segundo.
—Está bien, vamos a la oficina de mi marido.
Hay demasiados moros en la costa, lo mejor es llevarla a un lugar donde podamos hablar con seguridad.
—¿No te preocupa que él nos escuche?
Miro a Arthur detrás de mi, quien nos observa muy serio.
—No le escondo nada en absoluto.
—¿Segura?
—Muy segura, pero vamos, hay muchos mirones.
Entramos al edificio y tomamos el ascensor hasta nuestra planta; al llegar le hago un ademan a la intrusa indeseable para que entre y se siente, mientras me acomodo en la silla de Arthur con este parado a mi espalda como muestra de apoyo, con la mano sujetandome el hombro esta vez no para tomar valor si no para mantenerme calmada.
—¿Qué es lo que quieres hablar conmigo?
Ella nos mira por un segundo, supongo que buscando las palabras adecuadas.
—Hay un portal de chismes que me está ofreciendo mucho dinero por contarles de ti, de tu vida, todo lo que sepa de tu pasado. —escucho atentamente y de inmediato se a que viene. —Sabes que soy una mujer sin recursos y no quiero traicionarte, por eso y por respeto a nuestra amistad, vine primero donde ti, porque creo que serás muy generosa con tu mejor amiga y así yo no tendré que contarle detalles oscuros sobre tu vida y personalidad cuestionable a los medios, ni mostrar fotos vergonzosas o hablarles de tus planes de cazar un tipo rico desde que tenias uso de razón. —se había demorado en tratar de sacarme dinero, pensé que sería mas sutil, pero como es tan ignorante y ambiciosa lo único que conoce es el chantaje. —Dudo que quieras arruinar la imagen que tu amado esposo quiere vender de ti.
Arthur me aprieta el hombro, supongo que piensa que voy a saltar sobre la maldit. en cualquier momento, pero no voy a caer en eso, estoy segura de que ella lo usaría para j0derme si le hago algo; tabien sé luego de escucharla que fue ella quien vendió mis fotos vergonzosas del barrio por unas cuantas monedas, de seguro gracias a eso vio un negocio mas jugoso en amenazarme con dañar mi imagen, la conozco bien y debe estar muerta de envidia porque yo tengo todo y soy feliz y ella sigue siendo una pobretona arrastrada y sin futuro.
—Fuiste tu quien vendió las fotos que andan en la Internet.
No es una pregunta y ella no trata de mentir.
—Tengo que comer, amiga. — muchas cosas pasan por mi cabeza que quiero hacerle en este momento, pero controlo mis impulsos, ella lo nota y me habla con una sonrisa burlona en su horrible cara. —No creo que quieras manchar esa hermosa imagen de amor verdadero que lograste venderle al mundo, aunque tu marido es guapísimo, no es un secreto que solo te casaste por interés, para que te sacara de pobre.
—Amo a mi esposo.
Respondo sin dudar.
—Si claro, pero créeme, la gente prefiere las historias turbias y la fama de caza fortunas no es fácil de eliminar.
Pienso en cual es la mejor solución para callarla y por el momento lo único que puedo hacer, es darle dinero.
—¿Cuánto quieres?
—Ahora si nos entendemos; quiero cien mil dólares, es nada para ti, mira la ropa que traes, el auto que te compró tu marido debe valer al menos 200 mil, estas tapada en dinero, es como quitarle un pelo a un gato.
Volteo a mirar a Arthur y este solo asiente dándome un guiño cómplice.
—Te los daré, pero no quiero volver a verte nunca mas en la vida, Arthur, necesito ese dinero urgente para callar a esta traidora.
Después de todo lo que gastó conmigo, no se de donde va a sacar el dinero, porque todavía no tiene acceso ilimitado a las cuentas de la familia.
—Necesito tu información personal y bancaria para hacer una transferencia a través de la empresa como si fueras un proveedor, no ando con ese dinero en el bolsillo.
Responde tranquilamente.
—Mientras me lo des pronto, no veo ningún problema.
Le explica que datos necesita y le da un papel para que esta los anote, ella lo hace sonriente, mientras yo tomo varias respiraciones profundas, pensando en que esta vez la voy a dejar ganar, pero solo esta vez. Cuando ha anotado lo que mi esposo le pidió le entrega el papel con la información.
—El dinero estará mañana mismo en tu cuenta, espero que con esto desaparezcas de nuestras vidas para siempre.
Arthur usa un tono fuerte que me hace erizar; yo que pensaba que era un blandengue sin personalidad y resultó ser todo un macho con instinto protector.
—Si llego a saber que se te ha ido la lengua y andas hablando de mas, voy a hacer que desaparezcas y no va a ser agradble.
A partir de ahora, voy a prepararme para cualquier intento de chantaje que ella o cualquier otra persona crea que puede hacerme en el futuro.
—No volverás a saber de mi. — responde levantándose de la silla, agradezco que quiera marcharse de inmediato, no la soporto, pero justo antes de salir se voltea y dice con amargura:
—Debe ser maravilloso tener un hombre capaz de lo que sea por una.
Editado: 21.06.2024