VICTORIA
Parada frente a la tumba de mi bebé, por primera vez siento algo a parte de rabia y sed de venganza, siento una opresión en el pecho que amenaza con hacerme explotar, no había venido a visitarlo debido a mi estado de salud y luego al temor de enfrentar mi dolor, porque el sufrimiento no cesa, sigo sintiendo como si todo esto no fuera mas que una horrible película de terror basada en la vida de alguien mas y por ende aún conservo la esperanza de que voy a despertarme en cualquier momento y todo va a volver a estar bien; pero por mas que ruego a Dios por ello, por mas que lo deseo, nada sucede.
No he podido llorar ni una sola vez desde que me dieron la mala noticia, tampoco pude hacerlo en las semanas que llevo en casa, nada me ha hecho derramar una sola lagrima, ni siquiera las dolorosas terapias físicas a las que fui sometida para recuperar la movilidad de mi brazo izquierdo, ni el dolor de mi vientre o el de las costillas, nada ha sacado una sola lagrima de mi, estoy seca, ya nada ni nadie me importa, ni siquiera el hombre que juré amar mas allá de la muerte. Al volver a casa lo único que logró mover algo en mi fue la tortura de los recuerdos de mi esposo profesando su amor a nuestro pequeño, Arthur besando mi barriga, hablándole y riendo feliz porque le había dado el mayor regalo del universo, Arthur buscando helado azul, que supiera a azul a media noche porque ese era mi único antojo, cada recuerdo hace que se apriete mas el nudo que llevo en el pecho que por momentos no me deja respirar, pero aun así, no he derramado una sola lagrima.
Zara me quitó lo mas valioso que tenía, no hay dinero que importe ahora, no hay amor que valga, mi hijo se ha ido y los que mas duele es que no pude conocerlo, no pude ver su hermosa carita, no puede abrazarlo o darle un beso de despedida, no pude despedirme de mi pequeño, fue enterrado solito en su tumba mientras yo me debatía entre la vida y la muerte y no pudimos decirnos adiós.
Volver a la mansión fue una tortura, a pesar de tener tantas personas cuidando de mi, recordar lo sucedido me ha llenado mas de odio y de rencor y no puedo reponerme, mi única misión estas 4 semanas fue mejorar y estar lo suficiente fuerte para cobrar venganza, porque no puedo esperar mas.
—¿Como te sientes, amor?
Pregunta mi esposo agachándose junto a donde estoy tirada en el piso frente a la tumba de mi pequeño.
—Estoy bien.
Respondo automáticamente como siempre que me pregunta.
—No lo estás, vamos a casa, necesitas descansar, llevas mucho tiempo ahí, vamos Vitto, déjame ayudarte a levantarte.
Necesito que me deje sola, necesito que se vaya y me deje en paz, porque esta visita solo me dio la motivación que necesitaba para ejecutar de una buena vez y por todas mi plan.
—No.
Respondo apartando sus manos de mis brazos.
—Amor vamos a casa, hace mucho frio.
Insiste tratando de que me levante del suelo.
—¡QUE NO! — digo con un grito, lanzando mi peor mirada de odio y resentimiento porque en este momento quiero desquitarme con alguien así que voy a hacerlo con él, porque todo lo que sucedió es su maldit4 culpa, él es el único responsable de esta tragedia; si no me hubiera invitado subirme a su auto aquella tarde, si no hubiera atropellado a ese hombre, si se hubiera atenido al plan original, si no se hubiera acostado con esa maldit4 zorra, si se hubiera quedado conmigo esa mañana, él es el único culpable de todo lo que estoy pasando porque si no hubiera ido tras de mi aquel día, si no me hubiera amado, ahora no estaría lamentando la mayor perdida de mi vida.
—No quiero volver a esa casa, nunca mas.
He decidido que necesito alejarme de todo por un tiempo, por ello voy a dejar a mi marido, conseguir un abogado y pedirle el divorcio.
—Esa es nuestra casa, amor, es nuestro hogar.
Suelto una carcajada amarga antes de escupir el veneno que me carcome por dentro.
—¡Que hogar ni que mierda4! ya no hay nada para mi ahí, nunca hubo realmente nada para mi en esa casa.
Se que el también está sufriendo, pero no me importa, quiero que se aleje de mi y se olvide de lo nuestro.
—¿Y yo que? Pensé que me amabas, que éramos una familia, dijiste que nada, nunca, podría separarnos.
Las ironías de la vida, tanto que luché por permanecer juntos y ahora quiero alejarme lo mas que pueda de él, no quiero que sienta lastima por mi, nuestra felicidad nunca estará completa, tendremos todo lo que el dinero pueda comprar, pero una familia eso es lo único que jamás podré darle.
—Arthur, el doctor dijo que tal vez no pueda volver a tener hijos, nunca mas.
Las secuelas en mi cuerpo por la caída fueron bastante serias y mis órganos reproductores pasaron por un trauma que los estropeo mucho, no me dieron esperanzas de volver a ser madre y tampoco es que yo quiera pasar por ello de nuevo.
—¿Crees que eso me importa? Te amo Vitto, nos tenemos el uno al otro, eso es suficiente para mi.
Tal vez el piense eso ahora, pero estoy segura que luego cuando su inclinación natural por reproducirse se sienta insatisfecha, me odiara y querrá deshacerse de mi a toda costa para tener una mujer que si pueda darle hijos.
—A mi si me importa, estoy mmaldi4, los dos estamos maldit0s para siempre por lo que le hicimos a ese hombre.
Es el castigo divino, porque a sangre fría lanzamos el cuerpo de un hombre en un horno y luego seguimos con nuestra vida cómo si nada hubiera pasado, nadie, absolutamente nadie se va de este mundo sin pagar por sus maldades.
—Vitto, no digas tonterías, vamos a casa y descansa, después hablaremos de esto.
—¡No!, quiero quedarme un rato mas con mi hijo, déjame sola y vete a casa, luego hablamos.
Necesito que por una vez deje de estar sobre mi y se aleje para poder terminar con todo lo que me atormenta sin arrastrarlo conmigo, quiero odiarlo y dejar de amarlo y por eso la mejor opción es culparlo por todo.
Editado: 21.06.2024