Cazando el Heredero Millonario

43— ESTABA CANTADO

VICTORIA

 

Luego de huir de la escena, me quito rápidamente la chaqueta que está toda llena de sangre y la enrollo sobre el cuchillo que luego guardo en una bolsa que traía en uno de los bolsillos de esta, me lavo las manos en un riachuelo que encuentro en el camino y cuando siento que estoy mas tranquila, vuelvo a la carretera donde está esperándome fuera del auto el hombre que contraté para que encontrara a la maldit4 perra; me pregunta a donde quiero que me lleve cuando me he subido al asiento del pasajero y de repente no sé que debo hacer porque he decidido que no voy volver nunca mas a la mansión, no quiero ver a Arthur, no quiero estar en esa casa, me duele la vida, me duele el corazón, luego de lo que hice para vengarme, todas las emociones que tenía acumuladas comienzan a salir a flote y entonces el dolor se apodera de mi, por primera vez en un mes y medio lloro sin poder controlarme, las lagrimas salen de mis ojos como una cascada sin fin, por fin he vuelto a sentir algo y me lamento una y otra vez por haber sido tan estúpida, si hubiera seguido el plan al pie de la letra y no hubiera involucrado mis sentimientos, no estaría sufriendo ahora, he perdido demasiado y ya nada es importante para mi, necesito volver a ser la que fui, necesito poder recuperarme y olvidar todo lo que pasó y eso sólo podré lograrlo alejándome de Arthur, el me vuelve débil y frágil.

Al principio no sé a donde ir, siento que no hay un lugar donde pueda estar sin sentirme torturada, pero recuerdo que mi madre y mi hermana cuando estuvieron a mi lado cuidando de mi, me aseguraron que las puertas de su casa estaban abiertas para mi cuando quisiera volver. Así que ahí es a donde voy.

El hombre me deja unas cuadras antes, me bajo y camino a casa de mi madre, la puerta está abierta así que entro sin anunciar mi llegada, mamá me ve parada como un espectro en la sala y pega un grito de sorpresa, luego se acerca y me abraza y mira hacia afuera buscando a ver quien me trajo.

—hija, ¿Cómo llegaste hasta aquí? deberías estar en reposo.

La abrazo fuerte y lloro en su hombro porque me siento como una pequeña niña perdida y sin rumbo y ahora que he empezado a desahogarme me cuesta parar.

—Estoy bien, solo necesito descansar, no le digas a nadie que estoy aquí, por favor.

Ruego entre lagrimas, porque se que cuando Arthur vea que no vuelvo a su casa va a comenzar a buscarme y cuando no me encuentre por ningún lado porque tengo apagado el teléfono, de seguro llamará a mis padres a preguntar por mi y no quiero que le digan donde estoy.

—Victoria, tu esposo va a preocuparse cuando no sepa de ti.

Sé que va a pasar un mal rato, pero con el tiempo va superarlo, es joven, guapo y está tapado en dinero, no faltara quien lo consuele hasta que por fin yo no sea mas que un mal recuerdo.

—El va a entenderlo ¿puedes llamar a mi tía para que venga? Por favor, necesito a mi tía.

Me cuesta convencerla pero lo logro, así que me deja sola mientras va a llamarla y a prepararme un té para los nervios.

 

Voy al que era mi cuarto y me acuesto en mi antigua cama, cierro los ojos por un instante, porque me siento demasiado agotada física y emocionalmente, por primera vez en semanas creo que voy a poder descansar un poco, estoy casi dormida, pero me despierto al sentir la presencia de alguien frente a mi.

 

—Hola hermanita — me saluda Alice desde la puerta, la miro y no puedo evitar que todo lo que he estado reprimiendo explote dentro de mi y comienzo a llorar histéricamente, ella tiene algo que hace que la gente se sienta segura y protegida. No olvido el tiempo que pasó a mi lado cuidándome las ultimas semanas, me recordó cuando éramos niñas y como siempre estaba para defenderme y protegerme de todo.

—Ven aquí cariño, sabes que te amo con todo mi corazón, vas a reponerte, cuentas conmigo siempre.

Dice sentándose a mi lado y abrazándome fuerte y acunándome en su pecho como si fuera una pequeña niña indefensa.

—Esto es un castigo Alice, todo ha sido mi castigo.

Repito entre lagrimas una y otra vez.

—No digas eso, nadie merece pasar por lo que tu, no eres una mala persona, no digas tonterías.

—Arthur y yo hicimos algo muy malo y este fue nuestro castigo, nuestro hijo murió por nuestra culpa.

Necesito desahogarme, las cargas de mi culpa son demasiado pesadas para cargarlas yo sola.

—Vic, me estás asustando ¿que fue lo que hicieron?

De repente me doy cuenta que no puedo decirle la verdad sin poner en riesgo a Arthur, a pesar de querer desahogarme no puedo dejar que él vaya a la cárcel porque no pude mantener la boca cerrada.

—No puedo contarte, no puedo contárselo a nadie, vas a salir corriendo a denunciarme con la policía inmediatamente lo sepas.

Hubo una época que Alice era mi mejor amiga, antes de que comenzara nuestra rivalidad por las preferencias de mi padre y de los chicos; podía decirle cualquier cosa y ella no me juzgaba, incluso me defendía de mis padres cuando hacía alguna travesura y no quería que me castigaran, pero ya no somos esas niñas y no sé si pueda confiarle a ella algo tan delicado sin que esto le cueste la libertad a Arthur.

—Nunca te haría eso, eres mi hermana, mi única hermana, confía en mi Vico.

—Se que vas a hacerlo, vas a salir corriendo a contarle a Isaac y a todos si lo sabes, porque nosotros cometimos un delito.

Ella me toma fuerte de los hombros y me habla con tono firme mirándome a los ojos.

—Cuéntame, juro por la vida de nuestra madre que nunca voy a decir nada.

—Arthur y yo… matamos a un hombre por accidente. — ahí está, lo dije; no sé si es porque me siento vulnerable y ya no tengo nada que perder, pero suelto la verdad sin omitir detalle, comienzo a contarle todo lo sucedido desde que llegué a la mansión tratando de buscar un millonario que cazar, le cuento cómo Arthur me llevó en su auto aquella noche, la discusión y luego la tragedia, ella se tapa la boca con ambas manos impresionada por la historia y yo no paro de desahogarme, no puedo mas con el peso de mis errores, cuando llego a la parte donde nos deshicimos del cuerpo, dudo si contárselo, pero las palabras salen y ya no hay marcha atrás.— Luego lo metimos a un horno y lo cremamos para borrar la evidencia, Arthur se casó conmigo porque lo chantajee con contarle a la gente lo que hizo si no me daba 2 millones de dólares y no tenía esa suma, se casó conmigo esperando mientras le daban su herencia y podía pagarme por encubrirlo.




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