Billie
Algo húmedo tocaba a mi amigo el cual se encontraba duro, tanto que dolía, y a la vez se calmaba, no podía despertar pero me encontraba gimiendo abrí los ojos de golpe notando cómo Emily me lamía y succionaba la polla, mierda, se sentía demasiado bien, ver cómo subía y bajaba, como la metía entera a su boca, su lengua haciendo jugueteos dentro, dios, es una maldita diosa lo que de cierta forma me molestaba, quería ser el único con quién tuviera experiencia, siguió lamiendo lentamente y luego más rápido provocando que me fuera, alcanzó a correrse, me hubiese gustado que se lo tragara, sonrió llegando hasta mi boca, acepté su beso lleno de mi sabor, me encantaba como besaba, sus labios gruesos no de forma exagerada, sino una perfecta, tenía los labios como Emilia Clark lo que me excitaba aún más.
- Buenos días. – sonrió
- Estos son los mejores buenos días que he tenido en mi vida. – dije besándola nuevamente disfrutando sus labios, ella sonrió en medio del beso. - ¿vamos a desayunar? – pregunté sentándome en la cama, Emily asintió mientras se mordía el labio, ¿Qué estaba haciendo? Tenía que tomarlo como un juego y hacerla caer, no caer en su red. Bajamos tranquilamente tomados de la mano, un olor a tocino me colocó los pelos de punta, hoy era sábado, Maggie tenía el fin de semana libre, Em lo notó, intentó soltar mi mano, mas no se lo permití. Ella se encontraba de espalda cocinando.
- Mi niño, ya sé que me dijiste que tenía libre, no iba a dejar que estuvieses sin comer...- se silenció en el momento en que volteó, observó a Emily de arriba abajo, se detuvo varios segundos en nuestras manos, creo que Emily no le había agradado, Maggie había sido mi niñera desde que tengo cinco años, me ha cuidado toda su vida, era joven, tenía 43 años, sin embargo, nunca encontró el amor. - ¿Ahora las traes a la casa? – dijo con burla negando, si... era algo celosa, a veces demasiado. - ¿Quieres que le dé desayuno? – preguntó algo molesta.
- ¡Maggie! – llamé su atención. – más respeto, que la verás más seguido, ¿entendido? – dije alzando la voz, ella frunció el ceño y comenzó a preparar el huevo. – Ella es así. – dije explicándole, ella asintió reprimiendo una risa, le divertía esta situación.
- ¿Qué come la damita? O es de esas flacuchas que hacen dieta. – Dijo molestando, rodé los ojos-
-Como de todo señora, no se preocupe, iré a ducharme, desayuna tu tranquilo. – dijo incorporándose, miré mal a Maggie, la seguí escaleras arriba. - ¿No te molesta si tomo una ducha verdad? – preguntó observándome.
-¿Y si la tomamos juntos? – pregunté acorralándola, ella rio.
-Estoy segura de que tienes cosas que hacer y que tu cocinera vendrá por ti en cualquier momento. – rio, asentí.
-Maggie es mi niñera desde que tengo 5 años, creo que cree que es mi madre y por eso es tan celosa. - le expliqué, ¿Por qué le estaba contando mi vida? Mierda, ella asintió, besó mis labios y se metió a la ducha, suspiré, bajé cuidadosamente, Maggie estaba refunfuñando, reí. - ¿No te cae bien? – pregunté sobresaltándola, ella negó.
-No es eso, es solo que no me hablaste de ella, la traes a casa... ¿Sabe cocinar? ¿Sabe cómo te gusta el huevo? ¿Sabe que tienes pesadillas? Le confiarás todo, ¿ocupará los jueves de películas también? – tenía que contener la risa, a veces era tan exagerada. - ¿Se la presentarás a tu madre? ¡Ni si quiera me hablaste de ella!
-Ya, Maggie, suficiente, por primera vez en mucho tiempo le estoy dando una oportunidad a alguien, tampoco iré tan rápido, si se quedó en casa fue porque se dio así, veníamos de una fiesta. – expliqué, ella asintió. – realmente me gusta esta chica, ¿vale?
- No quiero que vengas a mi cuando te rompan el corazón, porque esa cara bonita no me engaña. – dijo antes de dejar su delantal, coger su bolso y salir de casa, reí, dios, qué haría con esa mujer. Comí mi huevo con tocino junto al café, Em venía con una polera mía, sus cosas en la mano, su cabello estilaba.
-Me tomé el atrevimiento de sacarte una polera, pero llegando a casa te la devuelvo. – explicó, no me molestaba, se veía jodidamente sexy, tomé su nuca besándola con furia carnal, metí mis manos bajo la polera, acaricié su cintura presionando un poco, ella me alejó con precaución. – debo irme. – dijo cortando el beso, asentí, cogí mis llaves y caminamos hacia el patio. Subió sin quejas, llegamos a su departamento en silencio, ¿debía invitarla a salir? Suspiré.
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Editado: 02.07.2019